XVIII

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El trayecto de vuelta fue más tranquilo que la ida debido a las quejas de la sokoviana, pero siguió aferrada a la espalda de Natasha como si le fuese la vida en ello, aunque era bastante reconfortante sentir el viento contra su piel y el aroma de su novia impregnado en sus fosas nasales.

Wanda se bajó con algo de prisa de la moto, quitándose el casco y tendiéndoselo a Natasha, quien se agachó para guardar los cascos de la moto en el estante. Sentía la mirada de Wanda quemarle la espalda, pero lo que no se esperó fue que nada más darse la vuelta la chica se lanzase a sus labios con desesperación. Haciendo que ambas tuviesen que retroceder por la inercia, hasta que su espalda chocó contra el mueble, que se tambaleó por el golpe y algunas cosas cayeron con estrepito al suelo, pero a ninguna pareció importarle.

Mucho había aguantado sin lanzarse a sus labios después de todos los juegos e insinuaciones de la noche. No podía esperar más para besarle y acabar de una vez con aquella tensión que les rodeaba últimamente. Estaba nerviosa, pero con Natasha sentía que todo estaba bien, le hacía sentir segura en todo momento.

Natasha jadeó cuando sus caderas chocaron contra el frio mueble y Wanda le acorraló colocando sus manos sobre el mueble a ambos lados de sus muslos. Ella rápidamente se aferró a su nuca mientras la menor deslizaba su lengua en su cavidad húmeda aprovechando el jadeo que escapaba de su boca, explorándola con lentitud. Automáticamente ella le devolvió el beso con la misma intensidad, intentando tomar las riendas de la situación aunque no se lo puso fácil.

La boca de Wanda se alejó de sus labios rozando su piel con su nariz a medida que bajaba hasta su cuello para centrar ahí su atención, dejándole besos húmedos y leves mordidas en aquella zona sensible. Su piel se erizó al instante y enredó sus dedos en su cabello tirando levemente de este, provocando que ambas jadearan a la vez. El calor emanaba de su piel a medida que todo iba subiendo de tono.

Un gruñido escapó de los labios de Wanda cuando Natasha le empujó con las dos manos para apartarle de su cuerpo. Sintiendo el frio al instante. Los ojos verdes, oscuros en ese momento, le miraron llenos de lujuria, pero no le permitió volver a rozar su boca cuando se inclinó de nuevo, en vez de eso tomó su mano y le obligó a moverse detrás de ella, en busca de salir del garaje hacia un lugar mejor, más cómodo.

—Vamos arriba —dijo con la voz completamente ronca y entrecortada por la respiración agitada.

Llegaron al ascensor casi tropezando con los pasos de la otra entre risas leves y empujones. Sus labios volvieron a encontrarse en medio de aquel espacio después de pulsar el número del piso de las habitaciones. Esta vez fue Wanda la que quedó atrapada entre los brazos de Natasha y la pared mientras besaba su cuello sin ninguna delicadeza.

Al entrar en la habitación de la rusa rápidamente Wanda se lanzó a su labios de nuevo, ella chocó contra la puerta a su espalda. Sus labios se estrellaron con desesperación y humedad. Las manos de Natasha recorrieron los costados de su cuerpo con las puntas de sus dedos, pasando desde su cintura hasta sus muslos con lentitud, provocando pequeños jadeos escapar de la boca de la sokoviana. Aquel era su nuevo sonido favorito. En medio del beso alzó sus manos hasta la espalda de la chica para buscar a tientas la cremallera del vestido.

—¿Puedo? —Preguntó tomando el cierre entre sus dedos.

Wanda asintió.

—S-Sí.

Con lentitud deslizó la cremallera hacia abajo y el vestido empezó a desprenderse dejando a la vista sus hombros desnudos. Wanda, no queriendo estar en desventaja, colocó sus manos en los hombros de la pelirroja, por debajo de su chaqueta de cuero y con un tirón la descolgó para que cayera por sus brazos hacia el suelo. Sin despegar sus labios en ningún momento. Entonces Natasha empezó a guiarle para que retrocediera hasta la cama de espaldas, cuando sus piernas tocaron el colchón, la pelirroja le empujó suavemente para que cayera sobre esta. Wanda le miró desde abajo con un brillo excitado en sus ojos. Con una sonrisa de lado Natasha se agachó, haciéndole suspirar, para tan solo quitarle las zapatillas junto a los calcetines antes de quitarse sus propias botas, y después con lentitud volvió a levantarse para dejarse caer sobre su cuerpo, colocando sus piernas a ambos lados de sus caderas e inclinándose para rozar sus labios.

Suero rojo | Wandanat / ScarletwidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora