Natasha estaba sentada frente a Wanda en una bonita mesa en la terraza de un restaurante antiguo, pero acogedor. Ambas estaban disfrutando de su compañía junto a unas tazas humeantes de café. Wanda llevaba puesta una gorra negra, mientras que Natasha llevaba puestas tan solo unas gafas de sol con su cabellera pelirroja a la vista, moviéndose ante la ligera brisa. Aquello era todo lo que la sokoviana alguna vez había querido, si tan solo pudiera ser en otra situación.Los rayos cálidos del sol llegaban hasta su pálida piel. Sintiendo el reconfortante calor y dándole la poca tranquilidad que nada de aquella situación le proporcionaba. Estaba nerviosa no iba a negarlo, pensar que era una misión en la que solamente estaban ellos cuatro, sin nadie más por si algo salía mal, le hacía tener los nervios a flor de piel por la incertidumbre. Además, sentía la presión de saber todo lo que había hecho Dreykov y que aun así había logrado salirse con la suya todas las veces, pero esta vez tenía que ser distinto. Natasha estaba loca al pretender ir sola con su hermana, era demasiado arriesgado incluso para ella.
Ella jugaba con los anillos entre sus dedos, en un movimiento ansioso. Era lo que siempre hacia cuando sentía que una situación sobrepasaba sus límites, aunque lo hacia inconscientemente.
Los labios de Wanda estaban fruncidos mientras miraba por encima de su hombro a la vez que se llevaba la taza a los labios, dando un rápido vistazo disimulado a su alrededor. Intentaba no perder pista de nada de lo que pasaba, como le había dicho Natasha esa capacidad tenía que volverse natural para ella.
—¿Qué veis? —Preguntó Natasha cubriéndose la boca con la taza.
—Han llegado dos hombres hace unos diez minutos y no se han movido de la calle de enfrente, solo están parados ahí —Sonó la voz de Yelena por los intercomunicadores que llevaban puestos en el oído.
—Hay un par de coches negros dando vueltas también —apuntó Clint—. ¿Cuál es vuestra situación?
—Varios tipos de pie. Junto al ventanal —mencionó Wanda, señalando a unos hombres que habían llegado después de ellas—. ¿Tenéis visión?
Se removió en el sitio, incomoda, por las miradas asquerosas que les daban.
—Afirmativo. Están escondiendo pistolas a sus espaldas —informó Clint tras una pausa—. Tened cuidado.
Natasha notando los nervios de la chica le dio una pequeña sonrisa y puso su mano sobre la de Wanda, que descansaba en la mesa. Acarició con su pulgar la piel suave, haciendo que se relajase visiblemente bajo su tacto y dejara de mover sus anillos.
Entonces se inclinó hacia delante, quedándose a centímetros delante de Wanda. Sus ojos se encontraron y vio la agitación en ellos. Se acercó hasta su oído con una sonrisa tranquilizadora.
—El hombre a tu izquierda es uno de los altos cargos de las Fuerzas Armadas —susurró para que nadie más lo escuchara—. Ríete como si estuviera diciéndote algo bonito.
Wanda se separó levemente mientras soltaba una risa nerviosa, y como si estuviera avergonzada giró la cabeza hacia un lado, fijándose en el tipo con rapidez antes de volver a mirar a Natasha.
El hombre iba trajeado con una camisa granate y un sombrero sobre su cabeza. Estaba sentado solo, en una mesa con una copa de vino y hojeando un periódico cuando apartaba la vista de ellas. Ella también había notado que el hombre estaba recibiendo un trato especial por parte de todos, nadie se acercaba a molestarle y corrían a sus pies cuando pedía algo.
—Ha trabajado con Dreykov —afirmó Natasha, bajando la voz—. Tiene que haber avisado él.
—Vamos a por él, puede ser de utilidad.
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Suero rojo | Wandanat / Scarletwidow
Fanfic«No quiero verte más, Romanoff». Ella se dio la vuelta, pero antes de salir se giró para mirarle una última vez. Y esa fue la última vez que Wanda vio a Natasha. ¿O no?