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—¿Nat? —Preguntó con la voz temblorosa, temiendo la respuesta.

—Lo siento.

Wanda frunció el ceño. Le miró a los ojos sin comprender a que se refería, y vio la duda en los suyos, se movían rápido, analizando la situación a su alrededor. Se veía desesperada y dolida por lo que estaba a punto de hacer.

Estaban alejadas la una de la otra, pero sus manos seguían unidas entre ellas.

—Mi hermana está aquí —explicó y se alejó, soltando su mano, dejando caer así el brazo de Wanda—. Tengo que volver a por ella. No puedo dejarle aquí. Vete. Ponte a salvo.

Natasha le había hablado de su hermana pequeña en varias ocasiones, siempre lo hacía con nostalgia en su voz, se notaba que le extrañaba. La última vez que se habían visto era cuando estuvieron en la Sala Roja, pero cuando creyó haber acabado con Dreykov y de esa forma con la organización pensó que Yelena habia escapado y llevaba una vida normal, una en la que no quería que ella formara parte. Pero nunca se habría imaginado que Dreykov iría también detrás de ella. No solo le bastaba con joderle a ella sino que también iba a por su hermana.

Wanda miró con desesperación hacia el exterior, realmente quería largarse de allí cuanto antes, ahora que todos estaban bien. Steve les instaba entre gritos y gestos a que no se parasen, pero su mirada volvió a centrarse en los ojos dolidos de la pelirroja. Sabía lo que era perder a un hermano, todavía sentía su vacío en el pecho, y lo último que quería es que Natasha sintiese aquello ahora que se habían vuelto a encontrar, así que negó mirándole. No le iba a dejar sola. No otra vez. No iba a dejar que intentara protegerle de nuevo, estaban juntas en esto.

—Voy contigo. —Retrocedió los pasos que le separaban de ella.

—No. Vete —le pidió Romanoff mirando el caos que se cernía a su alrededor.

Pero no iba a dejarle y no iba a separarse de su lado ahora que le había encontrado tras semanas de desesperación y angustia. No en ese preciso momento. No estaba dispuesta a revivir aquello otra vez. Si al menos estaba a su lado podría protegerle.

—Natalia, no he... —se interrumpió—.  No hemos venido aquí por ti solo para que me dejes ahora.

Natasha tomó aire mientras parecía pensarlo durante unos segundos. Ella tampoco quería separarse de su lado y perderle de vista, pero también quería que estuviese a salvo de todo el infierno en el que se encontraban.

—Estoy contigo —susurró Wanda cerca de ella, dejando una caricia rápida y delicada en sus dedos. Fue como un soplo de aire frio, como si todo fuera a salir bien.

Asintió finalmente con decisión. Siendo consciente de que Wanda tampoco iba a dar su brazo a torcer.

Se dieron la vuelta y corrieron juntas de nuevo hacia las escaleras o lo que quedaba de ellas. La madera estaba ennegrecida en el suelo por las llamas y los barrotes metálicos desperdigados. Todo aquello era un caos. Notó por los ruidos de las pisadas como Steve al ver que retrocedían hacia lo mismo e iba detrás de ellas. Él tampoco iba a dejarles tiradas a ellas. Steve y Natasha se miraron con aprobación en un gesto rápido y se apresuraron a adentrarse a aquel desastre de nuevo para buscar a Yelena.

El interior estaba consumido por las llamas y el humo se elevaba en nubes oscuras a su alrededor. Los cuerpos de los caídos llenaban el suelo haciendo difícil el camino. Los disparos de las armas seguían resonando. Los soldados y las viudas corrían por todos lados, en todas las direcciones. Algunos de sus compañeros llenos de polvo y sudor aún seguían allí, enfrentándose a los simpatizantes que seguían en pie. Sus fuerzas parecieron aumentar cuando se dieron cuenta de la presencia de Romanoff.

Suero rojo | Wandanat / ScarletwidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora