Toqueteo la puerta con mis nudillos.
Justo como espero, Tía Christina abre.
Su mirada de confusión y sueño es lo que me detiene de entrar de golpe.
— ¿Tom? ¿Qué haces aquí a estas horas? — pregunta. Ella lleva una mano a su cara y me deja pasar.
El apartamento para sólo una persona no ha cambiado mucho desde la última vez que vine. Los mismos muebles con diversos patrones siguen donde corresponden, y el sentimiento de estar en familia es el mismo. Lo único diferente, y que siempre suele cambiar, es el mueble junto a la pared que separa la cocina de sala, donde la mayoría de los bocetos de Tía Christina están.
— Necesito ayuda — digo.
Lo que estoy haciendo le parecería un acto de desgracia a mis padres. Aunque ella sea pariente mía, llegar cuando ni siquiera ha salido el sol y sin verla desde mucho tiempo atrás para sólo pedir no es algo que debería hacer.
Tomo asiento en una de sus sillas del comedor, la cual da a la gran ventana que siempre me gustó de este apartamento.
La vista es increíble. Esa es una de las pocas razones por las que solía visitarla. Poder ver toda la ciudad desde un mismo lugar hace que no me sienta atrapado en una rutina diaria. Amo ver todo más pequeño, pues siento que estoy sobre mis problemas y que puedo escapar de todos mis enemigos.
Mientras más alto, más es el poder dentro en mí.
— No has cambiado un poco desde la última vez que te vi — dice ella y coloca una mano en mi cabello — ¿Qué te trae por aquí... a estas horas?
Justo después de que ella diga esto, ella voltea un pedazo de papel que está en la mesa junto a mí. Además, ella se coloca entre la mesa y yo, como si no quisiera que sepa lo que hay allí. No le da mucha importancia que yo sepa que no debería verlo.
¿Qué me trajo aquí? El deseo de no estar en casa, seguramente.
— No lo sé. Sólo vine.
— Estás mintiendo — ella dice y sonríe — ¿Qué tienes? ¿Es una chica?
Puedo determinar por su tono de voz que ella lo toma en broma, como si no hubiera tal chica. Lo que ella no sabe es que esa es la verdad; todos mis pensamientos están concentrados en Leah.
Asiento con mi cabeza.
— Oh esto yo... No lo esperaba — ella no deja que su sonrisa se desvanezca — . ¿Necesitas consultas de amor?
— No es eso. Creo que soy muy cobarde como para tenerla.
Su sonrisa desaparece.
— ¿Y qué es lo que quieres lograr al venir aquí?
— Tú eres de las personas más valientes que conozco — digo como si fuera obvio.
A Tía Christina no le parece tan obvio.
Tengo que dar una notable mirada a una de sus cicatrices que conozco para hacer un punto. El origen de tal marca es desconocido para mí. Esta cubre casi toda su mejilla izquierda, y ella suele ocultarla con kilos de maquillaje. Pero ahora, a estas horas de la noche, nadie -ni siquiera ella- usaría maquillaje.
— Una cicatriz no te hace valiente — defiende ella y se aparta de su posición, intentando ocultar su mejilla de mi vista con sus cortos cabellos.
Ella se dirige a la pila de papeles del mueble especial y busca entre varios de ellos, tal vez para no tener que ver mi reacción.
Tía Christina trabaja como artista de tatuajes. Sus habilidades con el maquillaje y su tiempo libre son la combinación perfecta para el trabajo. Además, su notable cicatriz no es algo que trabajos "serios" aceptarían.

ESTÁS LEYENDO
Divergente ~ ¿Y yo qué?
Fanfiction~~ESTA HISTORIA ES LA CONTINUACIÓN DE DIVERGENTE ~¿POR QUÉ YO? CONTIENE SPOILERS DE LEAL~~ "Hay cosas en la vida que en algún momento tienes que enfrentar. No le des la espalda a lo que ya pasó" Luego de todo lo que Tris y Tobias tuvieron que pas...