Capítulo Catorce.

271 19 5
                                    

— ¿Qué pasa? — pregunta mi madre mientras sale de su habitación. Ella lleva sus ropas de dormir y su cabello está desordenado, pero su mirada está avispada.

   Al parecer los dos tuvimos una noche llena de sueños indeseables.

— Alguien... — digo, trancando la frase con mis respiraciones nerviosas — está afuera.

— ¿Nombre? — dice y presiona sus labios. Toma el borde de su suéter con sus manos -las cuales están temblando- y se acerca hacia mí.

— Daniel — le aseguro.

   Ella detiene su caminata hacia mí en el instante que rebelo el nombre. Sus ojos se avispan y me demuestran el miedo que el extraño que ocupa en mi madre.

   Algo no está bien.

— ¿Mamá? — pregunto asustado — ¿Pasa algo?

— ¿Te hirió? — se lanza hacia a mí y me envuelve en sus brazos. Ella puede ser más pequeña que yo, pero aún así me hace sentir protegido.

   ¿Herirme? ¿Por qué una persona tan loca podría llegar a herirme?

— No me puso ni un dedo encima... — digo seguro. Ella está preocupada, casi haciendo la habitación temblar junto a ella — ¿Estás bien?

   Ella asiente mientras me deja ir.

   Estoy por decir que no le creo, lo cual es verdad, pero la puerta de nuestro apartamento rechina mientras se abre y corta mi frase. Mi padre entra, agarrando a Daniel por el cuello de su camiseta. El odio ocupa su mirada.

— Alguien vino a disculparse — anuncia viéndolo con desprecio — . Luego de diecisiete años.

   Lo atroja al mueble más cercano a la puerta, donde él toma un respiro profundo. Él me da la impresión de que se le hace difícil respirar.

   En los dieciséis años de vida que he tenido, nunca había visto a mi padre tan furioso. Es como si todos estos sentimientos que está demostrando ahora han sido retenidos desde mi nacimiento.

— No pienso disculparme — dice débil, como si casi no pudiera articular una palabra — . Vine a dar una noticia. Una mala.

   Mi padre se acerca a mi madre para acogerla en un abrazo, pero aún así no quita la vista amenazadora del hombre.

— Recuerda: lo más probable es que lo que sea que él diga es una mentira — oigo a mi padre susurrarle a mi madre, lo suficientemente bajo como para que el intruso no se entere.

   Ella vuelve a asentir.

— Si piensan que vine a aceptar sus disculpas de matar a mi amigo, eso nunca pasará — Daniel dice con una voz áspera, mientras mira a mi madre con la mirada muerta — . Sólo decidí que quería decirles sobre algo que nunca les rebelé de El Plano.

   Ella contiene la respiración al oír la parte final.

— ¿Por qué?

— Estoy muriendo; lo puedo sentir. No me provoca morir sin decirle a alguien mis preciados secretos.

   Todas las fuentes de información me afirmaron que todo ese tema de "El Plano" se habían acabado. La mente criminal, Marcus Eaton, fue asesinado hace más de quince años, y todos sus aliados habían sido capturados. No debería haber algún rastro del lugar o los planes que se querían llevar a cabo, ¿cierto?

— Dilo — dice mi madre, en un tono de voz casi inaudible.

   Daniel sostiene una sonrisa, como si disfrutara que él fuera el único en la habitación que sabe todo. Lo que en parte puede llegar a ser cierto.

— Marcus tenía aliados, más de los que él y yo podíamos llegar a imaginar. Sus planes siguen siendo los mismos, al igual que si objetivo. Ellos...

— ¿A quién te refieres con ellos? — pregunta mi padre. Él sigue abrazando a mi madre.

— Ellos — dice como si fuera obvio. Al ver que no entendemos, él continúa — . Los de Erudición; principalmente lo que están locos por poder. Ustedes saben, gente c...

   Él deja de hablar.

   Me concentro en él, y me entero de que no puede respirar. Sus manos toman su cuello y Daniel se retuerce en el mueble que mi padre lo tiró hace unos minutos. El intruso empieza a tomar un tono rojizo.

   Antes de que pueda detenerme, mis pies me hacen correr hacia él. Ya no me importa quién es, sólo sé que tengo que ayudar a todos los que pueda. Pero no sé que hacer. Si él no puede respirar es porque algo debe de estar atascado en su garganta. Empiezo a darle golpes en la espalda, con la esperanza de que mis intentos desesperados de salvarlo logren hacer algo.

   Los colores rojos del rostro de Daniel empiezan a tornarse a morados.

— ¡Déjalo! — grita mi padre. Ambas de sus manos están en mis hombro, y éstas me jalan hacia atrás.

— Pero, él morirá — digo entre mis respiraciones agitadas.

   Daniel cae al suelo, produciendo un ruido que me estremece.

— Y así es como debió de haber pasado hace diecisiete años — anuncia mi madre, ahora parada junto a mí.

   Daniel se retuerce. La mayor parte de mí me dice que corra hacia él y que lo ayude, pero la lo otra me ordena a quedarme donde estoy y verlo morir.

— Por favor — digo, con lágrimas en los ojos.

   Mi padre me toma en sus brazos y me lleva a mi habitación. Tal vez él piensa que no soy lo suficientemente valiente como para ver a alguien morir frente a mis ojos. Puede que sea verdad.

   Él cierra la puerta detrás de él y me deja sólo en mi habitación.

   Dejo mis lágrimas fluir. No me importa, soy un cobarde como para rebelarme a mis padres. No me atrevo a desobedecer sus órdenes. No me atrevo a decirles que no.

   No me atrevo a mostrar mi tatuaje, la única señal de rebelión que tengo hacia ellos.

— ¿Por qué? — pienso en alto.

   No le encuentro sentido al por qué dejo mis lágrimas fluir por tal hombre. Nunca lo conocí, ni menos llegué a saber alguna razón para sentirme mal por él. Nunca le dije mi nombre. Y le mentí, varias veces.

   Pero él murió, y es mi culpa.

   Perdóname.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

        Nota de la Autora

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

   En dos semanas termino el colegio ^.^

   Dato curioso: Los nombres de dos de mis personajes, Thomas y Tom, están basados en un amigo me pidió estar en la historia... su nombre es Tomás xD.

   Hasta la próxima :D

Divergente ~ ¿Y yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora