Capítulo Diecinueve.

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— ¿Podrías hacerlo por mí? — pregunto con la voz femenina de mis sueños.

   Esta vez, sé quién soy. Esta vez, sé qué es esto, y por qué está pasando. Un recuerdo, algo que ocurrió. Algo que le ocurrió a mi madre.

— Confía en mí. Creo que él nunca había estado tan perdido en el amor como ahora — me asegura una chica, la cuál se me hace conocida. Su cabello es oscuro, y está vuelto un desastre. Las facciones en su rostro la hacen parecer una niña pequeña, pero su mirada amenazadora en sus ojos azul oscuro hacen que la tome como alguien potente y con muchos años encima.

   Dejo escapar un suspiro.

— Él podría matarme — me río nervioso — . La venganza es su fuerte.

— Créeme, será como manejar a un muñeco — la chica me toma por los codos — . En esa terraza... pude ver quién era él en verdad.

   La veo directo en esos ojos que me dan la sensación de que podrían succionar mi alma en cualquier segundo, y luego aparto mi cabeza como un rayo. Siento un dolor en mi pecho. Se siente como algo emocional, no como una herida. Hacen que no me sienta seguro, como si me hubieran traicionado.

   Un chico rubio se acerca, con odio en sus ojos. Quiero alejarme, pero la chica mantiene su agarre fuerte.

— Está bien. Lo tengo — me asegura.

   El chico se coloca junto a la que tengo al frente, y coloca uno de sus brazos alrededor de ella, un poco tosco. Me hacen sentir, aunque sea por un momento, que no pertenezco a este lugar al verlos así; juntos. Al verlo tan de cerca puedo decir que él es la versión joven del Daniel de hace horas, antes del sueño

— Vamos, Ann — Daniel le insiste — . Ella es una asesina.

   Daniel me echa una última mirada mortal y mueve sus labios, diciendo algo tan bajo que no puedo llegar a oírlo. Aun así, no tengo que oír para saber lo que dice. Luego de tantos años viendo a la gente decir mi nombre, sé muy bien las mímicas de los labios para ello. Él repite el movimiento, como si esperara que no entendiera. Tom.

   La chica, Ann, me suelta y se aleja con Daniel. La zona repleta de gente (la mayoría irreconocibles para mí) se siente más vacía que nunca. Sé que todos están aquí por mí. Me dirijo apresurada a la salida, lista para alejarme de este lugar lo más rápido que pueda. Justo cuando poso mi mano en el pomo de la puerta, alguien me toma por el hombro.

   Doy un brinco del susto.

— ¿A dónde vas? — me pregunta una voz masculina. Ésta la conozco perfectamente; es de mi padre. Mi mente se relaja al saber que hay alguien que yo, Tom, conoce, no desconocidos que podrían o adorar o odiar a mi madre en este momento del recuerdo.

   Me volteo en un movimiento brusco, como si intentara zafarme del agarre de mi padre. Como no tengo mucha energía, sigo en sus manos.

— ¿Por qué lo hiciste? — pregunto, odio en mi voz. No dirijo mis ojos a los suyos, aunque sé que los de él están clavados en los míos. Él aparta la mirada y niega con la cabeza — ¡Tobias Eaton, ¿por qué lo mataste?!

   Muchos se voltean a vernos, pero yo los evito por completo. Siento mis lágrimas correr por mis mejillas, haciendo que me sienta más vulnerable de lo que estoy. Él las seca con su pulgar y luego toma mi mentón con su mano libre. Hay algo en sus movimientos que hacen que me sienta en el lugar que debería estar.

   Tobias, mi padre, se acerca hasta que estamos separados por sólo centímetros.

— Sé que odias que lo diga, pero Marcus lo merecía — él me susurra, haciéndome cosquillas con sus labios en mi frente. Luego, me da un pequeño beso en la frente — . Tarde o temprano lo tendría que hacer.

   Hay tantas cosas pasando a la vez para que me incomode al estar en el lugar de una chica, mi madre, y ser tratado con ternura por un hombre, mi padre. Normalmente me disgustaría ver a mis padres de esta forma, pero esta vez no quiero mover ni un sólo músculo, con miedo de arruinarlo. No es como si pudiera moverme, claro está, pero no querría despertarme de un momento tan íntimo y perfecto.

— Quiero recordarte — le susurro.

— Algún día lo lograrás.

***

   No siento la misma preocupación que suelo tener cuando despierto.

   El hecho de que sepa que es lo que pasa cuando tengo estos extraños sueños los cambia por completo. Ya tampoco siento la necesidad de ir a consultar a Leah sobre lo que ella piensa que me está pasando. Puede de que no la quiera visitar por las mentiras que me ha hecho, también.

   Este sueño no hizo que me despertara sudoroso y en pánico, sino me hizo sentir una nueva sensación, una placentera. Al comienzo era un infierno; hablar sobre Daniel de esa manera. Al sentirme tan amenazado, lo único que quería era desaparecer. Pero, luego, era como estar en un lugar ideal, aunque el resto del mundo estuviera vuelto pedazos.

   Gracias a esto, ahora sé que era esa extraña mirada en Leah. Lo que creí amor verdadero en ella eran mentiras. El único amor al que puedo llamar sincero es ese que acaba de presenciar. Mi padre y mi madre siempre se han amado, pero nunca tienen la oportunidad de demostrárselo el uno al otro. Su amor no ha desaparecido, eso lo puedo decir por las chispas en sus ojos y la energía que se siento alrededor de ellos, sólo cuando están juntos.

   Yo nunca pude ver esas chispas en los ojos de Leah, pero, con desgracia, Leah las veía en mí.

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      Nota de la Autora

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    Awww Fourtris

   LOVE WINS. ¡¿PUEDEN SENTIR LO EMOCIONADA QUE ESTOY?! (Ok, no soy lesbi, no se pongan a inventar).

   Si les pareció que el cap pasado estaba un poco... extraño, es porque lo terminé de escribir en una etapa de "Te ves bien, Tris" en vez de andar cansada (el que entendió, entendió xD).

   Hasta la próxima, completamente normal ;).

Divergente ~ ¿Y yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora