Capítulo 17: El baile deseos y desamor.

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La sala se quedó en silencio, incluso Eliza. Ya que en ocasiones hasta ella le temía a su hermano, cuando se enojaba y está era una de ellas, había presenciado cada barbaridad de su hermano, ella hacía su voluntad, pero sabia cuando debía parar. Y este era uno de esos momentos.

Neil estaba ebrio y muy molesto, así Eliza hizo lo único que podía hacer.

-Vamos esclava, ¡baila! Dijo Eliza, de forma seca.

Los ojos de los presentes se posaron sobre Candy. Y por un momento no supo que hacer, lo vivido de un momento atrás con aquel misterioso hombre la tenía desorientada, y extraña, sofocada, excitada se podría decir.

Albert fue a interceder en favor de su hermana pero Candy habló de inmediato.

-Bailare majestad. Pronunció haciendo una reverencia.

Candy miró a Albert y Karen y les indicó que la dejaran sola. En aquel momento Albert algo dudoso fue hacia la mesa donde estaban todos al igual que Karen.

Terry seguía de pie, pero Albert con su mirada le pidió hacer lo mismo. Tomar asiento.

La música comenzó a sonar una danza delicada, Candy en aquel momento con sus ojos cerrados, comenzó lentamente, con una suave y delicada danza con sus manos como acariciando el viento. Parecía una propia Diosa. Luego siguió con su torso a mediada que la música incrementaba sus matices a una más rápida. Candy abrió sus verdes ojos como dagas en los presentes fijos y sin titubear, parecía danzar con ellos. Y hechizar a los presentes en aquel momento.

Incluso Annie que tomaba algo de vino se atraganto con el, al ver la belleza y sensualidad que despedía esta chica al bailar.

Neil estaba impactado, con cada movimiento, y de repente Candy hizo algo que dejó perplejos a todos, incluso a su maestra en este arte, Karen. Mientras giraba, soltó su largo cabello que estaba finamente recogido. Dejándolo flotar al viento, libre como lo fue un día ella y momentos atrás.

Neil, y Terry y los presentes estaban perplejos ante aquella danza que hacía Candy. Albert sólo miraba los presentes como su hermana tenía a su voluntad, pero también noto los ojos de odio de Susana, la futura, emperatriz y de celos Annie, y la mirada de Eliza su ama de maldad, solo le pareció escalofriante.

Quiso ignorar las miradas lujuriosas de sus compañeros en especial la de Terry que era como si la propia fiera que habitaba dentro de él quisiera dar caza a su hermana.

Cómo enojarse con ellos si él también disfrutaba de los placeres de ver a una hermosa bailarina, y aún más si esta era su amada Karen.

Pero los murmullos, suspiros deleitantes cuando Candy parecía flotar por aquel lugar y se despojo de su palla y toga, de doncella lo que provocó el júbilo de muchos hombres y una sonrisa de placer de Neil y sus primos. Pero al mismo tiempo una mirada de furia, de Terry.

El que hace un momento atrás la tenía así entre sus brazos

El ver a Candy sólo con su subucula y su fasia de cuero. hizo que todos perdieran el control, y que Annie, Susana y Eliza, incluso Karen se quedarán impactadas. La música cada vez era más fuerte, el cuerpo sudoroso de Candy con su larga cabellera libre, pegándose en su espalda y pechos, que parecían que en algún momento harina aparición por su agitada respiración hizo que por un momento no se diera cuenta de lo que pasaba en su alrededor, ella mientras bailaba y se despoja a de las prendas recordaba, los azules y profundos ojos, sus fuertes manos acariciando su cuerpo, cuando trató de soltar su abundante melena, y al tocar su cuerpo con sus manos recordaba como aquel extraño recorrió su cuerpo con ellas. En esos momentos Candy danzaba y bailaba y se desnuda a para él, para aquel hombre que le enseñó la experiencia más deliciosa de su vida. Candy pérdida en el frenesí de su estasis, giro con sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos, sudorosa, sonrojada y con su respiración al límite, era la imagen más sexual y deleitante que incluso el mismo Cesar hubiera visto antes.

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