Capítulo 29 Reencuentros esperados e inesperados.

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Boudica, Estear, Georges.

Candy, Terry y...


Boudica salió del aposento de Terry, sintiéndose más liviana, podría decirse que feliz, vio paz en los ojos de su sobrino Terry, una paz que no había visto en él desde que lo volvió a ver.

Sabía que dónde estuviera su hermana sería feliz de verlos reunidos a ella y su hijo. Sentía que Terry no era plenamente feliz en esos momentos por todo lo acontecido con su padre y sus amadas tierras, así como ella que a pesar de sanar de a poco el dolor de perder a su hermana, y de saber que el hombre que amo desde que era una niña aún estaba allí con su amor intacto por ella. Que a pesar del tiempo las dificultades y la distancia ese sentimiento estaba más vivo que nunca. Sonrió para sí al recordar la noche de aquella extraña cena en el palacio y de cómo después de todos retirarse a sus cuartos Georges le pidió ir a su aposento y pedirle las justas nupcias ,que ella fuera su esposa, y demostrándole esa noche que a pesar de no tenerla cerca siempre la amo y fue la única en su corazón, decidiendo respetarla hasta que se realizaran las nupcias tratándola como toda una dama y no como una mujer con la que solo liberaba sus instintos ya que ante sus ojos ella no era como las demás. Ya que a pesar de ver en sus oscuros ojos el deseo de tenerla entre sus brazos quería demostrarle que en realidad la amaba.Pero no era plenamente feliz ya que la daga que le traspaso su corazón hacía ya más de quince años atrás, aún sangraba a pesar de tener a su hijo tan cerca el no poderle abrazar o besar aconsejarle o cuidar de él era toda una tortura para ella.Miro hacia el aposento de su hijo y Suspiró. Yéndose hacia su aposento para debía estar un momento a solas.- ¿Padre háblame o te quedaras ahí en silencio? Estear miraba a un pensativo Georges.Después de unos momentos de silencio Georges habló.- ¿Qué piensas tú hijo? y ¿porque no se lo has preguntado a ella si tienes dudas? Georges estaba en una encrucijada ya no le podía ocultar más la verdad a su hijo quería esperar a que pasaran los juegos pero ya no sabía ni que pasaría con ellos tal vez lo mejor sería mandarlos lejos antes ya que temía a lo que pasara en los próximos días debía hablar con su hijo decirle la verdad y tratar de ponerlos a salvo.-Padre se lo preguntó a usted, ya que estoy seguro de que usted sabe de mi pasado más de lo que yo creó, y sabe quien es mi madre. Estear que siempre fue un dulce y amable chico se notaba decidido a enfrentar a su padre para conocer la verdad.Georges pasando su mano por su rostro con Clara frustración se puso en pie y se puso frente a la ventana veía como Boudica se dirigía a su aposento. Suspiró no era justo ni para ella ni para su hijo que se enfrentarán a la verdad por ellos mismos debía ser el quien lo dijera.-Siéntate hijo. Georges Suspiró y tomó asiento frente a Estear tomando valor.- ¿Recuerdas algo de cómo te alejaron de tu madre? Preguntó Georges.-Todo fue muy confuso, yo estaba muy asustado tuve muchos días en los cuales lloré mucho y llamaba todo el tiempo a mi madre y a mi nana. El rostro de Estear se desdibujo en uno de dolor al recordarlo.-Solo había silencio y esa fría carreta en la que pasé largos días las que me acompañaron en mis pesadillas. Estear dijo esto con algo de miedo.-Pero un soldado me cuido todo el tiempo, me llevaba comida y me observaba mucho. Decía que era igual a su hermano el cual era soldado como él y había muerto un par de años atrás en una emboscada en las tierras de los pictos, que era como ver a su hermano de pequeño. Ese fue mi único consuelo y me prometió llevarme con él y su madre, ya que sería un consuelo para su triste corazón. Me decía el hombre. pero una noche me llevo a la casa de esa mujer y me dejó con ella prometiendo volver por mi en una semana pero nunca lo hizo. Estear tenía sus ojos inundados por las lágrimas. Ella espero su regreso al igual que yo. Solo lo tenía a él un extraño alguien al que solo le cause lastima o solo quería aliviar el dolor de una madre de un hijo perdido y yo solo un niño que quería ser amando así fuera por una extraña. Cada palabra de Estear reflejaba dolor, era duro escucharlo.- Ese extraño me dijo que mi madre y nana avían muerto, pero que el cuidaría de mí pero al él tampoco volver estaba más solo que nunca. Fueron los peores años de mi vida, hasta que llegaste tú. Padre. Estear titubeó en llamarlo así, desde hacía mucho tiempo no se sentía extraño ya que los primero años lo llamo señor, hasta que sintió confianza de llamarlo padre, pero en especial fue cuando lo sintió así en su corazón. Georges mirándolo fijamente le dijo. -Quiero que algo te quede claro y nunca vuelvas a dudarlo. Tú a mis ojos siempre serás mi hijo y yo siempre seré tu padre allá pasado lo que pasó, o pase lo que pase y de eso no tengas la menor duda. Habló Georges con seguridad y algo de molestia por ver la duda de nuevo en su hijo. -Estear lo observó con respeto y profundo amor por ese hombre que sabía que sabia daría su vida por él aún no llevara su propia sangre, al igual que el mismo que daría su vida de ser necesario por su padre. -Padre sólo quiero saber si las dudas que me atormentan todas las noche desde que vi a esa extraña mujer son ciertas o infundadas. Estear lo miraba casi suplicante.-Es mi madre, ¿o no es así? pregunto de nuevo Estear mirando a su padre fijamente a sus ojos. Georges que le sostenía la mirada solo hizo un gesto afirmativo con su cabeza sin ser capaz de pronunciar palabra. Después de dar un cansado suspiró dijo. -Lo es. Pensé que había muerto esas fueron las noticias que tuve, y no quería darte un dolor más. Perdóname. Georges en esos momentos bajo su rostro se sentía un mal hombre ante su hijo pero trato de continuar.-De igual forma tu ya lo creías que estaba muerta. Y veía que de cierta forma te habías resignado, de hecho yo mismo quería olvidar toda esta tragedia, no a tu madre ya que ella siempre estuvo en mi mente, pero si toda la desgracia a nuestro alrededor. Estear se quedó con su cabeza baja por un momento las lágrimas se veían caer de su rostro. De repente levantó su rostro bañado por las lágrimas. -Porque no me lo dijeron antes, desde que supiste que estaba viva. Dijo Estear con reproche en sus ojos. -Dejaste que la duda y el desconcierto me consumiera estos meses y... Estear bajo su rostro con dolor.- Acaso ella no lo sabe. O solo no le importa, el rostro de Estear era de importancia, frustración y dolor. Y quiso ponerse en pie para marcharse. -Hijo no es así, Georges se paro y puso frente a su desconcertado hijo y lo abrazo sabía que era normal la relación de Estear en esos momentos. Que debía asimilarlo, pero no quería dejarlo solo. Estear quiso huir del lugar estaba desecho y molesto. Pero el abrazo de su padre le dio consuelo. Por un instante quiso rechazarlo y marcharse pero al mismo tiempo necesitaba ese abrazo, ese consuelo no había llorado por su madre en años y ahora lo hacía. Los sentimientos en el corazón y mente de Estear se agolpaban. Dolor, mezclado con alegría, frustración y regocijo, molestia y descanso en su alma ¿como podía sentirse tan bien y tan mal al mismo tiempo? Se preguntó sintiendo que su alma se liberaba y que las cadenas que llevo en su corazón caían como arena. Pero al mismo tiempo el miedo lo invadió de tener a su madre tan cerca. ¿Como la miraría de ahora en adelante? Que haría la próxima vez que la viera estos pensamientos lo llenaban de miedo. Suspiró sintiendo que la bruma de su pasado se dispersaba. Soltando de a poco el agarre de su padre el hombre que por tanto tiempo solo le dio amor ni un reproche en su contra. - ¿Estas mejor? Pregunto Georges a su hijo que estaba más calmado. -Si padre, gracias. Estear lo miró con la más grande y profunda admiración que se podía sentir por alguien. Toc Toc. -Querido. Boudica después de ir a su aposento salió a contarle a Georges lo hablado con Terry. Boudica se petrificó ante la escena de Georges y su hijo en un acto tan íntimo solo de padre e hijo y se notaba que habían llorado. -Disculpen. Boudica procedió a cerrar de nuevo la puerta. - ¡No! Espere... ¡Madre! Fue la apenas audible voz de Estear. Estear se petrificó ante lo dicho, lo hizo casi por inercia. Y el mismo no creía las palabras que salieron de su boca. Boudica se quedó ahí de pie como una estatua, la mujer seca, fría y desaliñada frustrada y amargada ya se había ido de a poco. Georges le dio todo un vestuario de las más finas togas, pallas y delicadas túnicas, y todo lo que requería una mujer del estatus de un hombre de su envergadura, quería que fuera la bella Rose Mary que fue un día. -Rose Mary. Fue la voz de Georges a sus espaldas. Georges se acercó a ella y la tomó de su manos, Rose Mary o la antigua Boudica temblaba y sentía que se desmayaría en esos momentos. -Hijo ella es... Los ojos de Georges estaban inundados por las lágrimas como los de Estear o los de Rose Mary. Ya que en esos momentos Boudica la bruja celta de los pictos o maga como la llamaban otros parecía desaparecer quedando solo como una leyenda alguien que sería recordada y admirada por ser la mujer fuerte y luchadora que sobrevivió a las adversidades dando paso a la nueva Rose Mary, la que siempre debió existir hermosa, amada y feliz. -Ella es tu madre, la mujer que te dio la vida y la que me la dio a mí. Georges dijo esto mirando a su amada frente a su ya muy consternado hijo, que sólo parecía contenerse para no soltar su llanto de nuevo. Rose Mary o la antigua Boudica no estaba en diferente condición, estaba feliz, pero también llena de miedo por lo que su hijo pensara de ella en esos momentos o tal vez su rechazo. Rose Mary y Estear con sus ojos más brillantes que nunca por las lagrimas sin mediar palabras se abrazaron dejando salir su llanto, pero esta vez un llanto diferente no de dolor y frustración. Este llanto era de alegría y amor, dejando libres todos sus sentimientos encadenados hasta ahora. Era como volver a nacer para ambos, era vivir de nuevo. Georges después de ver la conmovedora escena entre su hijo y la mujer que amaba quiso salir del lugar y dejarlos solos, pero su hijo se lo impidió, tomando su mano. -No padre. No se valla, por favor. Dijo Estear mirando a su padre con más amor que nunca. Georges que Penas y podía contener sus lágrimas miró a Rose Mary que al igual que Estear tomó su mano y dándole en medio de sus lágrimas la más dulce sonrisa le dijo. -Quédate eres parte de nosotros siempre lo has sido. Apretando su mano y besándola. Georges se quebró en ese instante, sentía que no era parte de ellos dos, no era el verdadero padre de Estear y sentía que sobraba allí, pero tanto Rose Mary como su hijo le demostraron que no era así, que ahora más que nunca era parte de ellos. Dándose un abrazo los tres lloraron, dejando salir el dolor de tanto tiempo y reconociéndose de nuevo. Amaba a su amada Rose Mary y a su hijo que lo amaba y sentía más que si fuera un hijo de su propia sangre. Fue el momento más intenso para los tres, pasaron el resto de la noche ahí dejando todo atrás, los juegos los problemas y el destino que no se veía nada bien, incierto y peligroso. Pero esa noche lo dejarían de lado y estarían solo ellos tres. El destino estaba parado en la puerta esperando como quien no tiene prisa de tomar su presa. Candy después dejar su abuela en su dormitorio, y ver que todo se veía tranquilo salió y se fue al árbol donde se vio por primera vez con su amado león y lo espero era ya la media noche y sabía que era arriesgado para ambos, mientras miraba la cruz que era de su madre rogaba al Dios cristiano que no fueran descubiertos y que los juegos se acabarán pronto para huir con su familia y Terry y la familia de este. Esa noche planearían como lo harían era inevitable no sentir miedo. Pasados unos minutos y tras la ansiedad de Candy de no ver llegar a su león tubo algo de ansiedad y un mal presentimiento. Pero estos se esfumaron al ver y sentir como algunas ramas se movían sonrió al ver aquella piel de león tan confortable y suave con su dueño era la combinación más hermosa y perfecta que había visto, lo amaba y no deseaba ser tomada por nadie más que no fuera él prefería la muerte que estar lejos de su amado Terry o en brazos de otro. Los amantes se abrazaron y besaron con alegría de estar juntos de nuevo. Así los quería ver. Fue la voz de Eliza debajo del árbol mirándolos. 

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