Leyenda capítulo 31. Enfrentamientos y verdades a la luz - El inicio del final

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El sol ese día salió más brillante que de costumbre, los preparativos aquí y allá no se hacían esperar. Georges en su recinto miraba por la ventana y veía como de a poco todos se preparaban, con un Terry ausente, como siempre, también Albert, lo cual le extraño, sentía un taco en el pecho, intuía que ese día el ambiente era diferente, había una atmósfera pesada que reinaba a pesar del brillante sol, era el olor a sangre, destrucción y muerte.

Toc, toc. -Adelante.- Habló Georges volviendo a sus deberes. -Julia, ¿pasa algo? Tu hija o... ¿Rose Mary?- Pregunto él. 

-Señor, mi hija, ella quiere pelear y yo no soy quien para impedírselo. Ya ha perdido muchos sueños.- Los ojos de la mujer se posaron en él, a lo que Georges bajo su mirada. -No la culpo, sé lo que es enamorarse y perder a tu ser amado, también lo que se siente ser rechazada y olvidada.- La mujer se sentó en un pequeño asiento cerca al fino escritorio. Georges la observó con pena. -Tú mejor que nadie conoces mi vida y... yo la tuya, lo difícil y frustrante que es perder el ser amado.-  Julia se refería a su maestro Martin. -Georges, yo estaba enterada de que mi hija entrenaba a escondidas desde algún tiempo atrás, pensé que eso en algún momento se le pasaría, que era un capricho, pero no fue así, y ahora solo quiero que sea feliz, permítele que participe en una pelea, solo una de exhibición claro, que al menos tenga esa experiencia, te lo pido como un favor.- Era la suplica de la mujer. -Tal vez y así sepa si realmente es lo quiere o no.- Dijo Tulia frente a Georges. -Solo te pido que no sea a muerte.- Terminó ella. 

-Eso justamente es lo que me preocupa Julia, ya que no sé si la Gladiatrix de García cumpla con no matarla.- Respondió Georges. 

- ¿Tienes a alguien más para la chica? Preguntó Julia. 

-Por desgracia no.- Respondió Georges. Él lo meditó por un momento. -Bien trataré de arreglar algo con García, que sea solo de exhibición y espero que no pase a mayores, pero será bajo la responsabilidad de ambas.- Georges se levantó y salió del recinto con la mujer. 

Albert no estaba en los alrededores, cosa que le extrañó a Georges,  paseaba su mirada sin éxito. - Hijo ¿y Albert?- Preguntó el lanista. 

-No lo sé padre, debe estar en su celda.- Dijo Estear, que revisaba algunos carros de batalla, ya que ese día habría competencias de velocidad. 

- ¿Albert?- Georges tocaba la gruesa puerta sin éxito. 

-Señor debemos hablar- se oyó la voz de Terry a sus espaldas. 

- ¿Qué hiciste Terry?- Georges puso su atención en él. 

-Señor yo... vamos a mi cel...- Terry no pudo terminar la frase. 

-A ti te quería ver, maldito.- interrumpió el salvaje. Terry cayó de espaldas y Albert se lanzó sobre él sin dejarlo reaccionar. Georges trató de separarlos, lo cual era casi imposible. Terry con la guardia baja no supo cómo reaccionar, era su amigo, como hermanos y ahora lo estaba golpeando si saber el por qué. 

- ¡Ya basta! ¿Qué te pasa Albert?- Georges trataba de contenerlo sin éxito. Tras el escándalo y el forcejeo los demás llegaron y Tom con dificultad levantó a Albert, quién le dio un par de golpes más al atacado, pero Terry no se los devolvió. - ¿Qué pasa contigo Albert?- Gritó Georges al ver que estaban contenidos. Albert sólo observó a Terry que se limpiaba la sangre de su boca y de una de las fosas de su nariz. Albert viendo que todos estaban presentes, incluso los alumnos de la otra escuela y el mismo García dijo -créame, maestro, se lo merece y mucho más.- Terry pensó que ya sabía que había sido descubierto, bajando su rostro se inclino y pidió perdón ante todos. Lo cual dejo el lugar en completo silencio. Este gesto hizo que la furia de Albert se aplacara un poco. 

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