Cap. 4

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TW! Suicidio

Beomgyu siempre se recordó con una familia feliz, su padre, su madre y su pequeño hermano Mingyu, su mayor adoración en la vida. A pesar de que tan solo fuera dos años mayor que el, Beomgyu había cuidado a Choi Mingyu con toda su alma. El realmente amaba mucho a su hermano.

Mingyu era unos centímetros más pequeño que el, tenía el cabello castaño, la piel pálida y unos ojos marrones oscuro, iguales a los de su madre. Aunque lo que siempre destacó de su hermano fue lo tan aplicado que era en la escuela, Mingyu tenía exelentes notas, un genio indiscutible con un futuro brillante. Sin duda todos tenían las mayores expectativas para Choi Mingyu, era el orgullo de sus padres e incluso del mismo Beomgyu, quién siempre cuido de su hermano con todo su alma. Por eso es que siempre mantuvieron una buena relación.

Recuerda como ese día lo había llevado al cine porque sentía que su hermano estaba pasando demás tiempo en su habitación estudiando y aunque en un inicio este le dijo que no tenía tiempo, Beomgyu logro que Mingyu lo acompañará. Recuerda que pidieron palomitas de mantequilla y dos sodas, las favoritas de Mingyu y cuando la película terminó, se toparon con una máquina de peluches, que después de varios intentos, Mingyu saco un osito color café claro y se lo regaló a el, diciéndole que lo abrazara cada vez que extrañada a Mingyu. Beomgyu sonrió y lo llevo de nuevo a casa.

Pero nunca pensó que esas palabras tendrían tanto peso como ahora.

Era viernes por la noche, sus padres posiblemente aún no regresaban de trabajar y Beomgyu, después de tener una discusión con su hermano, estaría regresando a casa después de hacer comprás.

Debía admitir que Beomgyu aún se sentía bastante furioso por la situación, a su hermano no le costaría nada levántese de su habitación e ir a hacer la comprás para la cena, pero eso le dijo que no, una y otra vez.

—Mingyu estoy devuelta —anunció Beomgyu una vez entro a casa y dejo las bolsas en la cocina —Baja para que me ayudes con la cena —gritó.

Espero 10 minutos pero Mingyu no bajo.

—Mingyu, te estoy hablando —gritó nuevamente pero nadie respondió.

Beomgyu tomo la decisión de subir las escaleras, dirigirse a la segunda puerta del pasillo y abrirla para pedirle a su hermano menor que bajará. Pero cuando realmente abrió la puerta, todo pasó tan rápido que un momento le hizo cuestionarse cómo es que había terminado ahí.

Su hermano estaba en la silla de su escritorio, tenía un bolígrafo en su mano y en la otra encontró un bote de pastillas. Beomgyu pensó que se había quedado dormido, pero cuando toco su mano fría y sintió su falta de pulso y respiración, el mundo de Beomgyu callo poco a poco.

—Mingyu, despierta, por favor —abrazó el cuerpo de su hermano —Mingyu no estés jugando con estás cosas, sabes que no es divertido —Beomgyu intento mover a su hermano, subiendo su cabeza en busca de que esté respirara de nuevo, pero no lo hizo, su cuerpo, a pesar de estar tapado con un suéter de lana por el frío, no logro calentarse. Su cuerpo estaba pesado y no tenía respiración —Mingyu, no puedes dejarme, lamento lo que dije, pero por favor, no me dejes —Beomgyu ni siquiera se resistió en no soltar lágrimas, solo podía llorar y aferrarse con fuerza al cuerpo de su hermano, ya ni siquiera estaba intentando que este respirara, sencillamente, su mente se quedó en blanco.

No supo en que momento su padre llegó a casa y entro en la habitación preguntando alternadamente que está pasando. Beomgyu ni siquiera pudo explicarlo porque ni el mismo sabía que estaba pasando.

Luego, una vez más, en un parpadeo, estaba sentado en un asiento de hospital esperando la noticia sobre el estado de salud de su hermano. Sabía que posiblemente dirían que el no tenía posibilidades de vivir pero Beomgyu se aferraba a la idea de que Mingyu volvería, así como se aferró al cuerpo de su hermano cuando lo encontró, así como se aferró al suéter de lana que le habían quitado a su hermano una vez entro en el hospital, ese mismo suéter dónde encontró un papel arrugado con la letra de Mingyu pidiendo perdón.

Entonces Beomgyu también tuvo ganas de morir. Su pequeño Mingyu, a quién se supone que debía cuidar con el alma, ya no estaba. Quizás si se hubiera quedado un poco más, quizás si hubiera sido más atento, quizás si no hubieran tenido esa discusión ¿Algo hubiera cambiado? ¿Por no sé había dado cuenta antes?

Beomgyu cerro sus ojos nuevamente y cuando los abrió, estaba en su habitación, sus ojos estaban húmedos y sus cabellos despeinados. Solo había sido una pesadilla que solía tener en varias ocasiones.

Se levantó de su cama y camino hacia la cocina, pasando por las escaleras y observando todo. La habitación que alguna vez le perteneció a su hermano, la habitación que sus padres compartían antes de su divorcio. Lo fría y vacía que a veces se sentía esa casa no era por el clima, era por la ausencia de una persona.

—Buenos días Beom ¿Que tal dormiste? —su mamá lo saludo con una sonrisa.

—Todo bien aunque aún tengo sueño —respondió Beomgyu mientras se sentaba en el sofá —¿Ya te vas? —

—Si, ya se me está haciendo tarde —dijo su madre mientras tomaba sus cosas —¿No tienes que ir a la editorial hoy? —

—No, es mi día libre. Pero si saldré un rato, quiero comprar algunos sacos.

—Está bien, cuídate mucho ¿Si? Avísame cuando salgas y cuando regreses a casa —Beomgyu asintió —Adiós, te veo en la noche, te deje el desayuno en la mesa y traeré comida para la cena —

—Cuídate mucho mamá —su madre beso su frente y salió de casa.

Beomgyu suspiro suavemente cuando vio a su madre cerrar la puerta. Quedándose una vez más solo, no supo en que momento quedarse solo en casa paso de ser una alegría a una tristeza. Quizás porque antes Mingyu lo acompañaba y no tenía que comer completamente solo.

Maybe | Taegyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora