Capítulo 07

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Desperté para encontrarme con un Murat, profundamente dormido, con el pelo despeinado y desnudo. Su respiración era calmada y cualquiera pensaría que es un ángel dormido.

«¿Qué es lo que tanto te aterra, Murat?»

Pensé mientras lo miraba dormir pero tenía que irme. Bostecé para entrar al baño, darme una ducha y ponerme un bóxer junto con un polo de Murat acompañado de mis tenis.

Me arreglé el pelo para notar que Murat seguía dormido profúndame.

Bajé las escaleras para encontrarme con Sarah, la cual estaba preparando desayuno.

— Buenos días, ¿puedes pedirme un taxi?—salude y ahí mismo le pregunté para verle una sonrisa cálida en su rostro.

— Buen día, claro no hay problema pero..¿Murat sabe que te vas?—me preguntó y negué con la cabeza.

«Pregúntale algunas cosas»

— Está dormido y no quiero despertarlo —le comenté—. ¿Murat te dio órdenes de cómo tratarme?

— Algunas pero es normal porque..—se acercó más a mi—. Nunca lo había visto tratar a una chica en la manera que te trata a ti, mucho menos dejar que una mujer duerma en su cama.

— ¿Porqué?

— Todas se acercan a él por dinero y supongo que tú no eres así, porque noto que eres diferente a las demás —me sonrojé.

— No imaginaba eso pero...gracias —le susurré—. Seguiremos hablando luego porque tengo que ir a trabajar.

— Gracias por querer hablar conmigo —fruncí el ceño—. Todas las que han venido, me gritan o me humillan por lo menos, Murat no ha estado presente.

— No tengo porque humillarte, eres hermosa y cumples con tu trabajo —dije dándole un abrazo—. Puedes contar conmigo para lo que sea.

— Gracias señorita Asya —sonó el claxon de un carro

— Debe de ser el taxi y solo Asya —dije caminando hacia la puerta.

Llegué a mi apartamento para encontrarme con Annie dormida al lado de la caja de chocolates. Reí.

Me cambié porque me había duchado en casa de Murat. Opte por unos jeans, una camisa blanca y unos zapatos puntiagudos. Peine mi cabello para hacerme ondas y tomar mis cosas para irme al trabajo.

Decidí pasar por la oficina de Kerem.

— Buenos días, ¿puedo pasar?—le pregunté al verlo concentrado en su ordenador. Se levantó rápidamente al verme.

— Buen día, Asya —dijo acercándose para darme un beso en la mejilla—. Claro, pasa.

— Quiero ofrecerte una disculpa por lo que Annie había interrumpido ayer —dije apenada y soltó una risita.

— No debes disculparte por eso, luego lo recompensaremos —asentí.

Creo que debería de hablarle de Murat, tampoco quisiera que se ilusionara más de lo que está.

— Tengo algo que decirte —me interrumpió.

— También tengo algo que decirte pero las damas primero...

— Señor Kerem...—nos interrumpió su secretaria. Kerem puso sus ojos en blanco.

— Ahora no, estoy ocupado —dijo y la chica no se fue.

— Es algo de urgencia, señor.

— Ve, tranquilo, podemos hablarlo luego —dije con una sonrisa forzada.

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