Epílogo

433 37 14
                                    

Tres años después:

— ¡El campeón es Murat Özer! —anunció el presentador y grité de la emoción.

— ¡Ese es mi esposo!-grité y todos me miraron—. Lo siento pero, ¡es mi esposo maldita sea!

— ¡Mamá eso no se dice! —dijo Eliah

Había pasado tres años en los cuales Murat y yo estábamos unidos para toda una vida completa. Altas y bajas, como todos los matrimonios pero el amor, era más fuerte que todo.

Nunca me detuve, después de dar a luz a mi pequeña Eliah, puse mi propia empresa de Marketing online, en la cual, hasta mi hija es modelo en algunos anuncios mientras su padre es un boxeador reconocido a nivel mundial.

— Vámonos al camerino —dice Edkin mientras tomaba a su sobrina en sus brazos. Era parte de su debilidad.

Camine detrás de Edkin para entrar al camerino de Murat y recordar el día que nos conocimos, solo que, esta ves, ya no estaba curándose una herida y echando maldiciones.

Si se preguntan por la madre y la hermana de Murat. Se mudaron en Estambul después de que Murat le rogara tanto que salieran de esa ciudad pero se decidieron cuando su hijo, le regaló su primera casa.

— ¡Papá! ¡Papá! —gritó Eliah emocionada y Murat sonrió al escucharla—. ¡Ganaste!

— ¿De qué me perdí? —preguntó alguien y miramos hacia la puerta para encontrarnos a Annie comiendo golosinas.

— De todo —contestó Murat tomando a nuestra pequeña en sus brazos—. Ese bebé te tiene más en el aire que el mismo Edkin.

Si, Annie estaba embarazada de Edkin y va a ser su primer bebé. Ya se pueden imaginar cómo está de antojada e histérica por todo.

— Felicidades por el campeonato —le felicitó Edkin dándole un abrazo y Murat lo miró por unos segundos.

— Creo que te llevas todo el mérito porque no hubiera sido nadie...sin ti —dijo Murat y sonreí—. Gracias por creerme en mi y por ver lo que nadie pudo ver.

— ¿Qué vamos a cenar? —preguntó Annie y reímos.

Murat se acercó para tomarme de la cintura y besarme en los labios.

— Guácala —Eliah hizo una mueca y reímos

— Felicidades campeón, te lo mereces — dije dándole otro beso en los labios.

— También me merezco uno u dos hijos más —dijo mirándome pícaro y reímos.

— Murat, la prensa te espera —avisó Edkin y Murat dejó a nuestra hija en mis brazos.

Murat salió con una sonrisa, de esas que nunca le había visto porque su vida estaba completa. Boxeando y amando, como lo hizo el resto de su vida.

Nota:

¡Gracias! Gracias por leer esta novela hecha con todo el amor del mundo para ustedes.

¿Quieren más novela?

Déjenme saber en los comentarios.

Boxing Donde viven las historias. Descúbrelo ahora