No sabía que pensar y mucho menos que decirle en este caso. Algunas personas pasan una noche en la cárcel por exceso de alcohol pero nunca imaginé que Murat había hecho algo tan...grave.
No sé por cuánto tiempo estuve mirándolo en silencio mientras él, se que no sabía que hacer tampoco.
— No sé que decirte...—susurré mirándolo y el asintió.
— ¿Quieres irte?—preguntó y negué con la cabeza.
— ¿Por qué piensas que quisiera irme?—le pregunté y puse mi mano en su mejilla para que sus ojos marrones me mirara—. Quiero saber absolutamente todo porque todos en algún momento cometemos errores y no quiero alejarme de ti. Quiero saber todo de ti pero no es el lugar apropiado para hablar de esto.
— ¿Vamos a mi casa?—preguntó rápidamente y lo miré.
— Sabes perfectamente que si llegamos a tu casa no vas a querer hablar —dije divertida—. ¿Quieres ir al parque?
— Está bien.
Murat, esperó que el mesero le entregara su tarjeta de crédito para irnos al parque, donde nos sentamos en una banca.
Soltó un suspiro y empezó hablar.
— Mi padre tenía problemas con el alcohol y era adicto a los juegos, apuestas —lo miré fijamente para que continuara y se puso frente a mi—. Nací en una pequeña ciudad de aquí de Turquía y desde pequeño veía como mi padre trataba a mi madre, cuando mi madre me decía que las mujeres son tan delicadas como las flores.
— ¿Cómo se llama tú madre?—le pregunté y se le iluminaron los ojos.
— Bahar —contestó—. Crecí viendo a mi padre golpear a mi madre hasta que un día...
— Si no estás listo, tranquilo —dije tomando sus manos.
— Una noche llegó borracho y empezó a maltratarla, fue cuando tome la valentía para caerle a golpes porque la había tirado por las escaleras —me susurró y tragué saliva.
— ¿P-porque no llamaste a la policía?—le pregunté y él negó con la cabeza.
— No estaba pensando en otra cosa que no sea mi madre y esa vez, más de la cuenta.
— ¿Qué...
— Mi mamá estaba embarazada —susurró y bajé la mirada—. Después de matarlo a golpes, llame a la policía por mi mamá pero no sabía que estaba muerto, era apenas un adolescente y...algunos policías lo conocían pero no hicieron nada por mi. Fui a la cárcel de menores donde pase muchas cosas.
— ¿Dónde conoces a Edkin?
— Al salir de la cárcel, no sabía dónde estaba mi madre y estaba sin rumbo. Una noche iba a dormir en la calle pero estaba cerca de donde se hacían peleas clandestinas...fue donde Edkin me dio techo esa noche —dijo pensando—. Le tuve que contar lo que me pasó y me dijo que no me iba a dejar solo...fue entonces donde comenzó a entrenarme para ser boxeador.
— Por eso, no sabía quién eras cuando te vi peleando —dije llamando su atención—. Cada vez, Annie y yo vamos a una pelea porque nos gusta.
— Luego de eso, fui haciendo peleas luego ganando dinero para convertirme en lo que soy hoy...gracias a Edkin.
— ¿Has intentado buscar a tu madre?—le pregunté y él negó con la cabeza.
— Tendría que volver a esa ciudad, no recuerdo cómo se llama y revivir todo eso aunque con el dinero que recaude los primeros meses pude limpiar mis cargos y estar limpio.
— ¿Por eso nunca te he visto sonreír ni reír?—pregunté. El asintió.
— Luego de que estoy viéndote, todo ha dado un cambio —fruncí el ceño—. Nunca había regalado flores ni chocolate y mucho menos verme con la persona que tuve sexo.
— ¿Y que me hace especial?—pregunté cerca de él y me miró por unos segundos.
— Siento paz contigo y todo es diferente —dijo poniendo un mechón de pelo detrás de mi oreja. Me sonrojé.
— Yo...
— ¿Quieres ir a Estados Unidos conmigo?—me preguntó y levanté mis cejas—. Tengo una pelea muy importante y quiero que me acompañes.
— ¿Porque quieres que te acompañe?—pregunté.
— Para ver si aparte de paz, me das más suerte —susurró para besarme.
Mordió mi labio inferior para provocar que soltara un gemido. Era un beso diferente, era el primer beso lento que Murat me estaba dando y sentía que habían mariposas dentro de mi estómago.
Tomó mi rostro entre sus manos para profundizar nuestro beso, el cual debimos de romper por nuestras respiraciones agitada y porque estábamos en un lugar público.
Sonreí y entonces pasó algo que nunca iba a olvidar.
Murat estaba sonriendo también y era una hermosa sonrisa. De impulso, lo abracé con todas las fuerzas que tenía por la emoción que me había causado su sonrisa.
— Tú sonrisa es hermosa, perfecta —le susurré.
— Alguien la provocó, maldita sea —dijo sonriendo. Quería derretirme.
— ¿Cuando nos vamos a Estados Unidos señor Özer?—pregunté.
— Hoy, en la madrugada —contestó—. Debo de llevarte al trabajo aunque no quiera.
— Cierto.
Murat me tomó en sus brazos para irnos a su auto, donde me sentó en el asiento del copiloto y condujo hasta mi trabajo, donde decidí bajarme rápidamente dejando atrás a Murat.
Encontré a Kerem, en mi oficina.
«Mierda»
— Kerem —susurré acercándome y se volteó rápidamente para acercarse a mi.
— Hey, ¿donde estabas? Te iba a invitar a comer para que hablemos —dijo tomándome de la cintura. Trate de soltarme.
— ¿De que quieres hablar?—pregunté y Kerem sonrió.
— Quiero un nosotros, Asya —me quedé congelada al sentir sus labios sobre los míos.
Kerem, mi jefe, me acaba de besar y no sabía que hacer pero por suerte se despegó frunciendo el ceño mientras miraba hacia la puerta.
— ¿Quien es usted y en que lo puedo ayudar?—preguntó Kerem y tragué fuerte porque era Murat.
No sabía dónde meter la cara. Lo había visto todo y yo como una pendeja congelada.
— Mi nombre es Murat y me ayudas quitándole tus malditas manos de encima —dijo Murat furioso y tomó a Kerem por su camisa dándole trompadas.
«Lo va a matar si no lo detienes»
— ¡Murat basta!—le grité y se detuvo rápidamente para acercarse a mi, furioso.
Su respiración era rápida y sus puños estaban cerrados. Sus ojos estaban oscuros y llenos de rabia.
— ¿Lo defiendes, eh? Apuesto que es el tal Kerem que mencionaste la otra noche —me gritó.
— ¡Todo no resuelve con violencia!—le grité.
— ¡Vete al diablo con todo y Kerem, Asya! —me gritó y mis ojos se aguaron.
Salió dando un portazo y miré a Kerem, el cual tenía la nariz y la boca partida, un ojo casi morado pero sobre todo estaba sonriendo forzado.
— Vete al diablo tú también, Kerem —susurré saliendo rápidamente de mi oficina para ver si alcanzaba a Murat.
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Boxing
FanfictionEl oscuro pasado de Murat Özer, se escondía en el boxeo. La prensa no conocía su historia. Solamente él, por vivirla y su manager. Asya Deniz, era fanática de las peleas, por lo que, una noche acude a una de las que participa Murat, pero ninguno se...