P a r a n o i a

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Mis pies descalzos al entrar en contacto con la arena se sienten fríos en ésta clara noche de Abril.

Calma, tranquilidad, o al menos eso es lo que aparenta el paisaje que observo; la playa, la arena, las palmeras que a penas se mueven por la ligereza de la brisa, la luna resplandece contrastando con su fondo; el cielo plagado de constelaciones que se reflejan en las cristalinas aguas del mar...

El mar infinito ante nuestros ojos y tan aparentemente tranquilo que casi parece vacío. Solo es una fachada, no sabemos lo que realmente desea esconder en sus profundidades abismales.

Continúo caminando hasta llegar a la orilla, dejando que solo mis pies puedan sentir el agua.

¿En serio quiero hacer ésto? ¿Me dejaré consumir por lo que he evitado a toda costa durante toda mi vida?

Soy solo un soldado sin entrenamiento ni armamento que quiere adentrarse en territorio desconocido y sin refuerzos. Mi destino es la muerte, o la salvación. Entraré al mar.

Es oscuro, aterrador y al mismo tiempo tan tentador, te atrae, te atrapa, te dejas consumir en cuerpo y alma aún sabiendo que lo único que sabrás con certeza es que no puedes saber a donde te llevará esa decisión. Debo hacerlo, ya no tengo nada que perder salvo la cordura, si es que aún me queda algo de ella.

Me adentro en el agua y nado con desesperación hasta que mis brazos comienzan a arder y me canso. Frío, oscuridad, miedo. me detengo cuando ya no puedo sentir el suelo y me arrepiento de mi decisión, me falta el aire y la oscuridad me rodea. ¿A dónde debo ir? ¿Qué debo hacer?

 Escucho voces, tengo miedo de que puedan ser los seres que habitan en estas profundas y desconocidas aguas, esos horrores abismales de proporciones descomunales que causan los terrores mas profundos de cualquiera que si quiera se atreva a imaginarlos se esconden todos aquí, donde no los puedo ver.

Decido zambullirme, es eso o volverme loco en la superficie. Me escabullo, o eso intento, me empieza a faltar el aire, vuelvo a la superficie y pierdo la cuenta de cuantas veces he intentado volver a estar en sosiego pero me escandalízo al oír el frágil silencio que solo es interrumpido por mi agitada respiración que a pesar de ser tan frágil y lenta, en la soledad del inmenso océano es como el sonido de tambores de guerra.

Con el pasar de los segundos, y sin darme cuenta, la presión, el frío, el silencio y la paranoia me hacen quedar en un profundo trance que va cortando poco a poco mi respiración hasta que muero siendo yo mismo el causante de mi inevitable muerte y no los monstruos que creía ver.

Nota: Me gustaría aclarar unas cosas si quieres continuar leyendo esta historia:

1. Será actualizada semanalmente (O eso intentaré) sin ningún orden en específico.

2. La mayoría de los microcuentos no tendrán continuación, a menos que sea requerido o el público lo pida con mucho empeño. ;)

3. No tendrá un final como tal, publicaré todos los microcuentos que tengo hasta ahora y los que escriba en un futuro.

4. Los microcuentos no tienen un tipo de narrativa especifica, algunos son en primera persona, otros en tercera.

5. Algunos microcuentos pueden tener escenas consideradas inapropiadas para menores de 13 años; cómo violencia, asesinatos, suicidios, etc. Lea bajo su responsabilidad

6. No me hago responsable de traumas :)

Recuerden votar, comentar que les ha parecido y compartir la historia. Besitos<3

Alma inestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora