𝟎𝟏

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𝐄𝐋 𝐄𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐑𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐁𝐎𝐒𝐐𝐔𝐄






UNA CHICA PELIRROJA  se encontraba en el bosque practicando su habilidad con la espada con un fauno al que ella consideraba su padre, Aeneas. Mientras, Raissa, esposa de Aeneas y madre de Cyrene recogía frutos del bosque.

──¡Vamos Cyr! ──animaba su padre chocando las espadas. ──¡Defiéndete como te he enseñado! ¡Vamos! ──fueron unos choques más hasta que la chica se despistó un segundo y en seguida acabó en el suelo. Aeneas se acercó y apuntó con su espada a su hija con una sonrisa. ──¿Qué te he dicho siempre?

──En combate no hay distracciones. ──recitaron a la vez con una sonrisa. El fauno tendió una mano a la chica y ella la acepto. 

Un crujido de una rama alertó enseguida a la familia. Aeneas y Cyrene volvieron a empuñar sus espadas avanzando hacia el sonido del crujido lentamente. Raissa sacó  una daga y se quedó cerca de la cabaña. Escucharon más crujidos y cuándo creían estar cerca, ambos alzaron sus espadas listos para atacar y soltaron un grito de guerra, pero una voz los detuvo abruptamente.

──¡Eh! ¡Soy yo! ¡Buscatrufas! ──el tejón parlante apareció alzando sus patitas hacia arriba para que se detuvieran. 

──¡Buscatrufas! ──exclamo Aeneas guardando su espada en su vaina. Se agachó con sus patas de cabra y estrechó su mano con la pata del tejón. ──Cuánto tiempo, viejo amigo, ¿Qué te trae por aquí?

──Estaba recogiendo unos frutos que me faltan y pasaba por aquí cerca, vine a saludar. ──sonríe el tejón.

Cyrene se agachó y abrazó al tejón. ──Buscatrufas, te he echado de menos. ──el tejón le devolvió el abrazo cariñosamente.

Cuándo Aeneas y Raissa presentaron a la bebé a la sociedad Narniana, a algunos no les terminaba de agradar la idea de que una Telmarina habitara en sus tierras, pero finalmente, accedieron al saber que la abandonaron. Y todos estuvieron encantados con la niña. Aeneas y Raissa, al no saber su nombre, decidieron ponerle Cyrene  porqué les parecía a una ninfa, justo lo que su nombre significa. Y desde que Cyrene tuvo uso de memoria, siempre recordaba al tejón en su infancia.

──Pequeña Cyrene, yo también me alegro de verte. ──miró a la chica. ──Has crecido mucho.

──Un poco. ──bromea la pelirroja. 

Aeneas sugirió que Buscatrufas se quedara a pasar la noche en la cabaña, pues ya era casi de noche y no querían que volviera a su casa a oscuras. 






Al salir el sol, Cyrene se levantó, se vistió con un vestido largo de un color neutro y salió sin despertar a nadie. Pero vió a su amigo tejón yéndose.

𝐓𝐇𝐄 𝐊𝐈𝐍𝐆𝐒 // 𝔭𝔯𝔦𝔫𝔠𝔦𝔭𝔢 𝔠𝔞𝔰𝔭𝔦𝔞𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora