𝐓𝐇𝐄 𝐊𝐈𝐍𝐆𝐒 // 𝔭𝔯𝔦𝔫𝔠𝔦𝔭𝔢 𝔠𝔞𝔰𝔭𝔦𝔞𝔫

𝟎𝟒

𝐋𝐀 𝐓𝐎𝐑𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀

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ESTABAN EN LA BOCA DE LA TORMENTA, navegando en busca de esa isla.  La tripulación se encontraba a cubierta ayudando, pues la tormenta dificultaba su navegación. Caspian y Cyrene habían dejado su camarote real a Lucy y a Gael, para que pudiesen descansar mejor. 

El barco se movía de lado a lado debido a las fuertes y grandes olas, mojando la cubierta. Sólo se escuchaban los truenos, las olas y los gritos de la tripulación. Cyrene estaba en la letrina, mareada a más no poder. Eso confirmaba que, si, era cierto que estaba embarazada. Y lo reconfirmaba más, cuándo se dió cuenta de que su periodo no había bajado en poco más de tres meses. 

Caspian no encontraba a su esposa, por lo que se estaba volviendo loco. No había hablado con ella desde su pelea hacía horas. Preguntaba a cualquiera que se le cruzara en su camino dónde podía estar, pero nadie lo sabía. Temió lo peor cuándo la idea de que se hubiera caído por la borda cruzó su mente. Pero lo descartó, porqué si alguien se hubiese caído, se sabría al instante. 

Entró dentro del barco, empapado por la lluvia. Fue al camarote a ver si estaba con Lucy y Gael, pero solo estaban ellas dos. 

Se le ocurrió de mirar en el baño, pero la puerta estaba cerrada con pestillo y no cedía.

──¿Cyrene? ──preguntó Caspian. Pero no obtuvo respuesta. 

La reina estaba sentada en el suelo, hecha un desastre, con su cara entre sus manos y los ojos rojos del llanto. 

──Déjame Caspian. ──murmuró con la voz temblorosa.

Caspian se alivió al saber que estaba allí, pero también se preocupó al ver que estaba encerrada.

──¿Cyrene? ¿Qué pasa cariño? ──preguntó otra vez.

Caspian sólo escuchó sollozos y su preocupación aumentó. Intentó abrir la puerta a la fuerza pero no. 

──Por favor Caspian, déjame sola ahora. ──habló.

──No, no, no. Cyrene ábreme la puerta. ──ordenó. Estaba sumamente preocupado por ella, no sabía lo que le pasaba. No le importaba que estuviesen enfadados el uno con el otro, solo le importaba que ella estuviese bien. ──Ahora.

Cyrene volvió a sollozar. Quería estar sola, pero en el fondo necesitaba a Caspian. ──Caspian... ──murmuró entre sollozos.

──Cyrene voy a tirar la puerta a bajo. ──dijo. 

No escuchó nada más que el llanto silencioso de ella, así que, con esfuerzo, rompió el pomo de la puerta, abrió el pestillo y entró. Vió a su amada sentada en el suelo, al lado de la letrina. Despeinada y con sudor en la frente. Se arrodilló frente a ella.

Cyrene respiró hondo intentando no marearse otra vez. ──Caspian...

──Cariño, ¿Qué pasa? ──apartó su pelo de la cara.