Capítulo 1

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Era una noche tranquila en la ciudad de México, a pesar de la hora tan avanzada que era, aún había movimiento en las avenidas principales de la ciudad. Caso contrario a las calles pequeñas y alejadas del centro las cuales siempre lucían solitarias.

De pronto la paz y quietud que las recorría fue interrumpida por el sonido de cristales rompiéndose en una casa cercana. De la ventana que se había roto salieron dos sombras quienes comenzaron a correr mientras uno de ellos cargaba una mochila.

—Te dije que tuvieras más cuidado, ¿cómo se te ocurrió entrar en la habitación de los dueños? —regañó el que sujetaba la mochila a su compañero, quien corría presuroso a su lado y volteando a sus espaldas con un arma en la mano por si alguien los seguía.

—Mala idea. Lo sé, pero creí que habría cosas más valiosas ahí dentro y tenía razón. —respondió señalando a la mochila que su compañero sostenía.

—Aun así, fue tu culpa que nos descubrieran. Tú y tu pendeja idea de buscar bajo sus almohadas. —dijo con gesto de desaprobación, o al menos eso parecía ya que llevaba la capucha de su chamarra sobre su cabeza y un cubrebocas negro que cubría la mitad de su rostro.

El otro chico solo soltó una risa. Usaba un atuendo parecido al de su compañero, ya que era necesario para el trabajo que desempeñaban. Continuaron corriendo hasta llegar a un barrio bastante solitario y peligroso, y sin decir nada se dirigieron a una de las casas del lugar.

Su hogar se veía muy descuidado, incluso algunas de las ventanas estaban rotas, siendo tapadas por unas sábanas. Entraron encendiendo la luz revelando un interior bastante limpio pero muy pequeño, solo había una cama y un sillón, los cuales se encontraban muy pegados a lo que era la cocina.

—Borra esa cara de amargado, Daniel. Estamos ilesos.

—No gracias a ti. —contestó el joven llamado Daniel dejando la mochila en el suelo mientras se quitaba la chamarra y el cubrebocas dejando ver su cabello café desordenado, bastante largo.

El otro chico también hizo lo mismo mostrando cabello muy corto de color negro, dejó su chamarra en el suelo y tomó entre sus manos el botín.

—Veamos que tenemos aquí. —mencionó sentándose en el sillón y abriendo la mochila, pero antes de que pudiera sacar lo que había dentro fue interrumpido por el otro joven quien le arrebató la mochila de las manos.

—No tan rápido, Teo. Yo lo haré. —mencionó Daniel tomando asiento y sacando lo que habían robado. Eran solo un par de fajos de billetes, un reloj de oro y algunas alhajas.

—Excelente, ¿puedo quedarme con el reloj? —preguntó Teo tomando el objeto para mirarlo más de cerca.

—Claro que no. Sabes que esto no es para nosotros. Aun con lo de hoy, falta mucho dinero para pagar nuestra deuda, por lo que necesitamos cada centavo. —respondió seriamente haciendo que su compañero agachara la cabeza con tristeza.

—Esto es una mierda.

—Anímate, algún día seremos libres de esos tipos. Ahora mejor vayamos a dormir, mañana iré a llevarles esto. —Daniel guardó lo que habían robado en la mochila antes de recostarse en el sillón, ya que Teo se había apropiado de la única cama del lugar. Mientras esperaba quedarse dormido <cosa que su mejor amigo lograba en menos de cinco minutos> se puso a fumar un pequeño cigarro de marihuana con la esperanza que el efecto adormecedor lo hiciera caer. Aún no podía dejarlo a pesar de que ese era el origen de todas sus desgracias desde su huida del orfanato.

A la mañana siguiente despertó viendo que se encontraba solo, ya que Teo se había levantado temprano para irse a su trabajo. Uno que a duras penas podía conservar y a pesar de ser mal pagado, le ayudaba a mantenerse ocupado.

De Buena y Mala FamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora