Capítulo 14

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Daniel se encontraba corriendo por toda la empresa de Karina. La mujer solo llevaba un día en Los Ángeles, aun así, se aseguraba que el chico siempre tuviera algo que hacer. Por lo que ahora siempre estaba corriendo de un lado hacia otro sin descanso.

—¿Es todo lo que la señorita Contreras quiere hoy? —Le cuestionó una de las empleadas al momento de recibir varios diseños en sus manos.

—Así es, aunque puede que en el transcurso del día lleguen más instrucciones. —señaló el joven antes de mirar su reloj y salir corriendo hacia otro departamento de la empresa. Debía atender algunos asuntos acerca del álbum de la rubia. No sabía nada de ello, sin embargo, Karina se había encargado de hacerle saber con exactitud que era lo que se debía cambiar y que no habría que tocar.

Esa reunión comenzó se extendió por varias horas causando que Daniel juntara toda su fuerza de voluntad para no caer dormido frente al personal de la empresa.

Comenzaba a anochecer en la ciudad cuando sus tareas terminaron, por lo que tomó sus cosas para dirigirse a su casa. Estaba a punto de llegar, cuando recibió un mensaje del señor Mora quien lo solicitaba con urgencia en el bar, por lo que, incapaz de ignorarlo y esperando que no fuera nada malo, tomó el rumbo hacia el lugar de la cita.

—Hasta que llegas, Daniel. Creí que habías decidido ignorarme. —habló el hombre cuando vio llegar al joven a su oficina, este tomó asiento frente al escritorio mirándolo.

—Lo lamento, señor. Estaba un poco ocupado, pero aquí me tiene. ¿En qué puedo ayudarle?

—Hace varias semanas que no vienes a traerme dinero, ¿ya se les olvido la gran deuda que tienen?

—Claro que no. Hemos estado ahorrando, es solo que el proceso ahora es más lento. —respondió cuidándose de no sonar maleducado o con miedo por aquellas reuniones.

—¿Lento? ¿Acaso ahora roban casas de rodillas? —cuestionó el señor Mora entre risas.

—Decidimos no robar más, sin embargo, no tiene nada de que preocuparse. Tendrá su dinero completo y a tiempo. —Daniel respondió a su pregunta sin que su voz sonara entrecortada, aun sentía terror de estar frente al hombre. Este suspiro antes de levantarse de su escritorio y acercarse al muchacho.

—Es una lástima. Tenía planeado que volvieran a la casa del sujeto Montemayor y ahora sí, trajeran lo que les pedí, pero si esa es tu decisión, parece que solo gastare saliva pidiéndoselos. —señaló el hombre posando su mano izquierda en el hombro del joven—. Tendré que conseguirlos de otra manera. Tal vez mande a uno de mis ineptos por ellos.

—¿No está molesto, señor? —preguntó Daniel con cuidado, después de todo tenía al hombre frente a frente y cualquier cosa que dijera podría molestarlo.

—¿Por qué lo estaría? Por el contrario, admiro su valentía. No cualquiera entra como si nada a esta oficina para decirme que dejaran de seguir mis órdenes.

—No era nuestra intención desobedecer, señor. Es solo que varias cosas han cambiado en nuestras vidas.

—Lo comprendo. Después de todo, no es sencillo estar de novio con una de las cantantes más famosas del país. —soltó causando que Daniel levantara la mirada aterrado. El hombre soltó una pequeña risa antes de continuar—. ¿Creías que era un secreto? Me subestimas, pequeño Daniel. Yo sé todo lo concerniente a las personas que trabajan para mí. Verás, hace algunas semanas encontramos a un periodista que había comenzado a seguirte, tomando fotos tuyas y de tu noviecita. Nos encargamos de él por supuesto, así que ahora estás en deuda con nosotros porque esas imágenes no estarán en la red y televisión por un largo tiempo. —Daniel había comenzado a temblar al mismo tiempo que el señor Mora señalaba hacia un rincón de la oficina con su dedo. En ese lugar se encontraba el cadáver de un hombre, que parecía haber sido golpeado hasta la muerte.

De Buena y Mala FamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora