Capítulo 23

9 3 0
                                    

Los tres jóvenes que conformaban el equipo de rescate se acercaban sigilosamente hacia la entrada de la bodega, donde, sin ninguna duda, se encontraban Victoria y Daniel cautivos. La falta de luz en ese lugar les ayudaba mucho a no ser descubiertos y esperaban poder entrar sin levantar ninguna alarma.

—¿Qué hacemos ahora? Nos arriesgamos a entrar por aquí, o buscamos otro camino. —sugirió Mariana oculta junto a los otros dos cerca de una grupo de cajas de madera que les daba la cobertura necesaria para espiarlos sin ser vistos.

—Si vamos por el frente es posible que los alarmemos más rápido, pero si tratamos de buscar otra salida y nos tardamos más tiempo en localizarlos puede que sea tarde para rescatarlos. —señaló Teo sin quitar la mirada de la bodega que se alzaba frente a ellos, Andrea solo estaba a un lado sin decir palabra mientras sus ojos viajaban por sus alrededores, se sentía bastante inquieta al estar sin hacer nada.

—Tengo una idea. —Volvió a hablar la líder del grupo capturando la atención de los dos jóvenes, quienes la miraron con curiosidad—. Volveré al auto y lo usaré para captar la atención de los guardias. De esa forma podremos ver si estos dos son los únicos que están es este lugar, o si adentro hay más.

—Eso es peligroso, si comienzan a disparar es posible que salgas lastimada. —intervino Andrea asustada de lo que una de sus mejores amigas planeaba, sin embargo, en los ojos de Mariana se mostraba una seguridad enorme.

—Tengo que hacerlo. Ustedes saben disparar armas, yo no, además puedo usar la distracción para atraer, no solo a esos matones, sino también a la policía y de esa forma hacer que los atrapen. —Continuó hablando la líder del grupo haciendo un ademán para levantarse y regresar al auto, sin embargo, fue detenida por Andrea quien la tomó del brazo.

—Prométeme que tendrás cuidado. —pidió la morena, su líder solo asintió con la cabeza antes de regresar y entrar al vehículo.

Lo que sucedió a continuación fue bastante rápido. Mariana aceleró con dirección a la bodega casi arrollando a uno de los hombres. De inmediato fueron tras ella junto con otros tres sujetos que se encontraban dentro del complejo subiendo a un par de autos y saliendo a toda velocidad detrás de la mujer.

Teo y Andrea esperaron otro par de minutos escondidos en caso de que salieran más guardias, al ver que no había movimiento, entraron con las armas listas para rescatar a sus amigos.

Dentro del lugar, Daniel se encontraba sin poder apartar la mirada del cuerpo del sujeto que, apenas hace unos minutos, había estado amenazando a ambos jóvenes. Lo sacudió varias veces al hombre intentando que recuperara el conocimiento sin ningún resultado. El subordinado más cercano del señor Mora estaba muerto y el culpable había sido el muchacho.

—Lo maté... Oh por Dios lo mate.

—Daniel, no fue tu culpa, solo te defendiste. —Victoria trataba de calmar al ex ladrón con sus palabras, podía notar como el miedo lo invadia por lo hecho—. Debemos salir de aquí antes de que alguien más vuelva.

—Pero, yo nunca había matado a nadie. Fue demasiado fácil. —musitó mirando sus manos cubiertas de sangre. No podía apartar la mirada del rostro deshecho del hombre hasta que escuchó la voz de Victoria.

—Escúchame, no fue tu culpa. —declaró la muchacha con voz conciliadora con la esperanza de ayudarlo—. Él trató de dañarte y solo te defendiste, ¿de acuerdo?

—Sí, tienes razón. —dijo el chico saliendo de su trance y levantándose para soltar las ataduras de Victoria con las manos temblorosas. En el instante que la chica se vio libre de las cuerdas lo abrazó con fuerza. Daniel ocultó su rostro en el hombro de la chica tratando de olvidar lo que acababa de hacer, justo en ese momento escucharon un fuerte estruendo fuera de la bodega seguido por el chirrido de llantas y varias voces hablando a gritos.

De Buena y Mala FamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora