Es un día agradable para boxear

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NARRADOR OMNISCIENTE

Daymán llevó a Adrián a su segundo lugar favorito en la tierra, la academia de box. Lugar donde todos sus hermanos habían pasado, se lo tomaron como un pasatiempo, luego de aprender técnicas de defensa. De ese modo, Daymán era defendido de personas crueles. Sin embargo, el gusto por aquel deporte fue dejado con el tiempo, pero retomado al pasar de los años.

El motivo real por el cual dejaron el box, era la empresa familiar. Se volvió la prioridad, a la vez un lugar que Daymán detesta y daba gracias a su destino por no ser el sucesor. Su padre había tomado las riendas de la familia cuando perdieron a su madre. Desde entonces, el señor Robert se enfocó en fortalecer a su familia, por ese motivo todos siguieron un protocolo de vida. Dónde deportes, entre otros cursos fueron aplicados a sus hijos con la finalidad de formar una mejor experiencia para sobrevivir en el trágico mundo.

Sin embargo, el carácter y la terquedad se implantaron en los siete hermanos. Por eso cada uno cumplió sus metas, claro que sin dejar de lado el rendimiento de la empresa. Como Riso, él es chef y destaca en el tenis, Carlo es abogado y se formó como corredor de autos. Marcus, un psicólogo y beisbolista. Incluso Peter, director ejecutivo y boxeador profesional. Peter por ser el mayor debía cumplir con dirigir la empresa. El cabecilla de la familia, pero no le importó y también se enfrentó a su padre.

Hasta Damián, su gemelo. Estudiante de marketing y administración de empresas, se dedicaba al fútbol. Aunque con esa actitud de mujeriego le traería problemas más adelante. Lo mismo para Daymán, por fortuna él hizo de las suyas en otro país y difícil sería encontrar con alguna de esas aventurillas en España.

Qué suerte tienen algunos.

Él camina de la mano con el lindo rubio, que escucha atentamente lo mucho que le agrada el boxeo y sonrió cuando percibió su entusiasmo. Ambos estaban a una cuadra del local, por cada paso la preocupación de Adrián aumenta.

—Este deporte es uno de mis favoritos, espero que también te agrade.

—No lo sé —negó preocupado—. No es de mi agrado ver a gente golpear a otros.

—Es un deporte como cualquier otro, siempre saldrás lastimado. Solo es cosa de preparación —encoge sus hombros como señal de desinterés en ser golpeado.

—No estoy seguro, mi hermano es un boxeador profesional y al final de cada torneo la sangre escurre por sus rostros —una sensación angustiante albergó en su pecho.

—No es tan grave, es parte del oficio —despreocupa, pero es malo hasta para consolar—. Verás que no están horrible, si lo ves de otra forma, existen técnicas defensivas. Eso nos protege de los golpes, aunque claro no siempre haremos eso, debemos obtener puntajes para ganar, así que debemos atacar.

—Eso no me ayuda —hizo un mohín.

—Ya verás, entremos —ingresan al amplio establecimiento.

Adrián brinca al ver tantos hombres corpulentos, de gran contextura. El pelinegro le aprieta la mano dando apoyo—. Yo vine aquí a mis diez años.

Él O Él, No Hallo La DiferenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora