Soy yo otra vez

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DAYMÁN

Soy yo otra vez.

No cabe duda de ello. Yo y mi rubio o mi rubio y yo nos estamos divirtiendo a lo máximo, fuimos al Barrio del Born. Un animado punto de encuentro durante el día y la noche para beber, bailar, correr, comer y vomitar. Incluso nos mojamos en la fuente de la plaza. Fue divertidísimo.
Esto es súper mega híper divertido. De verdad extrañaba los viejos tiempos, tampoco es que sea un alcohólico, no, jamás de los jamases. Solo por ser el primer día en renovar mi antiguo yo. Por supuesto eso no significa que vaya cometer una locura, ni a dañar a nadie. Estoy cuerdo sí, me pase un par de tragos, sí. Adrián está igual que yo o peor.

—¡Siiiiii, Woo! —grita en todo el camino de regreso.

—Nene nunca me había divertido tanto.

Corremos de la mano, reímos y sudamos. De seguro apestamos, aunque no cambiaría esto por nada. Estamos cerca al hotel donde nos hospedamos, a simple vista puedo ver a mis hermanos allí. Están esperando por mí, joder con esto es claro que nos metimos en problemillas. Cuando llegamos al hotel todos nos miraron con mala cara. Y pues Nico no es una buena opción para hacerlo enfadar. Con esto arruine el viaje y querrán regresar a casa.

—Dijiste que lo traerías para la pijamada —mi cuñada me reclama.

—Esto fue mejor que una pijamada. Lo recomendó mi psiquiatra.

—¿En serio? Pues ve tú solo y no arrastres a mi hermano a tus locuras —uy, si estoy en problemas—. Tu hermano me habló de eso. Pero no arrastres al mío a tus terapias.

—Cuñadito —le hablo con confianza, no debería provocar al hombre, pero soy un bocazas—, tú mismo dijiste que no querías que fuéramos una pareja apegada. Estoy cumpliendo con ello.

—Genial —oyeron su sarcasmo, va a golpearme—, aleja a tu hermano o le golpearé en la cara.

Ven. Ya provoqué a la bestia.

—Atrapa al tuyo que va a caerse —señala Peter.

—Tranquilos recuerden que vinimos a pasar de maravilla —ayuda Carlo. No le conviene hablar, porque él es otro al que le gusta el alcohol, no en exceso. Todos tienen un límite y no abusan de ello.

—Sí, chicos. Un par de tragos no les hará mal. Tendrán un poco de resaca, pero eso es todo —Riso y su razonamiento. No hay duda que es el más cerebro, por su gran capacidad del cálculo. Él ve números por todos lados y en cualquier situación.

—Ya cállense que aquí nadie va a golpear a nadie. Son los suficientemente maduros para razonar y no ir a los goles brutos —me parece o Marcus acaba de insultar a mi cuñado. Ya lo tiene hasta la coronilla y de seguro le soltera un buen puñetazo en cualquier momento sin que se lo espere.

—Lo dices porque tú detestas tomar, un trago no hace daño a nadie —Miguel es el peor, el si regresa a casa en las madrugadas borracho y con mujeres. Espero se cuide bien no vaya a ser que termine embarazado a alguien. Arruinara su vida, porque el mismo dijo que no quiere tener hijos y yo respeto eso. Pero por cómo va, tendrá un hijo en menos de lo que se espera.

—Tal vez un regaño y castigo sería suficiente para ellos, no hay porque llegar a los golpes —esa irritable voz. ¿Ese hijo de puta aún no se ha largado de aquí? Vale calma, no puedo cabrear me después de una agradable noche.

En eso Adrián me suelta bruscamente la mano y se acerca hasta el chico que ya olvidé su nombre, creo que si me pasé de copas porque olvidé quien era. ¡Woah! Adrián va directo hacia él y tira de su cabello. No soy el único sorprendido. 😳

Él O Él, No Hallo La DiferenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora