La visita (Jung Hoseok)

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Jiyu

Podía escuchar los gemidos por todo su departamento, me quite el abrigo y fui por una copa de vino, camine hasta la habitación de él, cuando abrí la puerta me recargue en el marco bebiendo, la chica rebotaba sobre el miembro de Hoseok, este me miró y solo sonrió.

—¿Te falta mucho? —la chica se cubrió y dejo de moverse —oh no tranquila, puedes continuar, solo no gimas así, es de mal gusto, no es una película para adultos.

La chica se bajó de Hoseok y tomo sus cosas para salir del departamento.

—Acabas de arruinar mi diversión de la tarde.

—No me importa necesito hablar de algo —me gire para salir del cuarto —vístete.

Me regresé a la cocina, volví a llenar mi copa y di otro trago más. Hoseok salió solo con una bata encima, camino hasta a mí me acorraló contra la barra de la cocina y me quito la copa para dar un sorbo.

—¿Qué es tan urgente?

Me concentre en su cabello, lo tenía más largo y algunos mechones grises, le cubrían la frente totalmente, metí mis manos, sentía aún los rastros de sudor en su cabello.

—Lo dejaste crecer.

—Jiyu —puso la copa aun lado y me miró a los ojos —No viniste aquí para hablar de mi cabello.

Hice mi cabello aun lado y le mostré parte de mi mentón, cuando notó el moretón, se giro molesto.

—¡Lo voy a matar!

Lo abrace por la espalda.

—No vine aquí para que tomarás represalias contra él, quería estar un momento con mi amigo.

—No puedes pedirme que me quedé de brazos cruzados.

—Se molesto, porque decidí terminar con él.

De soltó de mi agarre, me acaricio lo inflamado.

—Debemos ponerte algo, no dejaré que tú bello rostro tenga cicatrices.

Tome su dedo pulgar y lo metí a mi boca.

—Supongo que celebraremos tu soltería.

Me cargó en hombros y dio una nalgada.

—Las únicas marcas que debes tener en el cuerpo, son por el sexo, déjame te demuestro como lo hacemos los hombres.

Regresamos a la habitación, me arrojo a la cama para subirse después empezando a pasar sus labios por mi cuello, bajando con su lengua viperina hasta mi escote.

—Siempre hueles tan bien y el sabor de tu piel no cambia.

—¿Aún recuerdas a qué sabe?— sentí una ligera mordida entre mis pechos —ha pasado tiempo.

—Dos años, tres meses y seis días —tomo la abertura del vestido y tiro con fuerza con ambas manos desgarrando la ropa —¿Cómo lo olvidaría? —siguió dejando besos por mi vientre hasta llegar a mi entrepierna —si a cada zorra que me follo le pongo tu rostro —tomo el elástico de mi ropa interior con los dientes para bajarla —pero ninguna eres tú.

En eso sentí la primera lamida en mi entrepierna, haciéndome arquear la espalda como si hubiera recibido una descarga eléctrica, sus dedos abrieron mis labios vaginales para darle acceso a su objetivo, el cual tomo primero entre sus dientes y después succionó un poco.

—¡Con los mil diablos!

Subí las piernas a sus hombros y jalaba si cabello mientras el seguía torturando mi clítoris con su lengua experta y sus labios delgados, bajo una de mis piernas para poder meter un dedo. Mordí mis labios cuando empezó a moverlos, mis pezones empezaban a doler de lo duro que estaban al tener este nivel de placer y excitación.

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