27. Sombra insigne

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—¿Cuál es el precio? —al caminar sin rumbo por el supermercado, Dax —que se había perdido en el inmenso establecimiento—, se me acercó de imprevisto. Llevaba media hora perdido, disque se fue al área de golosinas para llevar unas cuantas a la fogata que haremos hoy en la noche. Sí, hoy mismo.

Si no lo recuerdas te hago memoria: ayer Matt me avisó que haríamos una fogata, a la cual todas las sombras están invitadas. No me talló la idea con lujo de talles, solo me lo dijo así nomás, supongo que quiere mantener en suspenso lo que tiene planeado.

Y no, ni a sus hermanos les ha querido decir algo al respecto.

—Tu dedo está cubriendo el precio, Dax. Últimamente andas muy distraído, será que... —mi cara se envuelve en un descomunal gesto de picardía, es evidente que mi amigo se nos enamoró, damas y caballeros. El responsable de sus constantes distracciones se llama Threk, sí, otro sombritas.

—Será que estás peor que yo, porque lo que estoy tapando es la ficha nutricional.

En efecto, él está jodido por amor, pero yo estoy peor.

¿Pero quién los manda a enamorarse?

Mi conciencia tiene razón, pero como yo me mando solita, no hay problema.

—Cállate y sigamos.

Tal vez fui demasiado dura, pero no tenemos tiempo. De todos modos, Dax ríe bajito, de tantas veces que me conoció encolerizada, ahora lo toma con humor.

Matt me explicó cómo funciona el tiempo el tiempo en la dimensión que eligió como destino. Allá las noches duran dos horas. Dos, pero dos horas que se sienten como 6 aquí. El tiempo y espacio es algo complejo que, incluso para el mismo Matt fue difícil de explicar.

Asher en cambio, nos dijo antes de que viniéramos de compras que él ya había estado en esa dimensión, pero nunca de noche. Asher no nació en esta dimensión, él mismo me lo comentó mientras desayunábamos, bueno, de hecho, se lo comentó a todos mientras devoramos nuestros desayunos artesanales ordenados en línea porque nadie tenía energías para cocinar. Y se entiende, se entiende perfectamente.

Por lo visto Asher tiene una historia que contar.

Fueron semanas las que nos llevó curar a los heridos de las secuelas de la disputa entre yo y mi hermana cuando estaba convertida en R7 y no en Adelle. Por fortuna no hubo muertes como saldo de semejante desastre.

Caminamos con tranquilidad por el pasillo de los aderezos líquidos en polvo, Dax como siempre con el impulso de echar a la cesta todo lo que le alcance la vista.

Un parpadeo y la luces se apagan, Volteo hacia atrás y preocupada pregunto:

—¿Sigues ahí?

—Sí y no pienso mover mi trasero de aquí.

Podría haberme reído de tan seca y a la vez chistosa respuesta a la vez, pero estar rodeada de una turbia interrogante de al parecer nada me deja sosegada y petrificada.

Desde que conocí a los chicos, el que se apague la luz, se rompa un plato de la nada, una puerta abriéndose sola, luces parpadeando, carros que aparecen de la nada, queriendo atropellarte, voces misteriosas que pueden volverte loco, sombras moviéndose de un lado a otro y vidrios en el suelo son una mala señal.

A menos de que se trate de la sombra de alguien que yo creo reconocer —gracias a la humilde claridad que se asoma por el tragaluz de la tienda—, aproximándose.

Así es, hablo de Matt.

—¿Era necesario todo el drama de la "luces fuera" para hacer tu entrada triunfal?

I N E L U D I B L E  [Shadows #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora