Dia ocho: Estrías

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Se miraba al espejo con detenimiento, su vientre ya era bastante más grande que hace una semana. Estaba de costado viéndose fijamente, tocando las zonas donde ya habían comenzado a aparecer las estrías, no creyó que hicieran acto de presencia. Pues su cuerpo producía cantidades grandes de colágeno y elastina equivalente a lo que se exigía a si mismo gracias al suero de súper soldado. Pero ahora la producción resultaba ineficiente y escasa solo para dos humanos, por fin apareciendo las líneas en su piel estirada. Pasó sus dedos muy suavemente sobre la zona baja del abdomen, era demaciado curioso lo increíble que llegaba a ser su cuerpo, en seis meses su bebé había crecido mucho y su barriga era el indicativo de ese crecimiento. Y pensar que hace menos de seis meses estaba tan angustiado de que se notará y dejara en evidencia su secreto de ese entonces. Todo por haber tenido miedo de que Tony no quería tener hijos a inicios de su relación, aunque más que eso fueron por sus propias inseguridades hablando, porque. En ningún momento Tony había mostrado falta de interés en la comunicación, bien pudieron hablarlo tranquilamente desde un principio. Pero todo en ese momento era un camino a oscuras para el rubio, ahora el castaño estaba más que encantado con la idea de una familia y él también lo estaba. Tocó varias zonas ahora llenas de estrías, incluso habían aparecido en sus pectorales, pues éstos comenzaban a crecer cada vez más por su cuerpo que ahora estaba en camino de producir leche, ahora eran casi el doblé de su tamaño normal, sus pezones estaban algo más grandes y la aureola estaba rojiza por el estiramiento constante. Tocó esas zonas también, ardían un poco por lo sensible de su piel en esas partes de su cuerpo.  No sabía si a Tony le gustarían estás marcas, él mismo las encontraba lindas, por qué para él significaban el crecimiento de su retoño en su vientre. Había tenido los tirones en los muslos y ahora también en la zona úterina, se sentían como un apretón o presión del útero y abdomen que no duele. Esta es la manera en que el útero se prepara para el trabajo de parto por lo que le había dicho la doctora. Estiró la mano hacia la cama para alcanzar su camisa deportiva, era varias tallas más grande que las que acostumbraba a usar pues era lo más cómodo de usar, se sentó en la cama y trato de agacharse para alcanzar los tenis deportivos. El crecimiento de su bebé había entorpecido sus reflejos e interrumpido muchas de sus actividades diarias, con cada día que pasaba su rendimiento físico iba a piqué, su única solución fue inscribirse en un programa de maternidad que incluían ejercicio y yoga, al menos así podría mantenerse más activo para no caer en pensamientos negativos como el ser un inútil por su condición de embarazado, que era el más común. Logro alcanzar los tenis después de haberse movido de tal forma que no pudiera aplastar su vientre sin lastimar alguna otra parte de su cuerpo, suspiro pesadamente y por fin se puso los tenis, apoyo ambas manos en la cama, mirando su vientre, si ya era difícil ahora, no quería pensar como sería cuando tuviera ocho meses.

—Capitán, le sugiero que se apresure si es que quiere llegar con tiempo y que la señorita Romanoff pase por usted—. Jarvis le informo, miro al techo como ya era costumbre, ahora tenía que levantarse.

—Gracias Jarvis, en un momento me levanto.

—¿Necesita ayuda? ¿Desea que llame a alguien?—Ante la sugerencia de la I.A, frunció el ceño e hizo el intento por levantarse, con la mano apoyada debajo de su vientre e impulsandose hacía adelante, Ya estando de pie, sonrío orgulloso de haberse levantado sin sufrir algún mareo o chocar con la mesita de noche.

—Yo puedo solo Jarvis, muchas gracias por el ofrecimiento. Yo te aviso si llego a necesitar ayuda de camino al elevador—.Sonrio para meterse al baño y lavarse los dientes.

Sus encías bajaron su hinchazón por el cambio hormonal que sufrió los primeros meses, luego de lavarse y peinarse. Salió del baño para buscar su maletín con un tapete para yoga, una botella con agua, una toalla y un cojín por si no encontraba manera de estar cómodo en alguna silla. También llevaba su teléfono, billetera y la tarjeta de acceso a los pisos superiores de la torre. Todo estaba dentro, se aseguró de que nada le faltará, se cargó el maletín en el hombro y fue de nuevo al baño, tomó un frasco de pastillas. Tomo dos y las metió en su boca. Su cuerpo al no producir el suficiente hierro y calcio para poder abastecer la demanda que le exigía su cuerpo por el embarazo. Tenía que tomar medicamento específicamente él, un super soldado, así se evitaba tener algún tipo de anemia que le dificultará el resto del trimestre y el que estaba por venir. Salió del baño y de la habitación que compartía con Tony, se dirigió al elevador el cual se abrió gracias a Jarvis quien estaba pendiente de su caminó, sonriente entro y espero a que las puertas se cerrarán. Al cerrarse por el leve movimiento del elevador, se tambaleó al no tener un punto de apoyó estable, ya había tenido este problema anteriormente y eso que solo estaba parado como normalmente lo habría echo desde que se mudo a la torre, pero era muy diferente entrar a un elevador sin estar embarazado y mantenerte en pie en una posición, que estar embarazado y entrar en el elevador para ponerte en la misma posición que siempre tomaste. Pues el centro de masa se estaba desplazando hacia adelante y eso lo hacía más torpe de lo usual. Salió del edificio, más específicamente al estacionamiento de éste, ya que ahí le esperaba Natasha con ropa deportiva y aparentemente cómoda, con un maletín como el que él llevaba. La pelirroja le sonrió como solo ella solía hacer y le abrazó a modo de saludo, era raro para él ya que no solía haber este tipo de contacto por parte de la espía, quien ahora solo parecía una amiga acompañando a su amigo embarazado a un curso de maternidad. Nada fuera de lo común, pero ellos sabían que no eran comunes en ningún aspecto.

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