Día nueve: Habitación del bebé

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¿Contratar a un diseñador o decorar la habitación por tí mismo? Esa era la cuestión.

Tony era quién quería contratar un diseñador de interiores, para decorar el cuarto del bebé y Steve quería decorarlo él mismo, había sido una batalla campal por ver quién tenía la razón, pues tanto el rubio como el castaño querían hacer las cosas de diferente forma, siendo testarudos y sin dejar de aferrarse a la idea que tenía cada uno. Steve quería hacerlo él mismo, mientras que Tony quería contar a alguien para que el rubio no se esforzará demaciado, pero al final fue Steve quien ganó en esta ocasión. Toda la pelea solo habia durado una semana, semana que había sido difícil para los vengadores. Quienes habían estado rondando en la torre como si de una línea de fuego se tratase, podían luchar contra un ejército de Doom bots o estar bajo presión extrema, pero contra un súper soldado con un embarazo de siete meses y un genio millonario insufrible por el síndrome de couvade, no podían. Para fortuna de todos, Tony había cedido a la petición de Steve, quien con su buen humor de regreso, trajo nuevamente consigo a la mamá gallina que cuidaba de sus pollitos y que preparaba un abundante desayuno delicioso, pronto el piso de la pareja se llenó de encargos y pedidos de muebles, decoraciones y muchos juguetes que Steve había elegido, así como los litros de pintura que se necesitarían para pintar el cuarto con los diseños que el rubio se encargó de dibujar, ya era tiempo de decorar y arreglar la habitación del bebé, ahora que Tony había terminado las modificaciones y arreglos como la puerta que conectaba a ambas habitaciones. Y fue justo a tiempo, pues ya tenía siete meses, su energía bajaba cada vez más y muchas cosas se le dificultaban por su barriga, además del desplazamiento de su centro de masa. Era normal que sucedieran estás cosas, la mayoría de los síntomas del primer trimestre ya habían desaparecido y estaba en la recta final, los meses se pasaron como agua entre los dedos o como la arena arrastrada por el agua bajo sus pies descalzos, ahora ya ni siquiera podía hacer mucho esfuerzo. Tenía que hacer ejercicio moderado, por suerte asistía a los cursos y además de los talleres de artesanía, también hacían ejercicio y yoga, sin mencionar un levantamiento de pesas de apenas dos kilogramos, no era ni la mitad de lo que levantaba con anterioridad y no hacía mucho esfuerzo, pero al menos se mantenía activó. En su más reciente cita medica con su doctora, la mujer midió la altura de lo que se conocía como fondo uterino, eran treinta centímetros desde el hueso púbico hasta la parte superior de su útero, era bastante extraño para él este tipo de procedimientos. Pues hasta hace menos de un año había recibido la noticia de su embarazo, un acontecimiento fuera de todo pronóstico. Se suponía que era estéril en ese sentido gracias al suero que lo había curado, pero al mismo tiempo bloqueo esta parte de su organismo. O eso había dicho el doctor Erskine, era la guerra y no podía darse el lujo de un embarazo en ese entonces, al estar en la línea de fuego en los campos de batalla.

La ironía, es que ahora se encontraba pintando la habitación para su bebé en camino, con un overol de color café claro algo gastado y una camisa blanca. Manchado de pintura por todos lados, con un pincel en la mano pintando de negro unas líneas en un lindo tigre que parecía de peluche, estaba demasiado concentrado en su trabajo y estaba bastante cerca de la pared. Que solo al separarse para ver su trabajo desde la distancia, se dió cuenta del borrón de pintura que había más abajo, hiso una mueca inconforme con los labios y miro hacía su vientre, con manchas de pintura naranjas, blancas y algunos motes café oscuro. Le había sucedido de nuevo, era la cuarta vez en esas tres horas trabajando con la pintura, soltó un suspiro resignado y se limpio un poco el overol con un paño en una mano, la otra sin soltar el pincel. Una vez quitó el exceso de pintura de la prenda, tiro el trapo al lado de las pinturas que estaba utilizando. Para inclinarse un poco y así arreglar el desastre de pintura que había echo con su barriga prominente, tardo bastante y el resultado era exelente. Satisfecho dejo el pincel y la pintura, sonriendo al mirar su trabajo. Miró el lado de la pared donde Tony había estado pintando también, el castaño había echo un gran esfuerzo por no salirse de las líneas que Steve había dibujado previamente, sonrío con ternura y dejó lo que hacía por un instante. Su mano se dirigió hacía su espalda baja para brindar algo de alivio en esa zona y llevo otra por debajo de su vientre para estirarse solo un poco, era una fortuna haber echo muchas preguntas a la doctora o de lo contrario habría estado muy asustado cuándo estos dolores empezaron a aparecer, era la ciática lo que le dolía. Eso era un indicativo del crecimiento constante de su bebé y no era un dolor alarmante, era leve pero aún así era molesto, camino hacía el centro de la habitación y se sentó en una silla mecedora blanca pará descansar, estiró sus pies descalzos algo hinchados para poder sentir mejor alivio, se quedó ahí sentado meciendose y relajado. Pronto sintió como su bebé empezaba a patear, su ciclo de actividad se había reanudó. El rubio no hiso más que solo reír, estaba bastante claro que su bebé también tenía su mismo horario de comida y Tony ya se había tardado con el pedido que le había echó.

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