Día Diez: Comprás

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—Y uno, dos, tres y cuatro. Vamos sigan así!

La pelinegra no paraba de moverse con la rutina de ejercicio, el gimnasio estaba repleto de parejas siguiendo como podían la rutina, él estaba más que contentó al estar tan activo. Su cabello rubio pegado a su frente por el sudor, era uno de los pocos que seguían la rutina a la perfección y con tanta concentración, a diferencia de su pareja, quien ya estaba agotado de tanto ejercicio. En cuanto acabaron Tony fue el primero en llegar a sentarse y tomar la botella de agua, bebiendo por completo todo el contenido, sonrío y se sentó a su lado igualmente algo agotado, se acomodo mejor en la banca por los tirones en su pelvis y muslos, aliviando la molestia. El ejercicio ni siquiera era tan pesado, era lo mínimo de lo que hacía antes de su embarazo, pero tenía siete meses y era obvio que si condición física lo hiciera fatigarse más rápido. En cambio Tony, estaba posiblemente aún más agotado que él y eso que no cargaba con un bebé del porte de un balón de basquetbol. Tomo su propia botella de agua y bebió la suficiente para sentirse medianamente bien, su respiración levemente agitada por el movimiento, veía como las otras madres estaban más agotadas que él. Bueno, solo las que estaban más avanzadas en su embarazo, las que llevaban menos tiempo eran las que menos parecían cansadas. Por fin llegó la hora de la comida, una bastante saludable y sustanciosa, que comió con gusto a diferencia de Tony, quien apenas tocó la comida en el plato. Steve fue quien lo convenció para que probará la comida, poco después continuaron con los talleres de artesanía dónde su pareja se había robado la atención de muchas mujeres ahí, incluso se sintió un poco celoso al tener a todas esas mujeres esperando a que su castaño las mirara y luego le siguió el curso dónde ambos cambiaron pañales a un muñeco con forma de bebé, todo había sido bastante sencillo hasta ese momento. Era medio día cuándo por fin salieron del centro de maternidad, ambos vestidos de civiles, el rubio con una gorra y el castaño con una sudadera, sus lentes oscuros, pantalones casuales y zapatos cómodos, más para Steve quién llevaba una camiseta azul deportiva grande y un pantalón negro. Ambos caminaban por el centro comercial, pues aún necesitaban hacer algunas compras para él bebé que habían faltado, biberones, la pañalera, toallas, cobertores, el taburete para comer y ropa. Steve sabía que con los conjuntos que había comprado junto a Natasha no serían suficientes, incluso ahora podría hacer esto juntó a Tony y eso era lo que más lo tenía feliz. Poder pasar tiempo con su pareja de esta manera,  tomados de las manos pasaban de tienda en tienda, incluso llevando bolsas con ropa o con cajas dentro. Las cosas más grandes como muebles los dejaban para ser enviados por paquetería, pasaron frente a la tienda dónde Steve había tenido el insistente con la chica y lamentablemente el chico ya no trabajaba ahí, era una lastima ya que el chico parecía ser buena persona, la pasaron de largo al dirigirse a un restaurante para comer algo. Pasaban de las tres de la tarde, ambos sentados en una mesa al lado de la ventana del establecimiento, miró las compras ya echas y frunció el ceño, al parecer Tony lo había puesto en el carrito mientras él no miraba, demaciado astuto de su parte.  Debía admitir.

—¿Era necesario comprar un preparador de biberones? Tony—.No sabía si reír o cuestionarse seriamente si era buena idea dejar que su pareja dependiera de estás cosas, un biberón era sencillo de preparar.

—Es muy necesario, imagina esto. Tu te levantas en plena madrugada porque el bebé está llorando, tiene hambre y olvidé preparar los biberones antes, por lo tanto no hay biberones. Entonces tú usas el preparado y listo! Biberón echó, fácil, rápido y no necesitas ver si está muy caliente o muy frío, porque el mismo preparador tiene la temperatura exacta para no pasar por esas cosas....—.El castaño explico la situación como si estuviera en el escenario de la stark-expo explicando los productos e innovaciones tecnológicas de su empresa, incluso se vio convencido de quedarse con el producto, tenía que reconocer que su prometido era bastante bueno en esto de convencer a la gente y aunque no lo fuera, estaba bastante seguro que también decidiría quedarse con el aparato, parecía bastante útil. Sonrío negando con la cabeza suavemente, se acomodo en el asiento y posó su mano en su vientre, acción que ya se le había echó costumbre de realizar conciente o inconscientemente. Tony fue el primero en abrir el menú, lo vio leerlo detenidamente, analizando cada cosas que se ofrecía y posiblemente pensando que era lo más conveniente.

Primer Embarazo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora