Pasaron varios días y el día del juicio en donde mi tía se enfrentaría a mi progenitor llego y mi tía estaba más que lista para acabar con todo este asunto, mi tía consiguió uno de los mejores abogados de la ciudad para defender el caso.
Esa mañana tenía pensado no ir al colegio para acompañar a Jenna, pero ella se niega a que yo pierda un solo día de clases.
-En verdad quiero acompañarte-dije mientras terminaba mi desayuno.
-Me acompañarás en espíritu Querida.
-¿Acaso soy un fantasma?-pregunte con un poco de enojo.-Claro que no Querida, a lo que me refiero es que no hay necesidad de que vayas conmigo, sé que me apoyas.-dijo con dulzura.-ahora apresurate o llegaras tarde.
-Pero si aún falta 30 minutos para las 8.-dije mientras tomaba mi mochila y me dirigía hacia la puerta.
-Edith-dijo Jenna para llamar mi atención.
-¿Si?-dije en modo de respuesta.
-No permitiré que nadie te aleje de mi-dijo mientras me miraba directo a los ojos.-Lo sé-dije y salí de la casa.
Me esforcé todo el día en mantener mi atención en la clase, pero fue prácticamente inútil.-¡Hey!-dijo Allen para sacarme de mis pensamientos, el cual no sabía cuando había llegado a sentarse a mi lado.
-Hola-respondí en un susurro.-Edith, todo saldrá bien.-dijo para consolarme, sabía que se refería al caso que Jenna esta enfrentando justo ahora.
- Eso espero.-dije mientras una lágrima escapaba de mis ojos para rodar por mi mejilla.
El resto del día pasó bastante lento, pero cuando al fin ya era de regresar a casa, intente no perder tiempo y apresurarme a llegar. Iba tan rápido y tan apresurada por llegar que no me preocupe por mirar el camino.
-¿A dónde crees que vas?-dijo alguien con el que choqué mientras corría. Era Allen.
-Voy a casa-dije mirándolo para saber si estaba bien y emprender mi marcha de nuevo.-quiero saber que paso.
-Y lo sabrás, pero yo te llevaré a casa.-dijo mientras me tomaba mi barbilla y me obligaba a observarlo a los ojos.
Estaba tan pérdida en mis pensamientos que no me di cuenta cuando llegamos. Sólo se que salí sin despedirme de Allen y entré a la casa.
-¡Ya estoy en casa!-grite para hacer notar mi presencia.-¿Jenna?-grite para saber si se encontraba en casa.
-Hola Querida-dijo mientras salía de la cocina. Pude ver que tenía los ojos rojos como si hubiera estado llorando, pero no hay razón de llorar si ganamos, o eso me quería obligar a creer. Todo estaba ocurriendo a cámara lenta frente a mis ojos. Sabía que era lo que quería escuchar y lo que quería saber, pero no me atrevía a preguntárselo, tal vez por miedo, tal vez por cobardía.
-¿Qué sucedió en el juicio Jenna?-dije con voz calmada lo que mi mente gritaba en interior, quería respuestas y las obtendría.-¿Por qué tienes los ojos lloroso como sí estuviste llorando?-pregunte tratando de sonar calmada.-¿Por qué no me dices nada?-dije acercándome a ella, la cual empezó a llorar y eso no era buena señal.-Jenna por favor dime algo.-ahora usaba un tono de súplica, suplicaba por un poco de información que pudiera sacarme de aquella angustia.-¿Por qué no me dices nada?-volví a preguntar sin que haya éxito alguno.
-Edith, querida...-comenzó a decir.-Yo lo siento tanto...-continuó mientras sorbía y tenía respiraciones agitadas.-Yo...perdí el caso...perdí tu custodia.
Pude sentir como una Katana* atravesaba mi corazón.
-Pero...-comencé a decir hasta que mis piernas perdieron su fuerza y caí al suelo. Mi latido se ralentizaron, el tiempo se volvió lento, todo a mi alrededor se volvió lento.-Dime que es mentira-dije entre sollozos.
-Ojalá lo fuera Querida.-dijo mi tía al momento en que se sentaba junto a mi en el suelo y me abrazaba, juntas rompimos en llanto.
Mi tía me ayudo a empacar, debía partir esa misma noche.
Mientras empacábamos todo Allen me llamo por teléfono para saber que había pasado con el caso, no habían pasado 10 minutos cuando ya Allen había llegado.
Me abrazo al momento de entrar y posó sus labios sobre los míos en un beso corto, pero sin dejar de ser mágico.
-¿Cómo estas?-pregunto con sus manos en mi rostro obligándome a no apartar la mirada.
-Devastada.-me limité a decir para no romper en llanto, pero fue inutil.-No quiero dejarte, no quiero irme, no quiero...-dije, pero fui interrumpida por Allen, quien planto de nuevo sus labios sobre los míos solo que este besó duró más y fue más intenso que el anterior, es de esos besos que le das a otra persona cuando quieres que se callé y funcionó.
-Ya no llores.-dijo mientras secaba las lágrimas que continuaban saliendo de mis ojos.-Todo va estar bien.-dijo dirigiéndome hacia el sofá para que pudiéramos sentarnos.-¿Cuándo te iras?
-Esta noche...-dije mientras miraba al suelo y en eso sonó el timbre. Todos nos quedamos donde estábamos, ninguno de nosotros quería moverse.
El timbre de la puerta se volvió más insistente, pero todos nos quedamos inmóviles hasta que Jenna abrió la puerta.
-Vine por...-comenzó a decir hasta que fue interrumpido por mi tía.
-Se a que viniste...-interrumpió con voz calmada, pero llena de furia.-¿Dónde esta?-dijo buscándome con la mirada hasta que me encontró.-Edith debemos irnos-dijo dirigiéndose a mi.-¿Dónde esta tu maleta?-dijo un poco apresurado.
-Al pie de la escalera-susurre.
El se apresuro a entrar y tomar mis maletas y salir con ellas.
-Vámonos Edith, nos queda un largo viaje hacia Utah.-¿Utah?-dije confundida, nunca imagine que iría tan lejos.
Iba caminando hacia la puerta lentamente y no pude dejar de pensar que estaría 2,786.5km lejos de Jenna, y por supuesto de Allen. Pero si me iba a ir tenía que llevar un recuerdo, algo a que aferrarme, porque sé que volvería y lo haría por él. Así que di marcha atrás y lo bese, no me importo que nos observaran, en ese momento sólo estábamos Allen y Yo, fundiendonos en un beso que me quitó el aliento y me hacia querer respirar, pero no quería apartarme, preferiría morir ahogada en sus labios a tener que dejarlo, pero como todo lo maravilloso en mi vida nuestro beso terminó.
-Te Amo-me susurro al oído y salí por la puerta.
Glosario.~
Katana*: Espada samurái de filo único, curvado, de acero templado, tradicionalmente utilizado en la época del Japón feudal.
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El Cáncer de Edith
Novela JuvenilTodos en mi vida mueren o simplemente desaparecen, es como si mi propia existencia fuera una amenaza a la humanidad. Siempre estoy sola, porque creo que así puedo proteger a todos de todo lo que representa estar cerca de mí.