02: Tres es mejor que nada

567 55 24
                                    

 Al abrir mis ojos y toparme con la blanca almohada frente a mi casi olvido que no estoy en mi casa. Me estiro aún boca abajo antes de girar ligeramente hacia mi izquierda y verla.

Su solo presencia hace que mi pulso se acelere, y verla con el cabello desordenado me parece tan adorable.

Esta chica me tiene mal, pienso irremediablemente.

Después de esa reflexión de lo obvio simplemente prefiero levantarme de la cama e ir al baño a cepillarme los dientes. De regreso en la habitación tomo mi teléfono y mis audífonos y me dirijo a la cocina.

La casa está realmente callada, pero tiene sentido, ya que apenas son las ocho de mañana. Aprovecho que mi estómago me exige comida y me siento en el desayunador a disfrutar de un plato de cereal con leche.

—Adora —escucho bajito la voz de Margot mientras agita su mano frente a mí.

Me quito los audífonos y le pongo pausa al video que estaba viendo para prestarle atención.

—Buenos días, señora Weaver —la saludo alegremente.

—Buenos días, linda —me dice con una sonrisa—, ¿Qué planes tienes para hoy?

—En realidad no había pensado en eso —admito un tanto avergonzada—, aunque seguro mi madre querrá pasar tiempo en familia.

—Yo pensé que tu padre o ella ya les habían dicho. —La miro extrañada, al notar mi expresión ella sigue su discurso—. Tu abuela tuvo una pequeña caída y se lastimó el brazo.

Inevitablemente llevó mi mano a mi boca intentando ocultar mi preocupación. No hay que ser doctor para saber que a cierta edad una pequeña caída puede ser demasiado peligrosa.

—Tranquila hija, ella estaba bien, aparte del brazo. Solo usará una férula por un tiempo —me decía mientras frotaba mi hombro buscando reconfortarme—. Tu madre fue a cuidarla y no creyó que fuera necesario llevarlos con ella.

Aquello me resulta extraño, pues creería que mi madre nos llevaría con ella para ayudarla a cuidar a la abuela, tres pares de manos extras no suena como algo que ella rechazaría.

—Quería que disfrutarán de sus vacaciones —me dice con un gesto maternal—, eso incluye a tu padre.

Entonces recuerdo algo que los padres de ambas familias habían comentado el día anterior.

—¿Después de todo si fueron a jugar golf? —Le pregunto curiosa a la madre de Catra.

Ayer el señor Apolo y mi padre habían dicho que querían ir al campo de golf de la ciudad. Al parecer su cliente, el dueño de la casa, les había dicho que es bastante grande. Ella ríe antes de contestarme:

—Parecían niños la mañana de Navidad, se despertaron temprano y se fueron.

Ambas nos reímos. Todos habíamos sido invitados, pero nadie además de ellos tenían interés alguno por ese deporte.

—Tú y tus hermanos siéntanse libres de hacer lo que quieran, solo avísenme si deciden salir a algún lado, para estar enterada —me dice antes de darme la espalda para buscar algo en la alacena.

Pienso en que podría hacer hoy y leer todo el día no suena como una mala idea. Pero cuando estoy por comunicarle mis planes a la señora Weaver el malecón que se ve desde la ventana del cuarto viene a mi mente.

—Creo que saldré a caminar al malecón con mis hermanos —le comento animadamente a la mujer frente a mí, quien se ha sentado del otro lado del desayunador también a comer cereal.

—Bueno no creo que ni Adam ni mis hijos se despierten hasta pasado el medio día —me dice con seguridad antes de comer otra cucharada.

—¿Por qué? —Le pregunto curiosa.

De vacaciones con mi crush [Catradora AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora