El Matrimonio Kageyama & Un Jabalí

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Kageyama dejó que un respiro se adueñara de sus labios, sintiendo la sensación pesada en todo su cuerpo, al ver el pequeño regalo en el que se había visto sometido

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Kageyama dejó que un respiro se adueñara de sus labios, sintiendo la sensación pesada en todo su cuerpo, al ver el pequeño regalo en el que se había visto sometido. Desde que había decidido vivir en la parte alta de Miyagi y en sus afueras, Tobio podía decir que se acostumbró a muchas cosas. 

Hace años, cuando terminaban sus prácticas con los Adlers y llegaba algo tarde a casa, podía recordar vagamente como al subir por la pequeña ladera, a pesar de ya estar muy habitada llena de casas tradicionales, de vez en cuando y de lejos, llegaba a encontrarse con zorros . Ya no le sorprendía encontrarse con pequeñas ranas y sapos después de las temporadas de lluvias, o que el tanuki y sus tres bebés (llamados Ta-chan, Nu-chan y Ki-chan por Sora) a los que Hishou alimentaba cuando vivía en Miyagi, lo siguieran al confundirlo con éste al encontrarlos en su patio trasero que conectaba con el pequeño bosque exterior.

Sí, Tobio se había acostumbrado a todo. 

O eso creía...

Una noche nublada que avisaba que esa noche se la pasaría lloviendo, hizo a Tobio y Shoyo ponerse pálidos apenas salieron al patio, tras abrir la puerta corrediza que conectaba al patio exterior, en el sitio donde jugaban voleibol, donde Kazuya y Sora se correteaban y donde estaban los tendederos, con los dos uniformes de la Selección Nacional con el número 9 y 10 teniendo estampados el apellido Kageyama y otras prendas.

—Ya recogí el uniforme de Zu-chan y So-chan, las sudaderas siguen húmedas —contó Kageyama Shoyo, enseñando la cesta con la ropa bien doblada donde se mostraba el uniforme que su niño usaba para su club local de beisbol, y el uniforme de jardín de niños del pequeño Kazuya. Tobio asintió, apenas descolgando los pantalones cortos deportivos de color rojo de Shoyo, y dispuesto a doblarlos para colocarlos en el canasto.

Kageyama Tobio asintió en modo de agradecimiento, listo para poder abrir sus labios para decirle unas cuantas palabras, pero quedándose congelado al ver al visitante que había seguido a Shoyo de forma sigilosa.  

Un jabalí, un jabalí salvaje.

Kageyama sintió que todo el pánico y terror se iba entorpeciendo al ver al animal grande, poniéndose pálido y a punto de explotar.

 —S-s-sho... —Su voz le costaba trabajo profesarla, su mano se aferraba con fuerza a los pantalones cortos, y sus ojos desbordados, hicieron que Shoyo Kageyama se contagiara del pánico certero y temiera el simple hecho de mirar hacia atrás. Pero, a pesar de todo, lo hizo.

Con sus pensamientos ya preparados para encontrar algo aterrador y fuera de ese mundo, ciertamente, encontrar a un jabalí en su patio, a unos cuantos metros de distancia de su figura, lo hizo entrar en un pánico certero.

Un jabalí como de 150 centímetros de alto, bastante robusto y muy amenazante. Shoyo Kageyama experimento una sensación aterradora, una revoltijo certero en su estómago, su boca se abrió con fuerza, y todo lo comenzó a golpear directamente.

Cinco Son Multitud ³ [KageHina Family] | En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora