Daisy (Jason Todd)

Parte 5: opciones

DAISY FALCONE

Pasaron los días y realmente me sentía horrible, no podía sentir nada, era como si lo que me rodeaba no existiera. 

No recuerdo cómo ni por qué, pero terminé en uno de los barrios con mayor índice criminal, caminando durante la noche fría. Entonces un hombre encapuchado se acercó e intentó asaltarme, le di una patada y me soltó, pero eso no bastaría para detenerlo, lo miré por unos segundos y noté que olía a alcohol.

-Aléjate, maldito borracho- dije con desagrado.

Me giré y seguí caminando, pero entonces sentí que me jalaban el brazo, lanzándome al suelo. Me levanté y lo miré con molestia, enserio lo quería golpear.

-Papá, si no regresas te dejaremos dormir afuera- dijo una chica mirándolo con indiferencia.

A pesar de que era noche, noté que la chica era rubia y con unos centímetros más de altura que yo. Ella me miró y, al parecer, quería decir algo pero su padre se acercó a ella maldiciendo entre dientes, haciendo que ambos se sumergieran en la oscuridad de un callejón y desaparecieran de mi vista.

Seguí caminando y pasé por delante de la puerta de un bar, estaban viendo en televisión un noticiero en vivo, al parecer el Joker se encontraba dentro de una bodega con algunos rehenes.

BRUCE WAYNE

Estaba en la baticueva cuando el comisionado Gordon me llamó, el Joker se encontraba en una bodega con algunos rehenes. Me subí al batimóvil y fui hacia aquel lugar. Cuando llegué decidí entrar por el techo, pero ahí estaba una chica con un rifle francotirador.

-¿Qué haces aquí, Daisy?

DAISY FALCONE 

Tomé un rifle de mi casa y me dirigí a la bodega, con la intención de dispararle al Joker... en realidad me sorprendió que un policía no lo intentara antes.

Al llegar subí sin que lo notaran los policías que rodeaban la entrada y los reporteros. Me pareció demasiado tonto que no tuvieran rodeado el edificio, en lugar de la entrada pero ¿quién soy yo para juzgar la organización del departamento de policía?

-¿Qué haces aquí, Daisy?- preguntó Batman detrás de mi.

-¡El Joker mató a tu hijo y a muchas otras personas! ¿Por qué lo dejas seguir cometiendo crímenes?- pregunté con más tristeza que furia.

-No herirá a nadie estando en Arkham

-Va a escapar

-Si lo matas, serás igual a él

-No, él mata inocentes... pero si alguien lo mata, habrá matado al culpable

Hubo algunos segundos de silencio, Batman y yo nos mirábamos mutuamente.

-¿Sabes por qué Robin te dio un antifaz?

-No, dijo que tú me dirías

-Queríamos que te unieras a la batifamilia. Pensamos que eras lo suficientemente fuerte e inteligente como para no buscar una salida tan fácil y lo suficientemente honesta como para no seguir los pasos de tu familia, pero tal vez nos equivocamos, tal vez eres igual a ellos- dijo Batman con seriedad.

Lo matara o no, no sería igual a ellos. Pero me cuestionaba ¿enserio lo pondría a prueba? ¿enserio esto haría una diferencia? Jason no reviviría si el Joker moría, todo sería una venganza que no me haría sentir mejor. Se evitarían futuras muertes pero ¿quién dice que, si él muere, no llegará alguien más a seguir sus pasos? De cualquier manera, lo que sea que decidiera, no traería el bien que Gotham necesitaba.

-Sabes que escapará y te va a doler salir a buscarlo cada que quiera ponerte a jugar con él- le dije soltando el arma.

-Eres buena chica. Aunque Robin haya muerto, aún está la propuesta de que te unas a la batifamilia- dijo Batman casi ignorando lo que le acababa de decir.

-No, gracias. No quiero tener nada que ver con esto, así como nunca quise tener nada que ver con mi familia- dije con frialdad mientras me iba.

Salí de allí y no podía dejar de pensar en si tomé buenas decisiones: 

1.- No matar a uno de los criminales más molestos de la ciudad.

2.- Rechazar un puesto en la batifamilia.

Aunque tengo que admitir que no tenía muchas opciones, las demás eran: 

1.- Matar a Joker y que Batman me enviara a la cárcel .

2.- Aceptarlo y sentir que intentaba sustituir a Jason.

Las cuatro opciones eran malas, quizá no elegí las peores.

Volví a mi casa y me recosté en mi cama, me sentía cansada. Antes de quedarme dormida, giré la cabeza en dirección a mi mesa de noche, con la esperanza de ver de nuevo unas margaritas y una nota. Aunque claramente no llegarían más.