Capítulo 60

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Sin embargo, lo que empujó su cabeza hacia arriba de nuevo con esa sensación sucia fue '¿era ese bastardo?'

Sin una respuesta, sus pensamientos corrieron tenazmente uno tras otro. Inés nunca conoció hombres. Kassel todavía podía apostar todo su historial de aventuras al hecho de que tenía a alguien.

Incluso en su primera noche, aun cuando se comportó rígida y poco colaboradora, no habría sido fácil ocultar ni siquiera la naturalidad que sin saber la delataba. Porque esa noche fue muy larga. En cualquier caso, tanto si había una, diez o veinte personas, el solo saber que 'Inés tenía a alguien', a Kassel no le iba a importar. Porque, diez es mejor que uno, y veinte era mejor que diez. Pero no saber era lo peor.

Sólo uno.

Ser el único que rompió ese muro de hierro... Era una revelación terrible.

Sobre todo, porque no eran sus asuntos, por lo mismo que todo lo que quería saber era la verdad. El amante intangible de Inés. Qué pervertido le enseñó a Inés todo sobre el sexo.

Kassel miró por un momento, como si perforara la cara de Raúl. Cabello castaño dorado, ojos grises, esa mirada interior glamorosa, una pizca de snob desgastado. Kassel juzgó que esa era la típica cara pecaminosa. Pero cuando veía a Inés, esos ojos se llenaban de envidia como si estuviera viendo la cosa más hermosa del mundo—se atrevía a ponerle todo el cariño sublime, así que aun cuando le sobrevino el honor de hacer cosas así con Inés, Kassel estaba como, '¿Cómo te atreves, Inés, en serio? No soy solo más que una erección para ti ' Parecía que estaba a punto de llorar.

Estaba claro que conocía el tema por sí mismo y la adoraba lo suficiente como para poder tener una erección, y eso era simplemente molesto. Si se mantenía en una postura tan noble, en qué se convertiría cuando tuviese una erección de vez en cuando...

No puedo ganar...

¿Ganar?

Kassel se sorprendió por el pensamiento que apareció en su cabeza por un momento y se preguntó a sí mismo. ¿Ganar? ¿qué? ¿Por un lacayo? Como si lo persiguiera la pregunta, Kassel corrió hacia la salida del salón, limpiándose la cara con un pañuelo seco. Luego, se detuvo de nuevo.

Fuera una victoria o una derrota, no se podría lograr a menos que tuviera la venia de Inés. Entonces, solo era una idea errónea. Ya que también estaba claro que Raúl Balán era en realidad solo un perro leal para Inés.

'... Dijiste que me llevarías contigo cuando te casaras, ¿no?'

Al principio, pensó que era algo que Inés mantenía escondido en secreto en el Castillo de Pérez, pero ahora que lo pensaba... por supuesto, un perro merecía decir tal cosa. Raúl Balan era el perro leal de Inés. Aun así, eso podría haber sido un regalo para Inés. Kassel se quedó mirando la terraza sin ver señales de que se terminara la conversación, sintiendo que era la primera vez que se sentía calado. Las luces románticas de la Mayor Elba los hacían parecer unos malditos amantes románticos.

La voz que llamaba 'señora Inés'.

Esa familiaridad con la que la nombraba. Solo un largo tiempo proporciona esa familiaridad. El eco de entender los pensamientos del otro sin decir más.

En sus diecisiete años que pasó prometido a Inés. Para Kassel, hoy, Inés era demasiado linda, dulce y amable para los estándares de Kassel. Y cada vez que actuaba así, tenía el pensamiento retorcido de que la causa era su amante.

De hecho, además de que Inés parecía haber tenido algo mal con Yolanda hoy, estaba sorprendido por lo feo que pensaba que era. Un sentimiento miserable que había sido olvidado por un tiempo se elevó en su cabeza. Todos los sentimientos miserables que le contó Inés en su sueño.

El anill0 r0t0: De t0d0s m0d0s este matrim0ni0 fracasaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora