Capítulo 22

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El Kassel Escalante, que Inés volvió a encontrar ese verano, era verdaderamente escultural. Más que sus vagos recuerdos. E Inés no ocultó su admiración, sino que la reveló, ni corta ni perezosa.

Era similar a la admiración que obtienes cuando ves objetivamente un hermoso paisaje o un objeto en perfectas condiciones. No importa cuán diferentes pueden ser los ojos de cada persona, nadie podía negar que Kassel Escalante era una criatura bien hecha.

Por supuesto, incluso para su primo, que era tan celoso y descuidado.

"... ¿Estás segura? Inés, ¿no puedes ver esos ojos vacíos? Esos ojos sin alma."

"Por lo contrario, están llenos de una hermosa luz azul. Nunca había visto unos ojos azules tan hermosos". Murmuró alabanzas exageradas como si hubiera estado poseída, bebiendo jugo de manzana como si fuera alcohol.

Los ojos sorprendidos de Oscar alternaron entre ella y Kassel, que estaba muy lejos, luego inclinó la cabeza cerca de su hombro y susurró, como si revelara un gran secreto.

"¿No lo sabes? Las personas que se ven así de bonitas cuando son jóvenes lucen enclenques cuando envejecen".

"... ... ."

Cuando Inés sonrió sin responder, Oscar frunció el ceño y agregó de nuevo.

"¿Crees que estoy mintiendo? Por supuesto, Escalante es bonito ahora".

Llamando a su primo por su apellido y deliberadamente entonó la palabra "bonito" ya que al parecer, esta tenía menos poder que la palabra 'apuesto', e incluso encontró palabras mucho más triviales que la palabra 'hermoso'.

"Si hubiera nacido como una niña, habría tantos niños como las niñas que me persiguen ahora".

Si Kassel Escalante fuera mujer, quizás todos los sufrimientos que sufrió por parte de Oscar hubieran sido suyos. Porque tenía el mejor linaje y mejor cara que Inés.

Según la teoría de Oscar, lo mejor siempre debe estar con los mejores. Si esos dos fueran de diferentes géneros, al menos uno sería el mejor, como el deseo de Oscar.

Dejando escapar un suspiro de alivio por un momento, se preguntó, si ese hubiera sido el caso, a estas alturas habría tenido hijos normalmente sin volcarse en su vida, y habría estado viviendo con preocupaciones triviales sobre cómo pasar el resto de su vida con su esposo, que no estaba en buenas condiciones... Como anfitriona de algún duque, habría llevado una vida plana como otras nobles orteguistas, que por fuera ejercían gran influencia, pero por dentro eran un poco mezquinas.

Aun así, habría encontrado su propia felicidad.

Debido a su personalidad obstinada, a la que no le gustaba que la culparan, no habría tenido un prometido guapo, sino que habría tenido una vida libre en un señorío. Disparando en terrenos de caza, cabalgando lejos, patrullando su mansión, yéndose de vacaciones a las aguas termales de todo el mundo... Luego, con un poco de suerte, su esposo moriría prematuramente, y en esa época tendría un hijo que era perfecto para ella, y sería liberada oficialmente de todos sus deberes. Tan solo le esperaría una vida libre sin ataduras por nada.

Caminar independientemente sobre la tierra traída como dote de Baleztena, vivir la vida de un hacendado hasta morir. Su esposo, como cualquier hombre aristócrata orteguista común, a veces la engañaría como un cabrón y coquetearía con otras mujeres a sus espaldas, pero ¿qué importaba eso? Habría muerto antes que ella de todos modos, pensó con seguridad. Además, era difícil convertirse en una masa de enfermedades de transmisión sexual con un esfuerzo ordinario.

Incluso un gran vanidoso como Oscar sabría que su heredero sería precioso, y ni siquiera se atrevería a poner una polla enferma en su esposa embarazada.

El anill0 r0t0: De t0d0s m0d0s este matrim0ni0 fracasaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora