Capítulo 64

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'Estás demasiado húmeda... ¿Por qué estás goteando así?'

Porque no fue forzada en absoluto. Inés se miró en el espejo del tocador. Exactamente en el mismo espejo, él la miraba con una mirada desnuda.

'Inés, te lo preguntaré de nuevo ¿por qué estás resbaladizo?'

'¡Ah... ah... ah... ah...!'

'¿No lo estás?'

'¡Kassel...!'

'Lo estoy haciendo a toda furia, pero si me tomas así, tu deber se arruinará'.

'Demasiado, es demasiado, Kassel...yo...'

'¿No te gusta duro? Así que así, ah... Maldita sea, me estás apretando'

'Esto es demasiado'

'¿Es demasiado vulgar? Ni siquiera me miras a la cara y solo miras hacia abajo, así que supongo que este es el noble deber que querías '

'¡Ah... sí...!'

'Sólo estamos haciendo lo que necesitamos'

El sonido del gemido de un hombre cayendo salvajemente en su oído, los senos de ella que se balanceaban lujuriosamente en el espejo cada vez que la abofeteaban por detrás, las manos que la agarraban con avidez nuevamente, y los labios de él que chupaban y masticaban la parte posterior de su cuello y dejando marcas...

Todo lo de esa noche volvió a la vida en el espejo. Su cuerpo balanceándose en el tocador, doblada por la cintura, la lujuria que teñía el escultural rostro de Kassel, las sombras de la noche, la tenacidad, el negligé que bajaba hasta el pecho y la falda que subía hasta su estómago, mientras lo empujaba hacia adentro. La boca pródiga, el rostro despeinado. Su propia cara que chupaba y tragaba los gruesos nudillos.

Hacía varios días que no se torturaba con ese recuerdo cada vez que se sentaba en el tocador. Todo lo que podía pensar era que todo la había atrapado en un instante.

En lugar de mirarse a sí misma en el espejo, Inés miró fijamente aquella cara inmoral en su memoria. Ese hermoso rostro que estaba determinado y la atormentaba. Esas palabras vergonzosas que pronunció casualmente, las palabras que preguntó, el poder que la hizo incapaz de pensar en absoluto, el bulto que se precipitó, la voz que la llevó al límite, el sonido de su suave gemido...

Atrás quedaron los días en que ya estaba atrapada en la noche y ocupada gimiendo, y también estaba profundamente decepcionada de sí misma por no ser como un palo de madera.

Sin embargo, cada vez que recordaba ese momento de derrota, cada vez que se sentaba frente al tocador, eso no era cosa del pasado.

'Confundida. ¿Te sientes así porque te gusta que te obliguen, o te sientes así porque te gusta que lo meta con fuerza?'

'Ah...'

'¿O es mejor hacerlo por atrás?'

'¡Ah, ah, ah!'

'En realidad, es una relación digna que has estado esperando desde el comienzo de la noche'

'¡Kassel...! Eh, ah'

'Te respeto, Inés. Pero odio hacer lo que quieras como un pervertido.'

Sí, era una sensación de derrota.

Una sensación de derrota de que está siendo influenciado por las intenciones de Kassel. La brida infinita de una sensación de derrota que conduce a otra sensación de derrota en la que seguía reflexionando una y otra vez.

'... ¿Eres ingenua?' Inés se preguntó como si estuviera en estado de shock.

En una noche crepuscular en el espejo, los ojos que parecían a punto de devorarla sonríen oblicuamente. ¿Es esto demasiado ingenuo?

El anill0 r0t0: De t0d0s m0d0s este matrim0ni0 fracasaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora