Capítulo 56

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A diferencia de otras sirvientas que servían a Baleztena, Raúl, llevaba a sus oídos las historias de los nobles y las historias en lo más profundo del Castillo Pérez que ella no conocía. Hasta ese momento, el papel no era muy diferente al anterior, pero estaba claro que la vida del benefactor, que parecía vivir una vida modesta, probablemente era antiestética para ese joven prometedor. Verlo convertirse en un entrometido leal a una edad temprana... Él era quien acosaba, coaccionaba e interrogaba a otros empleados, asegurándose, de alguna manera, de que no faltara nada. Interfiriendo fielmente.

Desde los dieciséis a los veinte, cuando Inés estaba silenciosamente destrozada por sus recuerdos de Emiliano, él salía con Juana y de alguna manera lograban alimentarla. Sabiendo el tipo de talento que tenía, se movía de un lugar a otro entre Mendoza y Pérez.

Hasta que finalmente se convirtió en la mujer de Escalante.

"¿Cómo se vive en un lugar como este...?" Raúl miró la residencia oficial como si viera una ratonera.

"Es un buen lugar. Algunas personas soñarían con vivir en un lugar como este por el resto de sus vidas".

"Eso sería para un tipo como yo, pero no para la señora Inés." Conocía bien su lugar, pero nunca estaba satisfecho con su maestro en algunos criterios. Incluso, se volvió tan arrogante como su maestro.

'Qué lugar tan lamentable para una persona tan preciosa' Era como si Raúl hablara con su expresión, quien se volvió a mirar a su ama, lleno de pesar. Ella suspiró y alborotó su cabello, acariciándolo. Los ojos de Raúl, que parecían un poco feroces, se volvieron notablemente más suaves.

"Me ha ido bien, Raúl".

"No puedo creerlo".

"Como bien y duermo bien, ¿no me ves gorda?"

"Tal vez sea por el estrés de vivir en una vida desconocida".

"... No estarás negando que he subido de peso, ¿verdad?"

"No importa, eres hermosa de esta o aquella manera." Raúl murmuró como si no soportara mirar la pequeña residencia oficial, asi que se giró una vez más a ella. "... Debes haber pasado el día vistiendo solo unos pocos conjuntos de ropa."

"A los ojos de los demás, lo llevan hacia atrás y lo llevan diferente, pero al final todos acaban siendo iguales".

"Dijiste que solo el color es completamente diferente".

"Así es."

"Acabo de traer algunas de tus ropas favoritas y tus libros favoritos, pero ni siquiera puedo traerlos."

De momento, los artículos de primera necesidad se los trajeron el día que llegó a Calestera, y como no le importaba mucho el maquillaje, le bastó con llevar unos cuantos vestidos por turnos, y las estanterías rebosaron de libros de Kassel. De vez en cuando, podía pensar en algunas cosas que quería traer del Castillo de Pérez o de la residencia del duque en Mendoza, pero terminó pasando medio día comiendo y durmiendo de todos modos.

"Tal como he estado viviendo, no encontré muchas cosas que necesitara".

"Debes estar pensando de esa manera... ¿Cuándo vas a partir hacia el castillo de Esposa?"

"Todavía no tengo planes".

"... Dijiste que me llevarías contigo cuando te cases, ¿verdad?" Parecía como si hubiera hecho tal promesa como si hubieran pasado años. Inés se encogió de hombros.

"Este es un lugar donde no se pueden agregar más asistentes".

"¿Existe tal cosa como un asistente? Sólo un ama de llaves, un mayordomo, un cochero, un jardinero, dos cocineros, tres criadas, tres sirvientes"

El anill0 r0t0: De t0d0s m0d0s este matrim0ni0 fracasaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora