ABRIL
—Yo te juro que lo mato. Te he dicho que sería él.
—Darío, cálmate. Déjalo que hable. ¿Qué pasa Víctor?
—Antes de nada, perdón, pero mamá se ha caído por las escaleras y está en el hospital. La tienen que operar — dijo mirando a Darío.
—¿Y a mí qué?
—Darío, ¿dónde tienes la cabeza? — le preguntó Víctor
En lo que iba a pasar si no llegas a venir.
—Amor, ¿lo has escuchado bien? Tu madre, ahora mismo vas al hospital con tu hermano.
—¿No prefieres que me quede? — me preguntó Darío.
—Darío, es tu madre. Yo voy a ir — le dije yo cogiendo el bolso y montándome en el coche.
—Pues nada, plan fastidiado — dijo susurrando —. Luego ten por seguro que no te me escapas — me dijo al oído.
En un rato llegamos al hospital y fuimos rápidamente a la habitación en los que nos habían dicho. Pero se acababan de llevar a mi suegra.
—Todo va a salir bien, chicos — nos dijo Luis —. Muchas gracias por venir, Abril. Le va a hacer mucha ilusión verte.
—¿Os había interrumpido algo? — nos preguntó Víctor.
—Sí. — dijo Darío.
—Pero nada que no se pueda retomar más tarde — le susurré a Darío.
—Le he dicho yo que vaya a buscarte — dijo Luis mirando a Darío.
Tras un largo rato un señor mayor, supongo que el cirujano, se acercó a nosotros.
—Soy el cirujano que ha operado a la señora Teresa Rey. La operación ha salido perfecta, sigue sedada, en unos minutos se despertará — y vimos como sacaban una camilla del quirófano — De momento solo puede entrar uno.
—Entro yo, chicos. — Nos dijo Luis.
Nosotros tres nos quedamos fuera, me alegraba que todo hubiera salido bien.
—Chicos, en frente del hospital he visto una floristería. ¿Vamos? — Dijo Darío.
—¿Vais a bajar? Subidme un café — dijo Luis asomándose por la puerta.
—Vale. — Le dije yo.
—¿Ahora le quieres comprar un ramo y no querías ni venir? — le dijo Víctor entre risas.
—En ningún momento he dicho que no quería venir.
—No, solo has dado a entender que no te importaba.
—Víctor, estaba furioso. Decía las cosas sin pensar. ¡Ni qué no lo conocieras!
—Pero estoy aquí, que es lo que importa. Perdón, ¿vale?
—Ya chicos, ya — dije yo intentando calmarlos.
Sin ninguno esperárnoslo Darío abrazó a Víctor.
—Perdóname, estaba furioso contigo.
—¡Ay! ¡Qué me gusta veros así! — Dije yo.
—No te pega ser así de ñoño — le dijo Víctor entre risas — Anda, vamos a la floristería.
Sin decir ni una palabra más bajamos a la floristería y vi un ramo precioso.
—Chicos, ese es precioso — dije yo señalando uno —. Me salgo que tengo que llamar a mi madre.
ESTÁS LEYENDO
Una vida a tu lado (2) ✔️
Ficção AdolescenteSegunda parte de amor prohibido. Tu amor prohibido se convirtió en tu gran amor, pero no todo va a ser tan sencillo... Sin darte cuenta le estás haciendo daño a terceros, pero no lo admiten. Quieres centrarte en tu futuro pero el pasado no deja de d...