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Céline Everdeen.
17 de Septiembre.

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Tenía apenas 8 años cuando mi hermano Jonathan había muerto a manos de un Titán. Apenas tenía 8 años cuando comencé a desarrollar ansiedad y estrés a niveles inimaginables. Lo que más me hacía daño era que jamás me despedí de él porque yo había ido a la escuela y, cuando salí, él ya había ido. No lo vi por última vez, no lo abracé, no le dije lo mucho que lo quería y lo contenta que estaba de que se fuera a casar con Mike.
De hecho, él se dio cuenta del Trastorno de ansiedad que me estaba desarrollando. Juró no decirle a mis padres nada, sólo mi tío sabía, así que entré mi tío Erwin y Mike buscaron al mejor médico para que mi estado de salud mejorara. Así estuve por 8 años. 8 años en los que entrenaba a solas con Hange y Nanaba para ser más fuerte, saber cómo defenderme. 8 años en los que mi tío, Mike y Moblit me ayudaban con el equipo de maniobras tridimensional para que, si en algún momento lo llegara a necesitar, ya sabría cómo usarlo.


Una tarde, mi papá andaba vuelto loco. Siempre le tuvo admiración y respeto al comandante de la Legión. Quien diría que se iba a casar con la hermana de un hombre de tanto poder que, con sólo escuchar su nombre, imponía respeto.

Todo estaba transcurriendo normal ese día hasta que apareció él y esa mirada profunda que más de una vez me ha erizado la piel.
En mi vida había visto un par de ojos tan bellos como los de él. Ese brillo inigualable. Todo queda a la perfección en él. Es como si estuviera viendo lo más hermoso del mundo.

Pues para mí, ese hombre sí es.

Esa noche que fue al restaurante y haberme confesado que un Titán devoró a Isabel y Farlan, tuve un deseo inmenso de protegerlo. Había conocido su lado más vulnerable, aquel que, seguramente, nadie más vio excepto yo. Me quedé dormida en la misma mesa que él y todo porque me sentía bien a su lado, sentía una inmensa tranquilidad que decidí dormir. Creía que, cuando despertara, él ya no estaría ahí sentado pero... Cuán equivocada estaba. Ahí se quedó. Se quedó despierto toda la noche mirándome dormir, acariciando mi cabello y al pendiente de mi. Todo eso me lo confesó días después.

Jamás imaginé que me vería envuelta en más de una ocasión con él y que siempre terminaríamos discutiendo. Incluso, quería callarle la boca de un golpe para que me dejara tranquila porque solía insultarme demasiado. Lo hacia cada vez que tenía oportunidad.

Con el paso del tiempo, los momentos juntos fueron cada vez más frecuentes. El día que se me ocurrió dibujarlo en un cuaderno prestado (cuaderno que brindó Hange) y al darme cuenta de que, lo que había hecho era un acto de acoso, me sentí mal y no lo culpé por la manera en la que había reaccionado. Sí, un Titán me iba a comer ese día, pero su reacción de lanzarme el cuaderno en la cara, creo que fue también por haberlo dibujado sin su consentimiento.
Le pedí disculpas a los pocos días. Sabía que no había sido correcto haberlo hecho.

El día que él Titán Acorazado y el Titán Colosal destruyeron el muro, salí corriendo a salvar a las personas que estaban llegando a la muralla Rose. No los iba a dejar desamparados y a costa de los Titanes que estaban entrando.
Me encontré cara a cara con el Acorazado, me dio miedo ver a un Titán así, jamás los había visto y no sabía qué más Titanes y de qué tipo se encontraban allá afuera. Tuve que rescatar y animar a las personas que se encontraban cerca y aún faltaban por marcharse, dejando sus hogares atrás.

El Aroma del Té; Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora