Capítulo IX

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TaeHyung quiso decir algo más, para poder confortar al pobre joven que se estrujaba en su lugar, pero Soung-He se irguió de su asiento y se encaminó a su alcoba, ambos sirvientes no pudieron cruzar más palabras entre ellos en el resto del día.

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Jimin no creyó que iban a pasar muchos días más sirviéndole a la princesa. Sin embargo, el príncipe YoonGi había regresado al Palacio hacía dos meses y Jimin aún continuaba sin cruzar palabra con él. No obstante, sí estaba al tanto de cuándo y cuánto la bella sirvienta pasaba su tiempo en la alcoba del príncipe y le era inevitable cada vez más que la presión en el pecho aumentara.

—TaeHyung, ve a prepararme el baño, por favor —dijo Soung-He, sonriendo después de haber acabado el té.

Jimin se irguió de un salto, con toda la intención de acompañar a TaeHyung para ayudarlo.

—Tú no, Jimin. Necesito hablar contigo un momento...

El pobre príncipe volvió a sentarse frente a su señora, preguntándose si había hecho algo indebido o si se había olvidado de acatar alguna orden sin darse cuenta.

Una vez TaeHyung salió de la habitación, Jimin se atrevió a mirar titubeante a la princesa, quien le sonrió con ternura en un intento de tranquilizarlo.

—¿Cómo te sientes, Jimin? —indagó, acercándose un poco a él—. He notado que no estás comiendo mucho. ¿Debería llamar al médico real para ti?

—Señora, no se moleste, por favor —murmuró Jimin, sacudiendo las manos con desesperación—. No tiene que llamar a nadie, estoy bien.

—Mmm —asintió, sin creerle absolutamente nada—. Así que, mi hermano te aflige —el príncipe abrió los ojos con terror, no obstante Soung-He jamás dejó de sonreír y se atrevió a tomar sus manos entre las suyas—. No te preocupes, mi querido Jimin. No es algo por lo cual tengas que tener miedo, hice trampa y escuché una conversación que no me concernía... Te trajeron a la fuerza, estás lejos de tu familia y de tu tierra, te hicieron sirviente aunque eres un príncipe y terminaste enamorándote de quien más daño podría hacerte... ¿Qué puedo hacer, Jimin, para compensar un poco tu dolor?

—Señora, por su sirviente no tiene que hacer nada —dijo Jimin, abochornado—. Demasiado ha hecho haciendo mi estadía lo más agradable posible. Le agradezco la inmensa calidez con la que me ha tratado, no podría pedirle nada más.

—Y aún así me siento en falta. Mi hermano me pidió regresarte —la princesa acentuó su sonrisa al ver cómo el rostro ajeno se iluminaba—. Pero, querido Jimin, no voy a regresarte si no es lo que quieres. Por favor, vela por tu corazón y hazle el menor daño posible. Independientemente de tu decisión, sabrás que mis brazos estarán para ti. Lo tendrás en cuenta, ¿verdad? Piénsalo todo lo que quieras, eres libre aunque sea en esto tan pequeño.

—Y-yo... yo no...

—Tranquilo. Sé que por amor terminarás eligiendo al príncipe YoonGi. Pero, no te olvides que aquí siempre habrá un lugar para ti. Al menor problema o al menor dolor que sientas por culpa de mi hermano, por favor, regresa a mí. ¿Me puedes prometer que lo tendrás en cuenta?

—Señora Alteza —dijo Jimin, sonrojado y conmovido—, es usted mi ángel.

Soung-He suavizó su rostro y acarició fraternalmente con su mano aterciopelada una de las mejillas del pobre sirviente.

—Espero poder serte de ayuda antes que mi condición deje de permitírmelo —comentó ella, apartando la mano.

—¿Condición?

Mi Señor [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora