Capítulo XII

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Por lo que, aunque le dolía el cuerpo por la mala posición, sólo atinó a preguntarse antes de caer dormido si al día siguiente su señor lo iría a buscar...

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Pero su señor no fue a buscarlo. Y la princesa, al encontrarlo en la sala de té tras despertar de su sueño, también lo abandonó, sumamente enojada y resoplando por lo bajo las muchas palabras que planeaba decirle al Príncipe Heredero una vez Jimin le contó lo dicho por el sirviente desconocido.

No obstante, sin importar lo tan furiosa y determinante que se había marchado antes del desayuno, Soung-He regresó un tiempo después pálida y preocupada. Por inercia, una mano inconsciente posaba en su vientre, brindando a su retoño algún tipo de protección.

-¿Señora? -murmuró TaeHyung, inquieto de que su dueña no dijera una palabra.

-TaeHyung, por favor, déjanos solos un momento.

El sirviente obedeció de inmediato, dejando a Jimin realmente confundido. Todos se estaban comportando extraños esos días y él ya no podía conjeturar las posibles razones.

-Jimin...

-¿Sí?

-Su Majestad Consorte ha mandado a llamarte.

Jimin no conocía a Su Majestad Consorte. Es más, Jimin no tenía idea que en el Palacio hubiera un consorte. Había creído al Rey NamJoon sólo un hombre viudo y solo desde la muerte de su esposa, la Reina Hyung-Ah, hacía algún tiempo atrás.

Mientras vivía como príncipe en JeonJu había escuchado algunos rumores sobre un supuesto amante que había provocado la repentina enfermedad de la reina, acabando con su vida unos días después... pero los años y la distancia entre ambos países habían ido descolorando esos rumores novelescos hasta hacerlos desaparecer por completo.

Y ahora, el consorte, que Jimin no sabía que existía, lo acababa de llamar.

-¿Por-por qué querría verme? -indagó Jimin, viendo a la princesa sentarse con cierta dificultad en la sala de té, aún preocupada.

-Se enteró de que eras... que eres un príncipe y sobre el trato que te ha dado mi hermano desde que llegaste aquí -respondió la mujer, acariciando su vientre-. Quiere hablar contigo urgente.

Debía ser algo terrible como para que la princesa Soung-He, quien controlaba sus emociones con extrema calma, estuviera aún pálida en su asiento.

-¿Cómo es Su Majestad Consorte?

-Es muy amable y amoroso -dijo ella, aunque su expresión y actitud eran muy contradictorias con sus palabras-. Desde que nacimos, el príncipe y yo, Su Majestad Consorte ha cuidado de nosotros con más dedicación y cariño que nuestra propia madre. Es más, el Consorte SeokJin ha sido más padre nuestro que madre fue la difunta reina. YoonGi lo adora. Sin embargo, el Consorte Imperial está furioso con él en este momento y le costará un tiempo perdonarlo.

-No entiendo -susurró Jimin, acercándose a la princesa-. ¿Por qué es tan malo entonces que me haya llamado a llamar?

-No es él quien me preocupa -dijo Soung-He, mirándolo con cierta pena-. El consorte tiene una gran debilidad por mi padre, el Rey NamJoon. Le es muy leal, más que consigo mismo. No hay nada que SeokJin sepa, piense o sienta que no se lo comunique a Su Majestad Imperial. Y diferencia del consorte, el Rey NamJoon no es tan misericordioso ni comprensivo. Es él y no SeokJin, el que me preocupa.

Jimin fue conducido unos minutos más tarde hacia el otro extremo del Palacio. Y una vez estuvo frente a frente, rogó en su interior salir vivo de allí.

Mi Señor [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora