Capítulo V

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—No me gusta —se negó Jimin inmediatamente, en un susurro.

Pero YoonGi sabía, y el mismo Jimin también, que era una mentira.

*•*•*•*•*•*•*

YoonGi estaba terminando de tomar el té cuando alguien tocó la puerta. Jimin pensó que era TaeHyung avisándole al príncipe que su señora lo llamaba. Sin embargo, el hombre frente a él no tenía los ojos pequeños llenos de inocencia, el lunar en la nariz ni la sonrisa cuadrada del sirviente. Tenía un rostro claro, alargado y tan varonilmente bello que Jimin sintió envidia sólo con verlo.

—¿Disculpe? ¿A quién busca?

—¿El príncipe YoonGi se ha cambiado de habitación? —indagó el extraño, confundido—. ¿Quién eres tú?

—El sirviente del príncipe —respondió Jimin, desconfiado—. Lo siento. Pero no lo conozco, no puedo dejarlo pasar.

Eso provocó que el hombre delante de él se largase a reír.

—Déjalo pasar, Jimin —dijo YoonGi, aún sentado en la mesa de té—. Es mi amigo, el general HoSeok...

—Lo tienes bien domesticado —señaló el intruso, de nombre HoSeok, entrando a la habitación sin que Jimin se lo permitiese.

—No soy un perro —susurró éste por lo bajo.

—¿Has dicho algo? —indagó el general arqueando una ceja, mientras YoonGi intentaba esconder la risa.

—Que si quiere té, señor HoSeok.

—Ah, no. Vengo de paso —dijo HoSeok—. No recordaba que habías cambiado de sirviente, YoonGi.

—¿De qué hablas? Fuiste tú el de la idea —rió YoonGi, dándole el último sorbo a su té—. Me dijiste que abandonara a Jongbum.

—En realidad, fue a Jongbum a quien le dije que te abandonara —dijo HoSeok, divertido—. Pero creo que fue demasiado bueno.

—Quiso envenenarme tres veces el té —señaló YoonGi, arqueando una ceja con incredibilidad—. Y a ti casi te corta el cuello con un puñal.

—¿Sólo tres veces? ¿Ves? Demasiado bueno...

—Estás loco —negó el príncipe, invitándolo a sentarse—. ¿Has venido a reírte de mí?

—No, en realidad venía a pedirte autorización para que partamos a Geoje hoy.

—¿Geoje?¿Por qué a Gyeonsang otra vez?

—Los reinos de Japón lo quieren invadir —explicó el general HoSeok—. Los reyes de Gyeonsang, Jeolla y Gwangju nos han estado pidiendo ayuda. Tu padre ha accedido, pero el rey de Gwangju ha pedido precisamente tu presencia y el rey NamJoon no se ha podido negar.

—El reino de Gwangju debe estar desesperado... —farfulló YoonGi.

—No es para menos —dijo HoSeok, tocando con sus dedos su anillo de general—. Dos reinos de Japón le han dado apoyo al de Fukushima para invadir Gyeonsang. No hay manera de hacerse paso a Jeolla y Gwangju si los japoneses no arriban primero a Geoje, en Gyeonsang. Nos han pedido que resguardemos la costa.

—¿Por qué mi padre ha accedido? Hace poco que llegamos de batallar al norte contra los chinos... No tenemos municiones casi.

—YoonGi, concordaría contigo en otra situación —dijo HoSeok con desesperación en los ojos—. Pero es Gwangju, YoonGi.

Y el príncipe no necesitaba que el General HoSeok, su amigo del alma, le dijese algo más.

—Está bien. Necesito prepararme. ¿Salimos a medianoche?

Mi Señor [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora