Capítulo XIV

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—Pero, ¿qué rayos...?

—No sé porqué te sorprende —suspiró HoSeok, quitándose el sudor con el dorso de la mano.

Las armaduras y las armas que toda aquella tropa llevaba se habían vuelto más pesadas con el intenso sol y las dunas de arena naranja que no proyectaban ni un poco de sombra reconfortante.

—Ya sabía que no debíamos esperar mucho de aquél imbécil —siguió HoSeok, tendiéndole a su amigo un poco de agua—. Toma, bebe un poco. Tenemos que regresar antes que anochezca o tendremos que acampar en la arena. Dicen que así como JeonJu derrite en el día, cala los huesos en la noche.

—No sé porque espero siempre lo mejor de los demás. Pareciera que sólo en nuestro pueblo hay gente decente —siguió refunfuñando YoonGi, mientras bebía un sorbo.

—Porque tu padre es un buen hombre. Y por eso esperas que todos los reyes sean como él —indicó HoSeok, palmeando su hombro—. Pero el rey Sung es un hombre egoísta, que ni siquiera vela por su gente. Sólo le interesa su riqueza y prolongar su poder.

—Y nosotros somos tan imbéciles como él por creerle —dijo YoonGi, conduciendo a la tropa de regreso—. ¿Unas tierras fértiles al norte, cerca del puerto de Hongseong? Lo único que parece ser capaz de crecer aquí son los nidos de escorpiones. Ya decía que era muy bueno para ser verdad.

—No fue tu culpa —HoSeok se peinó el cabello hacia atrás y se secó el sudor del rostro—. Es la primera vez que tienes que lidiar con ese embustero. Su Majestad apenas te dio un par de indicaciones.

—Porque a mi padre no le interesa construir una base militar cerca del puerto —siguió YoonGi, su enojo no se aplacaba—. Te puedo asegurar que si volvemos ahora con las manos vacías le daría igual. Mientras los rumores extraños sobre mis preferencias y los pasatiempos de mi hermana cesen, al gran rey NamJoon le da igual si incluso regreso con una pierna menos...

HoSeok rió imaginándose a su amigo con bastón.

—Si pasaras las noches con las sirvientas en vez de jugar juegos de mesa con ellas, o por lo menos no te negases en buscar esposa en cada oportunidad que tienes, nadie alimentaría los rumores sobre ti... Y no tendría que mandarte Su Majestad a excursiones ridículas como esta, para alejarte un poco de la boca del pueblo.

—No me interesan las sirvientas ni ninguna esposa —aseguró YoonGi, en medio de un suspiro—. Envidio lo de mis padres... Te apuesto que si encontrara algo como lo que tienen ellos, el pueblo dejaría de chismear tanto.

HoSeok se puso serio de pronto y bajó la voz para que sólo su amigo lo escuchase.

—No se te olvide que les llevó casi veinte años poder estar como están.

—Pero al fin terminaron muy bien —recalcó el príncipe.

—YoonGi, habrán terminado muy bien. Pero se conocieron en el momento y lugar menos indicados para los dos. Y el precio de eso fueron veinte años de soportar a la reina —HoSeok se arrepintió apenas soltó aquello y se puso pálido de pronto—... Espera, eso sonó muy mal viniendo de mí. Perdona. Que los dioses tengan en la gloria a la difunta Reina Consorte y esté gozando ahora de un banquete celestial.

YoonGi soltó una carcajada al escucharlo.

—Ojalá esa mujer esté atragantándose en ese banquete celestial —dijo él, rodando los ojos.

—¡Cállate! —HoSeok había abierto los ojos, espantado de que alguien más los escuchara—. Era tu madre después de todo...

—Esa bruja jamás fue mi madre. Y si no me hubiera criado el bondadoso corazón del Consorte SeokJin, yo mismo la hubiera envenenado. Y sería capaz ahora de matar al rey Sung por jugar conmigo. Pero tengo que ser tan noble que no seré capaz de nada...

Mi Señor [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora