—Está bien, Jimin —escuchó como a lo lejos, proveniente de una voz muy conocida para él—. Se terminó.
*•*•*•*•*•*•*
Lo primero de lo que Jimin fue consciente al despertar, fue el hecho de estar recostado. Lo segundo, el lugar donde yacía estaba iluminado con varias velas y las sombras en los lugares donde la luz no llegaba le contaban al pobre sirviente que ya era de noche. Lo tercero, un médico con la insignia real le estaba tomando el pulso a su derecha.
Y cuarto, a su izquierda estaba de rodillas el príncipe YoonGi. Esto hizo que a Jimin dejara de importarle el estar recostado, que fuera de noche o que el médico real estuviese prestando su servicio a un mero sirviente.
Su primer impulso fue sentarse rápido porque se sentía irrespetuoso estar echado frente a su señor, pero el príncipe lo detuvo.
—Despertaste —dijo, en un susurro—. No te esfuerces, aún estás débil.
La voz del príncipe YoonGi se escuchaba con tanto afecto que parecía imposible que le estuviese hablando a Jimin. Éste lo había escuchado hablar con esa misma ternura antes, pero solamente a su hermana. Parecía irreal y hasta lo llevó a preguntarse si su condición era muy grave y estaba por morirse.
La gente suele tener más empatía con un moribundo. Y Jimin no estaba listo para ser uno... aún.
—El joven debe guardar reposo hasta mañana, beber mucho líquido y tener una abundante comida. Su condición no es nada grave, no se preocupe, Su Alteza —le aseguró el médico real.
—Gracias, ya puedes retirarte —le ordenó el príncipe.
Jimin tembló nervioso bajo el cubrecama cuando el médico real los dejó solos. Y su corazón casi salió por su garganta cuando sus ojos se encontraron con los de YoonGi. Oscuros. Insondables de no ser por la mueca en su rostro que dejaba entrever su genuina preocupación por él.
—En un momento traerán la cena —musitó, con suavidad—. Debes estar hambriento.
Jimin sentía el estómago estrujado pero no precisamente por el hambre. Para su paz mental necesitaba que aquel hombre abandonara la habitación. O su corazón iba a explotar ahí mismo.
Pero el príncipe YoonGi seguía mirándolo como si Jimin fuese de cristal y los nervios de tener aquellos ojos negros sobre él lo estaban carcomiendo por dentro.
—Lo siento —susurró el sirviente, con la voz ronca y débil.
El príncipe frunció el ceño, sin comprender.
—S-siento que me hayan tenido que atender —continuó Jimin.
—¿Por qué te disculpas por eso? —indagó YoonGi.
—Le falté el respeto a Su Alteza y a Su Majestad Consorte —indicó el pobre sirviente, intentando sentarse—. Y ahora estoy ocupando su cama, señor...
El príncipe bajó la mirada por un momento tras escucharlo.
—Que estés en esta cama, que hayas tenido que enfrentar a mis padres tú solo, que incluso estés en este palacio... es todo mi culpa. Si hay alguien que debe pedir perdón soy yo —dijo YoonGi y mirándolo nuevamente a los ojos agregó—. Lo siento, Jimin.
El corazón de Jimin se sintió cálido. Aquel increíble hombre no sólo estaba pidiendo por su perdón sino que además estaba hablándole... Hacía meses que no conversaba con él. Y Jimin no podía negar el enorme placer que aquello le daba.
—¿Qué hace un príncipe pidiéndole perdón a su sirviente? —inquirió Jimin con una leve sonrisa, queriendo suavizar un poco la tensión que había en el aire.
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Mi Señor [YoonMin]
FanfictionSe suponía que cuando el príncipe Jimin fue enviado al Palacio de Daegu, el rey NamJoon y el rey SeokJin lo casarían con la princesa Soung-He. ¿Cómo es que terminó en la cama del príncipe YoonGi? *Libro I: "Mi Señor" (Libro II: "Mi Rey"; Libro III...