Prólogo:

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Prologo:

El hombre cogió el informe que se le tendía pero no se molestó en leerlo. En cambio lo tiró al suelo junto a su maletín.

-¿Qué dice? -preguntó.

-Si lo lee, lo sabrá -fue la breve respuesta. Las dos personas sentadas a cada lado de la mesa en la pequeña y ordenada oficina se miraron fijamente. El único ruido procedía del ventilador de mesa que oscilaba suavemente y que a pesar de su nombre estaba colocado encima de un archivador.

-Soy un hombre muy ocupado, tengo gente que se encarga de leer estas cosas por mí. No tengo tiempo.

-Bien, entonces dígale a uno de ellos que lo lea por usted.

-Escuche, le he pagado mucho dinero por esto, lo mínimo que espero es un poco de esfuerzo por su parte.

-Vale, pues al grano. Sí, su mujer se ve con alguien. Con varias personas, en realidad. Ahora, si eso es todo, tengo que ocuparme de otros casos, gracias y buenos días. -La mujer se volvió hacia la pantalla de su ordenador y empezó a mover el ratón.

El hombre no hizo ademán de marcharse.

-No le caigo muy bien, ¿verdad?

-No mucho -dijo ella, sin apartar los ojos de la pantalla.

-¿Pero lo suficiente como para aceptar mi dinero?

-Usted ya tiene lo que quería, yo ya tengo lo que quería. ¿Qué quiere, mi número de teléfono particular?

-¿Me lo daría?

-No.

-Eso me parecía. -Hizo una pausa-. Bueno, ¿me va a decir lo que quiero saber?

-¿No era usted un hombre muy ocupado?

-Bueno, pues le diré a mi secretaria que cambie mis citas. No pasa nada.

La mujer dejó de examinar su ordenador y se volvió hacia el hombre. Suspiró y asintió.

-Está bien, ésta es la versión completa. Seguí a su mujer desde su trabajo hasta un hotel de Mayfair. Allí se reunió con alguien y fueron a su habitación. Eso ocurrió varias veces, de hecho. El viernes pasado hubo un cambio. Dos horas después del encuentro en el hotel, se marchó con otra persona distinta. La seguí a ella y a esta tercera persona hasta un club nocturno. Allí, conseguí grabar en vídeo sus intimidades dentro de un cubículo del servicio de señoras. La cinta está en la carpeta, disfrute de ella cuando le convenga. Ahora, si de verdad no hay nada más... -Alargó la mano señalando la puerta de la oficina.

-¿Hubo algún problema?

-Ninguno que no pudiera solucionar.

-Oh...

-La persona que acompañaba a su mujer me pilló durante la grabación y pidió a los gorilas del club que recuperaran la cinta.

-Deduzco que no la consiguieron.

-No.

-¿Sin más?

-Sin más.

Observó a la mujer que tenía delante al otro lado de la mesa.

-¿Por qué no le caigo bien?

-¿Alguna razón por la que debería caerme bien?

-Soy una persona agradable. Si me lo permitiera, se lo podría demostrar.

-Ni aunque fuera el último hombre del planeta.

El hombre sonrió ligeramente y sin humor. Se levantó, metió la carpeta en el maletín y lo cerró con un chasquido.

LA COBARDE (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora