Capítulo 7.

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-Una persona interesante -dijo Lauren entre lametones largos y lentos. Estaban sentadas las dos en un banco del parque, comiendo un helado.

-Sí, es una forma de describirlo -replicó Camila de mal humor.

-No es alguien con quien convenga enemistarse, me parece a mí.

-No lo sé.

Se quedaron en silencio, Lauren concentrada en su helado, Camila con la mirada fija en los cuidados parterres de hierbas del parque, sin verlos en realidad.

-¿Vas a querer eso? -preguntó Lauren, dando un codazo a Camila y señalando su helado, que se estaba derritiendo.

-No, toma. Ahora mismo no me apetece.

-Yo siempre he pensado que nunca hay un mal momento para tomar un helado -dijo, quitándole muy contenta el helado a Camila.

-¿Por qué no puedo tener un padre normal?

-Probablemente va con la especie, creo yo.

-¿Qué especie?

-Los empresarios superricos. Todo trabajo y nada de diversión. No me sorprende que tu madre se largara.

-Pero no siempre ha tenido que ser así, ¿verdad? -dijo Camila.

-¿En qué estabas pensando?

-Pues ya sabes, amor, romance, citas, todo eso.

-A lo mejor a tu madre le gustaba la idea de tener una fuente inagotable de dinero. ¿Y descubrió demasiado tarde que la cosa no era ni mucho menos tan buena como la pintaban?

-Supongo.

-Eres joven, Camila. Algún día encontrarás a tu princesa. Entonces podrás pasarte el resto de tu vida demostrándole a tu padre cómo se deben hacer las cosas.

-¿Y tú qué, Jauregui? ¿Algún día llegará tu eeeeh... lo que sea?

-Si no llega, es que no lo estoy haciendo bien.

-Muy graciosa, Jauregui. Estoy hablando en serio.

Lauren se encogió de hombros, metiéndose otro buen montón de helado en la boca.

-No es algo en lo que haya pensado mucho -dijo, frunciendo el ceño ligeramente, evidentemente incómoda con el tema.

-¿Tú crees que hay alguien ahí fuera sólo para ti, la otra mitad de tu alma? -preguntó Camila.

-No lo sé.

-¿Y si ya está cerca, pero no lo reconoces?

-Y yo qué sé -masculló Lauren.

Lauren se terminó el helado.

-¿Y ahora qué, jefa?

-¡Ja, sólo soy jefa cuando te conviene! -replicó Camila, con tono despectivo.

-En este momento, me conviene.

-En ese caso, llévame a casa.

-¿Te refieres a casa de hotel, casa de Mansiones Jauregui o casa de California?

-Jauregui, no estoy de humor, llévame a tu casa... por favor.

-A casa, pues -dijo Lauren, levántandose ágilmente del banco y alargando la mano. Camila la agarró sin decir nada y dejó que la pusiera de pie sin esfuerzo.

-¿Tenemos que volver en metro?

-No, si no quieres. Hay autobuses, taxis o piernas: elige.

-¿Cuánto tardaríamos andando?

LA COBARDE (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora