Capítulo 45

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Una solicitud para regresar a la Capital por enfermedad.

En la residencia, el banquete se mantuvo animado hasta antes del toque de queda. Wen Heyin, quien estaba sentado en uno de los pasillos del patio, estaba bostezando cuando un pequeño sirviente se acercó a él y lo llevó hasta el patio trasero. Allí, frente al carruaje del Duque de Yan, se puso a esperar.

Nuevamente Wen Heyin comenzó a esperar. Se apoyó contra el carruaje, tomó una bolsa de papel de aceite de sus brazos, la abrió y comió el pastel de osmanthus que estaba dentro de ella. En ese instante, el sonido de alguien tragando saliva resonó y Wen Heyin al seguir la fuente de ello, vio a un delgado adolescente vestido con toscas ropas y hechas de lino de pie junto al carruaje de al frente. Sus ojos estaban pegados al pequeño postre en la mano de Wen Heyin, como si estuviera muriéndose de hambre.

Al verse descubierto, el adolescente rápidamente apartó la vista, encogió sus hombros y miró al suelo.

Wen Heyin naturalmente se acercó y le entregó el pastel de osmanthus que poseía: "¿Quieres comer? Aquí, te lo doy".

"Ah, ah, yo..." El joven se asustó y dio un paso hacia atrás.

"Come. " Wen Heyin puso el pastel en el centro de su mano "No es necesario que agradezcas".

"De verdad... ¿de verdad puedo comerlo?" El adolescente tragó saliva.

"Puedes". Al ver el pastel siendo puesto en su mano, el joven agradeció una infinidad de veces y devoró el pastel. Después de comer, tan pronto levantó una de sus manos, un hematoma y una cicatriz pudieron ser vistas en su delgada muñeca.

"¿Hm? " Al ver ello, Wen Heyin preguntó con sospecha: "¿Cómo te lastimaste así la mano?"

"Ah..." El adolescente tragó el pastel restante de su boca, se tiró de la manga y dijo avergonzado: "Fui... fui yo quien cometí un error y mi joven maestro me golpeó".

"¡¿Cómo puede golpearte tu joven maestro?!" Wen Heyin exclamó sorprendido.

Sin embargo, el adolescente estaba más sorprendido que él: "Somos esclavos y nuestros cuerpos no valen nada. Nuestro señor no estaba satisfecho por lo que naturalmente tuvo que golpearnos un par de veces".

Wen Heyin murmuró para sí mismo: "¿Cómo puede ser así?"

El débil adolescente dijo: "¿Acaso no es así? Nuestros contratos de esclavitud están a manos de otros. Nosotros no poseemos libertad, solo somos unos perros con amo. Todos nos miran con desprecio y somos lo peor de lo peor en sus corazones. Ellos meramente nos consideran unos baratos esclavos".

Wen Hein: "......"

Mientras hablaba, el chico de repente lo empujó con pánico reflejado en su rostro, "Vete rápido, mi joven maestro está en camino".

Wen Heyin tuvo que regresar al carruaje del duque de Yan y se cruzó de brazos. Desde ahí, pudo ver a un presuntuoso joven de diecinueve años caminar hacia el adolescente. Mientras el esclavo se arrodillaba, el joven pisó sus rodillas y subió al carruaje. Solo después de ello, el carruaje se movió y salió de la Residencia.

Los agudos ojos de Wen Heyin notaron que algo había caído del joven. Avanzó unos pasos y del suelo, recogió una bolsa de brocado con dinero.

Sin dudarlo, corrió hacia el carruaje con el objetivo de detenerlo. El cochero le gritó: "¿Qué estás haciendo? ¿Quieres morir?"

"Tu señor dejó caer su dinero". Wen Heyin dijo en voz baja.

Al escuchar esto, la cortina de la pequeña ventana del carruaje se levantó, dejando al descubierto la mitad de un rostro: "Ven aquí".

El general renacido siempre se usa a sí mismo como sustituto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora