Escuchó a Henry preguntarle a uno de ellos dónde había conseguido el arma y qué pretendía hacer con ella. Su compañero se opuso a dejar que lo mataran. Dash se cubrió el rostro como si alguno de ellos se hubiese asomado por la ventana y lo hubiese descubierto. El chico continuó echando los casquillos dentro, ignorándolo, y lo escuchó reírse al ver lo sorprendido que estaba Henry por haber encontrado la forma de recuperar el arma que Corey les había decomisado.
El muchacho le dio el sobrenombre de un oficial que parecían conocer hace mucho. Se había propagado el rumor de que el hombre trabajaba con otros reclusos que tenían la oportunidad de acompañarlo al exterior a comprar medicinas y otros suplementos que se vendían en la tienda de artilugios.
Cobraba una comisión muy alta por intentar reemplazar lo que les decomisaban. Todos dependían de la droga para sobrellevar su estadía en prisión, según su comentario. El origen de su enojo partía del hecho de que Henry hubiese tenido el valor de hablar para que trasladaran al chico serpiente a la prisión de máxima seguridad. Terminaron por destruirlo con el recordatorio de que ninguna acción que hiciese de corazón le traería de vuelta a su hija.
—¡No entiendo por qué nos haces esto! ¡Quiero que me des una razón! ¡Y no pretendas que simplemente fue por ser amable! ¡O lo eres con todos, o con ninguno; no hay un intermedio!
—¡Mira! ¡Dash, o como se llame, ni siquiera está aquí interviniendo por ti! ¡Es patético! —le dijo otro.
—Lo vi como un motivo para salir de aquí, no hay otra razón, así de sencillo. Si me matan, más bien me harían el favor de darme el pase instantáneo a la libertad que tanto ahnelé desde que me pusieron esa sentencia.
En ningún momento Dash escuchó una señal de terror en su voz. Asustado de que una bala perdida atravesara la pared, se arrastró debajo de los arbustos para alertar a las autoridades de vigilancia que se encontraban por ahí. Cojeó como si fuese un militar en el área de combate; tensaba la mandíbula cada vez que volvía a apoyar el tobillo dañado en el suelo.
—¿Qué te sucede muchacho? —Uno de los oficiales se acercó caminando con su perro; supuso que algo andaba mal por la determinación que tenía de caminar sin las muletas hasta ahí.
Dash cayó de rodillas poco antes de llegar a la acera. El oficial le extendió la mano para ayudarlo a ponerse de pie, pero él no la recibió; se aferró a uno de los cimientos de la torre de vigilancia para mantener el equilibrio mientras le relataba los hechos, casi sin respirar. El señor intentó tranquilizarlo; solicitó que controlara su respiración para poder entender lo que le estaba diciendo. Nombró un código a otro compañero, repitiéndole que se apresuraran y tuviesen cuidado con los reclusos porque uno de ellos andaba con un arma. Suspendió la llamada para asegurarle que los oficiales intervendrían dentro de poco a favor de Henry, le hizo otro par de preguntas a Dash que le ayudara a identificar a los otros prisioneros que estaban involucrados en la extorsión de los nuevos, pero él le dijo que no.
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Un amor más profundo que el océano - [borrador]
Aktuelle Literatur🏅FINALISTA DE LOS PREMIOS WATTYS 2022 EN LA CATEGORÍA DE NOVELA JUVENIL. 💜 III BORRADOR DE LA NOVELA Fairview no es un pueblo normal y corriente, allí no hay direcciones, ni alumbrado público. Por todas sus calles y edificios se extiende un aura...