Capítulo X: En el peligro, se conoce al amigo (última parte)

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El lunes, Anthonny Forbes regresó a la secundaria en compañía de cinco abogados: dos defensores para los imputados, otros dos fiscales que venían en representación de los cinco chicos que habían sido drogados con el Brotizolam el día del tiroteo y...

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El lunes, Anthonny Forbes regresó a la secundaria en compañía de cinco abogados: dos defensores para los imputados, otros dos fiscales que venían en representación de los cinco chicos que habían sido drogados con el Brotizolam el día del tiroteo y un juez penal. El grupo de profesionales estaba siendo escoltado por un par de alguaciles; los habían convocado en caso de que alguno de los acusados causara algún disturbio y arremetiera contra otro alumno. Los demás estudiantes que iban pasando por allí para dirigirse a sus respectivas clases, se apartaban para darles paso a los hombres uniformados. Los murmullos de los adolescentes no se hicieron esperar; se oían como los zumbidos de abejas revoloteando alrededor.

Apartó la computadora para dejar que le vieran la cara y enfocó su atención en los oyentes. Hizo una breve introducción dirigida hacia los padres de familia sobre lo que seguiría a continuación y el propósito principal de evitar llevar el caso del Brotizolam a un juicio ordinario.

—En realidad, la audiencia sí es un juicio, pero esta vez será menos formal. Sus hijos tendrán la oportunidad de comparecer ante el juez. Se otorgará un breve espacio para tomar las decisiones correspondientes y se les notificará si hay alguna resolución que no perjudique demasiado el estado de los estudiantes. Si la decisión sobre los acuerdos llegara a ser muy complicada, se les haría llegar un último citatorio para ir a los tribunales a como debe ser.

Enseguida se les pidió a los estudiantes que se pusieran de pie, que alzaran la mano derecha y juraran decir la verdad por Dios o por alguna otra deided a la que fuera muy fiel a sus creencias. Luego de escuchar sus juramentos, Anthonny procedió a enseñarles las escenas de las cámaras de seguridad que se habían logrado recuperar de ese día.

La distribución de la mesa alargada era la siguiente: el juez estaba sentado a la par de él; la directora, Richard y Dave Hamilton se encontraban al lado derecho, junto al abogado que los representaban; uno de los defensores se encontraba en medio de Robert y Damon al lado izquierdo; a la par de él se encontraba el otro compañero que trabajaba en representación de Gregory, Tyler y Thomas. Los tres muchachos estaban sentados, escuchándolo hablar con los brazos cruzados, sin quitar la mirada de las cintas. Enfrente, en el centro de la mesa rectangular, se encontraban cuatro asientos; tres de ellos eran ocupados por la familia Hastings y un fiscal. Los demás estudiantes, sus padres y el representante adicional estaban sentados en las otras sillas.

Las madres de los sospechosos se limpiaban las lágrimas al ver las cintas. Se obligaban a continuar viendo hacia la pantalla por otros segundos y luego apartaban la mirada hacia otro punto de la habitación, negando con sus expresiones faciales que eso pudiera estar sucediéndoles a sus familias. Algunos esposos, por otro lado, solo les hacían caricias en la espalda. Otros pestañeaban con frecuencia, con la boca entreabierta, todavía incrédulos de ver la secuencia de las escenas; apretaban los nudillos y fruncían los labios, impotentes por el rumbo que habían tomado las consecuencias de los adolescentes. Se veían como si estuviesen presenciando los videos de algún inadaptado que estuviera maltratando a algún animal.

Un amor más profundo que el océano - [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora