Era un día triste, con nubes, la lluvia mojaba mi rostro y cuerpo, los familiares habían empezado a llegar, todos se consolaban unos a otros, todos menos yo, que no tenía ninguna relación con ellos. Los únicos que me entendían eran mis padres y a hora estaban muertos. No podía creérmelo, ayer por fin volvían de su viaje, por fin los vería después de un mes, o eso creía, un accidente de tráfico me los había arrebatado. Me encontraba allí quieto, parado en una esquina del cementerio, estaba en shock, esto no podía estar pasando, ni siquiera me había podido despedir de ellos.
- ¿Dónde estás? - le escribí a Verónica. No hubo respuesta, increíble, el día mas doloroso de mi vida y mi novia no estaría aquí para apoyarme. Vi como el cura se presentaba delante del ataúd, guarde mi móvil y me acerqué - Hoy es un día triste, los ángeles lloran - se refería a la lluvia - Estamos todos aquí reunidos para despedirnos del señor y señora Hobs.
- Amen - respondimos los presentes.
- Eran unas estupendas personas, pues todo el vecindario a venido a despedirse. Vi a mi Al rededor, era cierto, no solo había venido la familia, si es que así podría llamarse, También había venido parte de nuestros vecinos, eso hizo que no me sintiese tan solo - Muchos pensarán que este no es final que se merecen, pero es el final que dios a elegido, a hora están camino de reunirse con nuestro señor - continuo el cura.
- Amen volvimos a responder.
- ¿Alguien quiere decir unas palabras? - preguntó el cura. Diferentes familiares se acercaron ha hablar, cuanto mas hablaban mas me enfadaba, no decían mas que mentiras, mis padres no les importaban en absoluto. Mi madre fue rechazada por mi familia en el momento en que yo vine al mundo, pues mi madre se quedo embarazada con 16 años, mis abuelos quisieron que abortase, pero ella se negó, en aquel entonces mi padre tenía 18 años, así que se mudaron juntos y el siempre trabajo para poder mantenernos. Desde pequeño solo los tuve a ellos, nunca tuve amor por parte de abuelos, tíos o familiares y que ha hora viniesen a fingir que nos querían me hacía hervir la sangre.
La señora Jameson se acercó ha hablar, eso me sorprendió, ella había sido como mi abuela, desde el primer día en que llegamos ella siempre nos ayudo, me cuido mas de una vez cuando mi madre no podía y mi padre trabajaba, siempre estuvo para todo y le tenía un gran cariño - Nunca me olvidare del día en el que les vi llegar, una joven chica de 16 años y un chico de unos 18, se les veía muy felices, tanto que contagiaban su felicidad al resto, mas de una vez me quedé cuidando su casa, mientras el iba a trabajar y ella a estudiar, siempre fueron educados y respetuosos con todos, nunca nadie tuvo problemas con ellos - La mujer tuvo que parar, pues las lagrimas empezaron a nublarle la vista, pude ver como muchos vecinos también lloraban, eso hizo que yo llorase también - Y como olvidar aquella mañana cuando los vi bajar del coche, llevaban un niño em brazos, un niño que a día de hoy es todo un hombre - me señalo, no pude evitar romper a llorar de nuevo - Muchas veces e cuidado de ese niño, lo vi crecer, siempre fue un chico con pocos amigos, pero tiene un gran corazón, aunque lo esconda tras esa coraza de chico pasota que le da igual todo - Eso me hizo sonreír - Austin, hijo, no estas solo, siempre nos tendrás a todos nosotros, siempre me tendrás a mi. La mujer se alejo llorando, por mi parte no pare de llorar durante toda la ceremonia, pues esas palabras habían tocado mi corazón, después de enterrar a mis padres me monte en un coche con mis abuelos, íbamos a reclamar la herencia de mis padres. Tenían un gran corazón, pues a pesar de que nunca nadie les había apoyado, dejaron coas valiosas a cada miembro de la familia, a mi tío le quedó el taller de mi padre, pues el era mecánico, a mis abuelos les quedaron todas las joyas de mi madre, a mi prima un coche que mi padre había arreglado para ella, a mi me habían dado una carta, en ella se encontraban sus últimas palabras y lo que me correspondía.
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Al llegar a casa me quedé petrificado en el sitio, parecía enorme, tan sola, tan grande y tan vacía, recorrí las habitaciones una por una, recuerdos iban llegando a mi cabeza, volví a llorar, no podía estar pasándome esto, cogí mi móvil, Verónica seguía sin responder - ¿Dónde coño estas? - pensé.
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Triunfar en Paris
RomanceSus padres han fallecido y la chica con la que lleva toda su vida le ha dejado, ya nada ata ha Austin a quedarse aquí. Decide irse a parís a cumplir su sueño, lo que no sabía es que alguien le cambiaría la vida.