capítulo 8

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-¿Qué tal tu cita? - quiso saber Sandra.

- Bien, no paso nada especial - me puse rojo al recordar aquel pequeño beso.

- ¿Seguro? - volvió a preguntar al ver mis mejillas rojas.

- Bueno, alomejor me robo un beso - me puse rojo.

- Comoooooo ¿Y qué tal? - preguntó. Estaba mas emocionada que yo.

- Fue increíble, por unos instantes el tiempo se paro y solo estábamos el y yo, me hizo sentir como si estuviese en otro mundo.

- Vosotros, volved al trabajo - nos regaño el hombre de bigote.

Desde la cita con Aiden había pasado una semana, no nos volvimos a ver mucho desde entonces, pues el estaba ocupado con su película y yo me pasaba las tardes trabajando. los pocos momentos en los que estábamos en casa los aprovechábamos para dormir.

A hora mismo me encontraba sirviendo desayunos en el bar, pues últimamente estábamos a tope y eso hacía que tuviese que cubrir un turno completo de mañana y tarde.

- Mas rápido chico - dijo el hombre de bigote. Me limité a obedecer y a ir mas rápido, era cierto que durante esta semana había estado distraído y eso no le gustaba a mi jefe, pero mi cabeza estaba en otra parte. Intenté dejar mi cabeza en blanco y centrarme en trabajar, después de lo que me había costado conseguirlo, no quería que me despidiesen. Después de un rato la clientela había disminuido, decidí ir a ayudar a Sandra a ordenar y limpiar la cocina.

- Te hecho una mano - dije empezando a lavar los cubiertos sucios.

- Si vas a ir igual de lento que una tortuga prefiero seguir sola.

- Oye - me ofendí, eso me había molestado.

- Lo siento, pero es cierto, llevas unos días muy raro ¿Qué te pasa? - preguntó preocupada.

- Es que últimamente estoy pensando en otras cosas.

- ¿En Aiden? - se burló.

-No, no me paso el tiempo pensando el - dije un poco molesto.

- Entonces ¿En qué piensas? - preguntó.

- En que quiero tocar en un escenario - señale el pequeño lugar del local. La chica no dijo nada - Desde la vez que toque para ti, no he parado de pensar en ello, quiero que la gente me escuche tocar, quiero saber lo que se siente - dije ilusionado.

- ¿Por qué no le preguntas si puedes tocar? - dijo señalando al hombre de bigote.

- porque ese hombre solo quiere gente con fama para ganar dinero, no dejaría que un don nadie se subiese a su escenario - soné triste.

- No sabrás si te deja si no lo intentas. Esas palabras se quedaron en mi cabeza toda la mañana.

Cuando mi turno termino, me dirigí al despacho de mi jefe, al llegar el miedo me invadió, temía que le molestase algo que pudiese decir y me despidiese. Toque la puerta.

-Pasa - dijo el hombre con su voz grave. Al entrar recordé el día de la entrevista, tenia el mismo aspecto, estaba serio y parecía enfadado, su cabello gris estaba bien peinado hacia atrás y sus ojos fijos en mi - ¿Qué desea? - preguntó.

- Me gustaría hablar con usted - estaba nervioso. Esas palabras parecieron no gustarle, pues frunció un poco mas el ceño.

- Tome asiento - señalo a una delas 2 sillas que se encontraban en frente de su mesa. Me limité a obedecer - ¿De qué se trata? - preguntó igual de serio.

- Pues veras... notaba como empezaba a ponerme nervioso - Yo... bueno, yo toco la guitarra y se cantar y creo que se me da bastante bien, me preguntaba si usted sería tan amable de dejarme tocar una noche aunque sea una canción - dije finalmente. Su rostro pareció relajarse.

Triunfar en ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora