➳ extra I

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Una pequeña colorada salía de su casa para caminar hacia el parque, su madre le había pedido que buscara a su hermanito ya que era la hora del almuerzo. Serafine no tuvo más que remedio que acatar la orden de su progenitora si deseaba conseguir aquel vestido floreado que vio en el centro comercial.

A paso lento llegó a su destino, observando como un niño azabache de la misma edad que su hermano menor se despedía con la mano, era el nuevo amigo de los niños Seki, Takemichi Hanagaki.

Ella recordaba cuando se conocieron por primera vez el año pasado. Los pelirrojos caminaban por una plaza ya que volvían de la primaria, más otros infantes de unos dos grados más grandes que ellos los acorralaron para intimidarlos y quitarles sus útiles escolares. A Serafine no podía importarle menos esos idiotas, y los pudo haber golpeado de no ser por un extraño ojiazul con capa, quien ahuyentó a los brabucones aun cuando terminó completamente herido. Y la ojirosa no admitiría que ese momento se sintió celosa al ver como su hermano menor idolatraba al azabache por salvarlo, más cuando ella pudo haberlo hecho mejor.

- ¡Den-Den! –lo llamó.

- ¡Nee-san! –respondió sonriendo- ¡Ven, mira lo que aprendí!

La Seki hizo caso y vio como Raiden se subía al columpio más alto, él quería demostrarle que era un niño grande y que podía hacer lo mismo que ella.

- Ten cuidado, es peligrosa esa altura –le dijo.

- ¡No importa! –contestó con un puchero- ¡Quiero ser igual de fuerte que nee-san! ¡Asi que... si ella pudo, yo igual!

Serafine suspiró sin remedio, no podía decirle al menor que ella sabia muchas cosas debido a su entrenamiento militar, asi que solo se limitó a ver como el pelirrojo se balanceaba rápidamente, tal vez él quería mostrarle que tan rápido iba.

Luego de que Raiden tomara una gran altura, él sonrió orgulloso y se puso de pie sobre la madera del columpio, provocando que su hermana entrara en pánico e intentara hacer que se bajara de ahí de manera cuidadosa. Más el menor hizo caso omiso y siguió balanceándose hasta que se sintió listo.

Raiden tomó una gran bocanada de aire y la expulsó, también reunió todo su valor. No se echaría hacia atrás, quería demostrarle a su hermana que él también era genial, quería ser igual que ella.

- ¡Raiden! –gritó horrorizada al verlo saltar de más de dos metros de altura.

Serafine no lo pensó y se puso delante de él para intentar atraparlo, se maldijo mentalmente por haber hecho lo mismo el otro día, se juró jamás hacer alguna cosa peligrosa delante de su hermanito para que ya no la copiara, más sabiendo que Raiden siempre la seguía en todo.

La pelirroja se movía de un lado a otro mientras extendía sus pequeños brazos para agarrarlo, así amortiguaba su caída. A su vez, el ojiceleste cerró sus ojos esperando su fin, no pensaba que la altura era tanta y estaba seguro que su cuerpo de seis años se desmembraría en el suelo, más su anatomía impactó sobre algo más suave que la tierra dura. Pero eso no quitó que se raspó sus rodillas.

- ¡Nee-san! –pronunció al verla bajo de él- ¡L-lo siento!

- No te preocupes –le sonrió para tranquilizarlo.

Aun que internamente estaba corriendo de un lado al otro mientras lloraba del dolor en su espalda y cabeza. Sin embargo, también estaba muy feliz al ver como su hermanito quería impresionarla.

- Eso fue genial, Den-Den –se levantó despacio y palmeó su cabeza- Estoy feliz de tener un hermano tan valiente y fuerte como tú.

Los ojos celestes de Raiden brillaron como nunca y sus mejillas tomaron el mismo color que su cabello, había logrado impresionar a su más grande ídolo. Casi llora de la emoción, pero su sentimiento cambió a una preocupada al ver sangre en su rodilla izquierda.

- Hay que cortarte la pata o morirás –se burló Serafine pero su rostro estaba serio, jugaría un poco con él por hacer algo tan peligroso.

- ¡No quiero morir! –lloró abrazándola- ¡Nee-san, no me cortes la pierna!

La niña de siete años se tensó al ver como su hermano lloraba desconsolada sin detenerse, por lo que lo abrazó intentando calmarlo.

Mamá me culpará por hacerte llorar –pensó asustada- Asi que cállate, por favor, cállate.

- Ven, súbete a mi espalda –se agachó- Si comes la comida de mamá, te mejorarás, así no tendremos que cortarle la pierna ¿qué dices?

Raiden siguió sollozando, pero se subió a la espalda de su hermana mientras se aferraba sus brazitos al cuello de ella. Se sentía reconfortado en aquel lugar, su hermana mayor era su lugar seguro y siempre lo será.

- Lo siento, nee-san –sorbió su nariz intentando calmarse.

- ¿Por qué te disculpas? -cuestionó extrañada.

- P-por llorar...

- No debes disculparte por una cosa tonta como esa –respondió segura siguiendo su camino a casa- Llora todo lo que quieras, yo estaré para secar tus lágrimas.

- ¿Lo p-prometes? –se aferró con más fuerzas.

- Es una promesa, Den-Den –sonrió mirándolo de reojo- Asi que no importa que tantas lágrimas derrames, tu hermana mayor se encargará de ser tu pañuelo.

- Me gusta el color azul ¿Serás un pañuelo azul? –preguntó inocente- Aun que no creo porque tu cabello es rojo...

- Me puedo poner una camiseta azul si quieres

- ¡Bien!

Again || Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora