Capitulo 12

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-Princesa, por favor, tiene que comer algo. - la oji azul rogó con preocupación.- No se ponga de esa forma, sabe que su padre la ama mucho, solo está dolido.

La rubia se negó a mirarla y solo se cubrió con las sábanas, tirando la comida que Lili hizo especialmente para ella.
Con pasos pesados la única sirvienta se apresuro a limpiar y salió de la habitación tratando de aguantar las lágrimas.

Athanasia al ya no sentir a su nana cerca, se permitió llorar, ya nadie podía molestarla más. De todas formas nadie la quería. Ni Lucas, ni Félix, ni su padre.

Se encontraba sola y sin apoyo, hundiéndose en su depresión.

Cada pequeño momento pensaba en lo que hizo mal, lo único que deseaba era sobrevivir y nada más, muchos harían lo que ella y siempre obtendrían lo esperado. Era sentido común.

¡Ella era la hija no deseada, la bastarda que no debía nacer! No había otra salida más que eliminar a sus posibles enemigos. Para así no perder nada... Sin sufrir en esta vida.

Permitió que las sábanas se pagarán a su cuerpo. - Mamá... - apretó su agarre en la almohada y sollozo más fuerte.

Sorbio los mocos en un intento de calmar el ardor de su nariz.
Quería cerrar los ojos y volver a su mundo. Al mundo donde solo era una estudiante universitaria y la princesa Athanasia solo un personaje de ficción.

Ahora se daba cuenta, aquí o haya, siempre será echada de lado.

El crujir de la puerta la paralizó, escucho suaves pasos acercarse a su cama y detenerse en la base de esta.

Tembló y cubrió su boca para no hacer ningún ruido, sintió la manta ser deslizada poco a poco.

Sus nervios se dispararon, estaba a punto de gritar pero una mano cubrió su boca. Una mano muy suave y blanca.

- P-princesa Athanasia. Por favor, no grite. - aquella dulce voz la aturdió, los ojos azules tan claros como el cielo la miraron suplicante. - Perdón la intrusión pero Claude no me dejaba visitarla, supuse que estaba muy grave, me preocupe y vine a verla ... - quitó su mano y sonrió con suavidad.

Athanasia sintió su cuerpo pesado, no sentía la necesidad de gritarle o reclamarle, solo quería descansar.

La adorable mujer sonrió empática pero al observar mejor el rostro demacrado de la princesa, su rostro se inundó de preocupación. No se espero y tocó con suavidad la mejilla pálida.

- ¿Necesita un médico, Princesa?

Negó.

- ¿Quiere algo? ¿Comida? ¿Ir al baño? Puedo acompañarla si lo desea.

Negó nuevamente.

- ¿Q-quiere que me vaya?

Negó con lentitud.

- E-entonces, ¿Que necesita? - cuestionó acunando el rostro de la fémina. - Puedo hacer o traer cualquier cosa que desee, i-incluso yo, espero...- busco por todos lados hasta que localizo en la puerta algo recargado en ella.- Espere un momento.

Se levantó de golpe, se tambaleo un poco debido a que sus piernas estaban entumecidas pero logró sacar una risita de la princesa gravemente enferma. Tomo la bolsa y de ella saco un pequeño un gorro, una bufanda, y... Un precioso vestido azul celeste.

Roxana camino algo nervioso hasta la princesa. Estando frente a ella dejo las cosas en la cama, sonrojandose tímidamente al sentir la mirada penetrante.

- Esto es, un regalo para usted Princesa...- murmuro bajando su rostro rojo. - Me entere de que estaba gravemente enferma, debe mantenerse muy abrigada en este tiempo... Y...- respiro profundo y subió su mirada algo temerosa. - El vestido azul celeste es-era el vestido del debut, solo lo modifique un poco para que lo usé como una pijama. Se verá muy hermosa...

- ¿Qué?

- S-se que tal vez no le guste mi trabajo y lo entiendo, no puedo juzgar a nadie por eso. - Murmuró sin prestar atención a la mirada impresionada que recibía. - Puede no usarlo pero lo hice de corazón y con mucho amor para usted.

¿Qué gana al hacer esto?

Athanasia miro el rostro de la mujer. Nervios era lo único que veía, más abajo, noto algo extraño. Los dedos de la fémina estaban vendado

Su mente hizo un click inmediato.

Su vista se nublo y comenzó a derramar lágrimas. Bajo la cabeza alterada.

- ¿Por-por que? - balbuceo. - ¿Por qué hace todo esto? - apretó las sábanas húmedas. - ¡Y-yo hice algo mal! ¡La engañe! ¡La aleje de mi padre y-y arruine su noche con el!

Atrajo su brazo para desechar las lágrimas. Lo hizo de una forma muy brusca.

- ¡Yo no valgo nada! ¡Nadie me quiere! ¡Nadie me entiende! ¡¿Por qué debería seguir viviendo si nunca podré ser alguien?!

Ls suaves dedos impidieron que golpeara su regazo. Levanto su mirada furiosa.

Pero no logro decir nada.

Roxana, le sonreía, de una manera tan irreal... Maternal.

- Me importas, Athanasia. - su voz bajo lo suficiente para sonar a un suave murmullo.

Athanasia sintió su corazón detenerse, sus muros emocionales bajaron y simplemente, se derrumbó.

Solo por dos simples palabras.

Me importas.

¿Qué tan difícil era eso? ¡¿Qué tan difícil era para alguien decirle?!

La fémina atrajo a la llorosa princesa a su pecho- Yo no te dejare, ni tampoco lo harán aquellas personas que estuvieron contigo desde el principio. - acaricio las hebras doradas con amor. - Estoy aquí para ti, ahora y siempre.

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- ¿Dónde está Roxana, mujer?

- ¿Dónde quien, rubio?

- Hablé ya.

- No tengo idea de lo que dice, soy Roxana.

- Si, claro. - el emperador murmuró hastiado de la cercanía de la anciana. - Deje de aferrarse así.

La anciana abrazo más fuerte el brazo del rubio, palpando un poco la forma musculosa. - Ahora entiendo por qué me aferró mucho a tu brazo, amor mío.

- No me toque. - jalo su brazo y la miro fulminante. - Y no me llame así, solo Roxana tiene permitido hacerlo.

- Que soy Roxana. Observa- Acomodo la peluca rubia desaliñada y sonrió como "ángel puro" - ¿Ve? Soy Roxana.

Cerro sus ojos con una mueca. - Que desagradable.

- ¡Oye!

- C-creo que se ve increíble, señora Rita. - el tímido pelirrojo sonrió nervioso.

- ¡Gracias! ¡Aprende! - sonrió al darle un zape al rubio pero después borro su sonrisa rápidamente - ¡Espere-!

- Félix busca a Roxana. - el rubio dió una sonrisa burlona a la anciana indignada al ya no estar el pelirrojo. - Mala copia.

- ¡¿Ah?!

La puerta fue abierta de repente y de ella entro Roxana. Claude miro embobado a su amado angèl pero su semblante tambaleó al ver quién venía después.

La expresión fría saludo a la rubia. - Mocosa...

La menciona tembló asuatda.- P-papa...

Roxana se colocó frente a la princesa y lo miro con un suave puchero enojado.

- No le digas así Claude, es tu hija. - apunto al rubio en advertencia. - Me iré y no te hablaré más si no te comportas y la escuchas ¿Entendido?

El corazón del emperador latió fuertemente ante aquella faceta de la rubia. Era tan magnífica que sus mejillas se sonrojaron. Trato de disimular al colocar su mano en su boca y toser.

- Si.

- Muy bien. Athy, siéntate junto a Claude estaré junto a ti en todo momento, no te preocupes. Si te dice algo hiriente lo amordazare. Cerraré para que nadie moleste. Y Tía, por favor, quítate esa peluca.

La Diseñadora de Obelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora